Desde el Parlamento chavita los diputados elegidos el 6 de diciembre se han lanzado a una nueva aventura de diálogo en Venezuela. Con un nutrido precedente de fracasos, pero con la ausencia de Donald Trump en la Casa Blanca, el oficialismo ha conseguido involucrar a la patronal, sectores políticos afines y algunos detractores.
Como un Prometeo encadenado, el chavismo parece atado a buscar el diálogo para dejar atrás la crisis que vive el país, pese a los oscuros augurios que preceden los últimos intentos y la ausencia, por ahora, de los grandes nombres de la oposición.
No obstante, eso puede cambiar con las elecciones regionales que asoman en el horizonte y que pueden llevar a los opositores a ver en la negociación una forma de mover las fichas del tablero.
Estas son algunas de las claves de la nueva negociación.
1.- Las presencias
La primera gran presencia es la del presidente del Parlamento chavista, Jorge Rodríguez. Veterano negociador, ha tenido sentado al otro lado de la mesa de diálogo a todo tipo de detractores. No por casualidad, Nicolás Maduro le ha encargado ponerse al frente.
El mayor éxito, por ahora, ha sido sumar al esfuerzo negociador a la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecámaras), la principal patronal del país. No es un secreto que sus miembros tienen posturas, mayoritariamente, opositoras, por lo que los empresarios pueden ser una pieza clave.
Entre los políticos, por ahora, no hay muchas presencias.
Se han sumado pequeños sectores, casi sin representación real, que ya negociaron con el régimen en un proceso que fue llamado «mesita» por su escasa trascendencia. También están aquellos disidentes que acudieron a las pasadas legislativas y sindicatos con posturas que pudieran matizar las fórmulas homogéneas del chavismo.
2.- Las ausencias
Por ahora, este es el espacio con más huecos. Poco probable parece que el sector que lidera Juan Guaidó, cada vez con menos simpatizantes, se sume al diálogo, máxime cuando el opositor, afín al expresidente estadounidense Donald Trump, parece poco dado a mostrar una visión incluyente hacia la sociedad que le permita sentarse con los chavistas.
Los ojos están puestos en otros líderes que, en público o en privado, se oponen a un liderazgo al que Guaidó aspira a dar toques de mesianismo. Entre ellos destaca Henrique Capriles, que ya se sentó en 2020 a dialogar con el régimen, con la mediación de la Unión Europea, obteniendo un gran logro: la liberación de 50 presos.
Algo más desconocidos fuera de Venezuela son Stalin González, de la formación Un Nuevo Tiempo, y Henry Ramos Allup, de Acción Democrática. El primero se unió a Capriles en la negociación de 2020, y el segundo, un viejo animal político, guarda un peculiar equilibrio en los últimos meses. De sumarse al diálogo, Guaidó se quedaría solo.
3.- El mundo
Trump desempeñó un papel fundamental en la apuesta de Guaidó entre 2019 y 2020 y son muchas las voces que dicen que fue quien rechazó siempre las posiciones de diálogo.
Con un nuevo inquilino en la Casa Blanca, alejado de las posiciones extremistas de su antecesor, y dos vecinos -Brasil y Colombia- más pendientes de la pandemia que de Venezuela, Estados Unidos puede optar por una postura más ambivalente. O al menos no obstaculizar una salida negociada.
Sin embargo, el papel preponderante que comenzaba a tener la Unión Europea tras los contactos de 2020 saltó por los aires con la última jugada de Maduro: expulsar a la embajadora comunitaria en Caracas.
Los 27 parecían clave a la hora de engrasar la maquinaria del diálogo, pero, tras ese agravio, está en duda su implicación, lo que dificultaría la negociación.
4.- El horizonte electoral
Este año se celebrarán elecciones a gobernadores y alcaldes, unos comicios en los que habrá un nuevo Consejo Nacional Electoral y en el que los contrapesos de cada partido en las regiones pueden mover las posiciones.
Para esos comicios, varios actores políticos pueden tratar de reconfigurar la oposición renovando el liderazgo, desde lo local hasta lo nacional, y provocar un temblor en un bloque antichavista cada vez menos homogéneo.
Más allá de satisfacer egos personales, muchas son las voces, como la del propio Capriles, que piden aprovechar los huecos que deja lo que, para todos ellos, es una «dictadura» chavista. Será difícil que Guaidó pueda entonar un «prietas las filas» y evite que se sumen al diálogo muchos políticos como paso previo a acudir a los comicios.
5.- El secreto
«Si alguien quiere que la reunión sea secreta, será secreta», dijo Rodríguez tras reunirse con Fedecámaras. Más que un anuncio, el presidente de la AN chavista hizo una advertencia a propios y extraños: una cosa es lo que se ve en público y otra lo que pasa entre bambalinas.
Ya en los diálogos de 2020, Capriles y González -antigua mano derecha de Guaidó- trabajaron discretamente y en silencio hasta que se hicieron públicas las excarcelaciones.
Además de la confidencialidad que le da a la negociación, también permite a los actores políticos interesados mantenerse en un segundo plano hasta que lo consideren oportuno y, por tanto, puede sumar a algunos de esos nombres que están en boca de todos, decantando la balanza hacia la negociación, pero ¿un diálogo con qué fin?
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