Con motivo de haberse celebrado el pasado lunes 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer, hoy quiero referirme a las mujeres presas en Venezuela, las cuales siempre he considerado que se encuentran marginadas y olvidadas por todos.
A pesar de que las mujeres representan un grupo bastante minoritario de los privados de libertad en Venezuela, según cifras extraoficiales no son más del 8% de la población penitenciaria en general, su situación siempre me ha preocupado, sobre todo por la situación de desventaja frente a los hombres presos.
Desde que inicie mi trabajo en el área penitenciaria, de la mano de mi gran maestro el Dr. Elio Gómez Grillo, hace más de tres décadas, no deja de impresionarme la situación de las mujeres presas. Creo que tal vez lo primero que me llamo la atención, en mis muchas visitas al Instituto Nacional de Orientación Femenina (INOF), que en esos tiempos era la única cárcel de mujeres que había en Venezuela, era la soledad en que vivían, en muchos casos por tratarse de reclusas extranjeras, en su mayoría usadas como mulas del narcotráfico y el resto porque sus familias las olvidaban por completo.
Siempre hacia comparaciones, de las enormes colas que se armaban los días de visita, en las cárceles de hombres para visitar a sus familiares, mientras que en la de mujeres la visita era muy poca. Era y sigue siendo una proporción bastante significativa, matemáticamente hablando, por cada 100 personas que hay en la visita a los hombres, solo se ven 5 en las cárceles de mujeres.
Igual en esos tiempos, la proporción de delitos cometidos por las mujeres era de un 80% aproximadamente, en actividades vinculadas al tráfico de drogas y un 20% en delitos comunes. Hoy día esta proporción ha cambiado considerablemente y las mujeres presas por delitos comunes, miembros de bandas criminales y otro tipo de delitos no vinculados con las drogas, los vemos con mucha más frecuencia.
También las mujeres han sido marginadas en lo relacionado al tener una vida sexual sana dentro de los recintos carcelarios, lo cual varía mucho respecto a los hombres. A los hombres no se les hace ningún tipo de exigencia, respecto a las llamadas “visitas conyugales”, pueden entrar a ellas, quien quiera, inclusive mujeres que ejercen la prostitución. En las cárceles de mujeres las exigencias para esta misma visita incluye una lista enorme de requisitos que van desde la demostración real de matrimonio o un acta que conste que su pareja vive en un concubinato real, exámenes médicos a la pareja, etc.
Quiero citar un texto extraído del Informe sobre la Situación de las Mujeres Privadas de Libertad, presentado por Una Ventana a la Libertad en 2019 y que resume claramente la situación de las mujeres encarceladas en Venezuela “En el caso de las mujeres prisioneras o encarceladas, ellas han sido históricamente invisibles para la justicia, la cual las percibe como las malas entre las malas mujeres, es decir las peores. Pero no solo para la justicia sino para toda la sociedad. Cuando hablamos de prisiones o cárceles inmediatamente pensamos en hombres, desde la edad adolescente hasta ya entrada la tercera edad. Aún para los movimientos de mujeres ellas no existen; muy pocas hablamos de ellas. Parece que, el haber cometido un delito las hace desaparecer por ser «mujeres malas», dejan de ser seres humanos portadoras de derechos: pecadoras.”
En lo único que las mujeres presas en Venezuela se igualan a los hombres es en la falta de atención médica, sobre todo las que son propias a su condición de mujer, la desnutrición y el retardo procesal. De resto el ser mujeres marginadas y olvidadas es lo recurrente.
@cnietopalma
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