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El arte emergente revela un país colmado de dilemas

Con la obra Mapeando la hecatombe, el caraqueño Víctor Avellaneda obtuvo el primer lugar del  21 Salón Jóvenes con FIA que se presenta en la Galería Braulio Salazar de la Universidad de Carabobo. En la pieza cartografía las carencias de los venezolanos

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Empeño, alternativa y heterogeneidad son las tres palabras que definen el 21 Salón Jóvenes con la Feria Iberoamericana de Arte, que se inauguró el domingo en la Galería Braulio Salazar de la Universidad de Carabobo, en Valencia.

El encuentro, que anualmente premia y da a conocer lo más destacado del arte emergente venezolano, se realizó en medio de problemas de transporte y dificultades económicas. “Fue difícil para los artistas hacer un salón de tal envergadura en estas circunstancias”, dijo Lunes Rodríguez, curador de la muestra y director de la galería.

Bajo el concepto de “Identidad, diáspora y otros asuntos”, las 21 propuestas, escogidas entre más de 100 trabajos, destacan por el empleo de materiales de reciclaje como telas, madera, vidrio, billetes rotos, libros en desuso y hasta libretas de pasaportes.

Los temas hablan sobre la violencia, la escasez de comida y medicinas, la esperanza y el autoritarismo, y están especialmente enfocados en reflexiones existenciales, como el dilema de irse o quedarse en el país.

El jurado, integrado por el escritor José Napoleón Oropeza, el crítico y colaborador de El Nacional Sergio Monsalve y el artista Daniel Atilano, otorgó el primer lugar a Víctor Avellaneda, de 37 años de edad, por Mapeando la hecatombe, una pieza que, producida con diversos tipos de tela, dibuja a un país plagado de precariedades. El artista caraqueño, egresado de la Escuela de Arte Arturo Michelena, indicó que en la obra combina la corriente expresionista, la figurativa y el método de dibujo de los niños para crear personajes con características antropomorfas. “Los pequeños ilustran la vida, por eso es que hacen cosas tan maravillosas. Después es cuando empiezan a bloquearse”, dijo.

Considera que haber ganado el primer lugar es una responsabilidad: “Este premio es un compromiso. Ahora tengo que confrontarme con mi trabajo y valorarlo. A veces uno se subestima. Además, hay artistas maravillosos que tienen más de 20 años de experiencia y también merecen estar aquí”, expresó emocionado y acompañado por su esposa y sus tres hijos.

Avellaneda se interesó por el oficio creativo desde que era un niño, sobre todo porque a su papá le gustaba y debido a que su hermana estudió artes escénicas. Cuando tenía 9 años de edad, lo marcó un cuadro del artista español Salvador Dalí. Luego viajó a La Gran Sabana y comenzó a pintarla. Así, de manera intuitiva, empezó a trabajar. “Siempre sentí ganas de manifestar algo, pero a través de la pintura”, recordó. Actualmente desarrolla algunas piezas con telas y elabora otras obras más abstractas, en las que no se ve ningún personaje, asegura.

El segundo lugar fue para María Teresa Hamon, por Il falso scopo. La artista no estaba presente en la exposición. Sobre su obra, Oropeza destacó: “Es una pieza compleja que gira en torno a la intimidad, al hecho de reconocerse como individuo”.

Las menciones honoríficas fueron para el zuliano George Lavarca, de 25 años de edad, por Conos; el caraqueño Allan Costa (mejor conocido como Saz Oner), de 37 años, por Re-configuración, y la larense Luisana Velandia, de 27 años, por Aparte ID.

Saz Oner tiene 10 años realizando intervenciones en las calles de Caracas, sobre todo en Chacao. Su trabajo, además de ser una propuesta estética, pretende sacar de la oscuridad esos sectores de la ciudad que están abandonados. “Todos los lugares tienen características bellas que uno no comprende si no mira con detenimiento. Yo quiero recuperar y reconfigurar los espacios”, indicó.

Velandia trabaja con objetos que suelen ser utilizados para la enriquecer la memoria, como el VHS o los disquetes. “Estos materiales giran en torno a las historias de vida. Con los VHS, presento una narración de cada uno de los miembros de mi familia”, reveló.

Enfocado en el problema de la identidad y en su origen wayúu, Lavarca trabaja la técnica de tejido de sus ancestros pero cambiando los colores cálidos (naranja o amarillo) por otros más fríos como el azul. Su obra es un constante viaje al recuerdo de su abuela, quien le enseñó a entorchar los hilos: “Ella tuvo 12 hijos, por eso yo hice 12 conos en mi pieza”, informó.

Para Lunes Rodríguez haber realizado esta exposición en medio de circunstancias tan adversas es motivo de orgullo. “Yo estoy encantado con quienes participaron. Han demostrado un ánimo increíble. Hoy día es casi imposible trasladarse de un estado a otro, y muchos de ellos lo hicieron”.

Crear en las condiciones más adversas

Las últimas dos ediciones del Salón Jóvenes con la Feria Iberoamericana de Arte se realizaron en el Museo de Arte Contemporáneo del Zulia. Por primera vez, el encuentro se mudaba de Caracas. En ambos casos predominó el discurso de un país convulso en el que se seguía haciendo arte.

Este año las circunstancias adversas, en lugar de retroceder, empeoraron. Aunque tampoco fueron motivo para suspender la cita, sí condujeron a la decisión de cambiar de sede.

La edición número 21 de la feria se realiza en la Galería Braulio Salazar de la Universidad de Carabobo, donde contó con la curaduría de Lunes Rodríguez, quien además dirige la institución artística.

Ana Josefina Vicentini, miembro del comité organizador de la FIA, señaló que este año tuvieron que mudarse porque llegar a Valencia implica menos gastos. “Fue más fácil la operatividad allí que en el Maczul, que además es más lejos e implica una carpintería muy complicada. De verdad, estamos muy agradecidos con el Maczul por los dos años que estuvimos allá, pero los recursos son cada vez más difíciles de conseguir y el envío de obras se ha complejizado”, informó.

Vicentini dijo que quedaron muy satisfechos con la exposición en la Galería Braulio Salazar, que estará abierta al público hasta el 8 de diciembre: “El espacio me parece bellísimo, al igual que el equipo de trabajo. Todo estuvo por encima de las expectativas”.

Rodríguez, quien también es profesor de Arte en la Universidad de Carabobo, indicó que para la institución fue un reto asumir la curaduría en torno a la diáspora y la identidad, los temas principales de la exhibición: “El rol de los artistas es expresar lo que está ocurriendo. Se supone que son las personas más sensibles de la sociedad, así que ellos ven las situaciones de manera distinta”, expresó.

Uno de los criterios tomados en cuenta fue la escogencia de artistas residenciados en Venezuela: “No cuestionamos a quienes se han ido, sino que esta vez se buscó tener el plus del que está acá”, dijo.

Destacó, además, la variedad de corrientes artísticas que están expuestas: “Quisimos que hubiese tanto ensamblajes y esculturas como pinturas, dibujos, fotografías y videos. Es una exposición diversa, igual que el país y los jóvenes”.

Identidad, diáspora y otros asuntos

Galería Braulio Salazar, Universidad de Carabobo

Horario: de lunes a domingo, de 9:00 am a 5:00 pm

Entrada libre

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