Volver a Zamunda más de tres décadas después. Eso es lo que se propuso Eddie Murphy en Un príncipe en Nueva York, secuela de la famosa comedia Un príncipe en Nueva York (1988) que, según el actor, es una cinta cuyo legado solo se puede comparar con el de Black Panther (2018).
«Un príncipe en Nueva York fue la primera película en la historia del cine que tenía un reparto totalmente negro que fue exitosa en todo el mundo», aseguró en un encuentro virtual con los medios al que asistió Efe.
«Va sobre la familia, el amor, hacer lo correcto y la tradición. De eso iba esa película. Y esas increíbles imágenes de reyes negros y reinas negras, princesas y todo eso… Black Panther también lo hizo: fue la segunda película que tenía reyes y reinas negros (de la ficticia Wakanda). Pero la primera fue Un príncipe en Nueva York y la tercera será Un príncipe en Nueva York 2«, argumentó.
Recuperado tras años fuera de los grandes focos de Hollywood, Murphy presentará el viernes en Amazon Prime Video esta nueva y disparatada aventura del príncipe Akeem.
Craig Brewer, el director que contribuyó a la resurrección de Murphy con Dolemite Is My Name (2019), se puso a los mandos de esta secuela que mezcla en su reparto viejos conocidos con nuevos rostros: Arsenio Hall, Shari Headley, James Earl Jones, Wesley Snipes, Leslie Jones, Tracy Morgan, etc.
«Una película de culto»
Así define Murphy, nominado al Oscar como Mejor Actor de Reparto por Dreamgirls (2006), el impacto que sigue teniendo Un príncipe en Nueva York en la cultura popular.
«En Halloween la gente se disfraza de personajes de la película. Y el canal VH1 pone Un príncipe en Nueva York durante 24 horas seguidas en Navidad. Es una cinta de culto. Todo esto forma parte de ello», explicó.
Murphy también recordó que Randy Watson, uno de sus múltiples y alocados alter egos en Un príncipe en Nueva York, hizo en el cine uno de los primeros «mic drop» (soltar el micrófono), un gesto descarado de despedida que es habitual en el rap y al que en los últimos años también se han apuntado famosos como el expresidente de Estados Unidos Barack Obama.
Más allá del humor familiar y de los maquillajes exagerados que caracterizaron a Un príncipe en Nueva York, Murphy apuntó que el éxito de esta comedia también se basó en «lo eterno» de sus temas.
«El amor y todo eso, casarse con alguien que quieres, a quien de verdad amas… Hay mucho de eso ahí. El musical Fiddler on the Roof tiene muchas cosas e imágenes similares que también aparecieron después en Un príncipe en Nueva York«, ejemplificó.
Dirigida por John Landis (The Blues Brothers, 1980), la película original recaudó 289 millones de dólares en todo el mundo y obtuvo dos candidaturas en los Oscar: mejor maquillaje y mejor diseño de vestuario.
Un rey con problemas
En esta continuación, Murphy vuelve a ponerse en la piel de Akeem, el mimado príncipe de una nación inventada en África que, aburrido de que le buscaran potenciales esposas que lo adulen todo el rato, decidió viajar a Queens (Nueva York) para buscar una mujer de la que enamorarse realmente sin revelar su verdadera identidad.
En Un príncipe en Nueva York 2, Akeem se convierte en rey de Zamunda, pero los problemas sucesorios continúan al descubrir que tiene un hijo perdido en Estados Unidos.
Akeem emprende entonces un nuevo viaje a Nueva York para localizar a quien podría ser el heredero del trono.
Murphy insistió en que una de sus obsesiones para esta nueva película era recuperar al máximo posible de actores de la cinta original y captar la esencia de aquella comedia.
Pero también las nuevas incorporaciones subrayaron su emoción y placer por aparecer en la secuela de Un príncipe en Nueva York, que fue todo un hito para la comunidad negra en Estados Unidos.
«Voy a contar cómo fue mi primer día de rodaje (en Un príncipe en Nueva York 2), que fue un día que me puso la piel de gallina», confesó Leslie Jones.
«Cuando ese día Eddie entró vestido como rey parecía como si la película original simplemente hubiera continuado. Entró como si viniera de otra escena de la cinta original. No creo que ni él se diera cuenta que todos estábamos como ‘oh, Dios mío’. Y ahí fue cuando todo empezó a ser muy real», indicó.
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