Es fácil cometer errores de tipo monetario, financiero o contable, cuando no se entienden los conceptos de magnitud real o relativa y magnitud nominal o absoluta, en variables económicas tales como son: precios, salarios, tasas de interés, tasas de cambio o PIB, entre otras, debido a que en la naturaleza humana existe un falso axioma, que consiste en creer siempre “que más es mejor que menos«.
La confusión de conceptos básicos podría aceptarse en las personas comunes, pero no en los expertos en economía, quienes para obtener cifras nominales infladas recomiendan siempre: aumentos de tasas de cambio (devaluaciones) y expansiones exponenciales de liquidez monetaria, lo que hace incrementar los precios generando inflación, a costa de la pérdida del valor del dinero, llevando a la ruina a los ciudadanos y en las ciencias exactas, esto sería como si los ingenieros no distinguieran entre magnitudes escalares (temperatura, masa, energía, etc) y magnitudes vectoriales, siendo que los vectores son portadores de información adicional, porque indican: módulo, dirección y sentido de magnitudes tales como desplazamiento, velocidad, momentum, aceleración, fuerza, torque, etc, que de no entenderse producirían análisis y diseños defectuosos, ocasionando la caída o el hundimiento de edificios, puentes, aviones, naves espaciales o embarcaciones.
Es común ver gráficos históricos, en los que se comparan cifras nominales pasadas con cifras nominales actuales, que muestran pendientes positivas, por no considerar los efectos de la inflación, pero que si se usaran cifras reales deflactadas, esos gráficos serían de pendiente negativa y lo mismo ocurre con los balances contables, donde se hace creer a los ingenuos, que altas cifras nominales actuales son mejores que bajas cifras nominales de períodos anteriores, por no usar magnitudes reales; vale decir, ajustadas por inflación.
Ingreso nominal o absoluto es la cantidad de dinero que se recibe, mientras que ingreso real o relativo es la cantidad de bienes y servicios que se puede adquirir con el dinero recibido y en el caso del salario, si anualmente se realizan aumentos nominales de 20% pero la inflación anual es de 50%, ese ajuste nominal realmente implica una pérdida de salario real de 30%, lo que significa que con el nuevo incremento nominal se puede adquirir 30% menos de la canasta alimentaria y de persistir esta situación se conduce a la ruina del trabajador.
La inflación puede verse de dos maneras: incremento de los precios o pérdida del valor del dinero y este fenómeno debe entenderse y controlarse, si se quiere tener una economía: sana, equitativa y creciente en términos reales y para entender más sobre el tema, se mostrarán algunos otros ejemplos:
Tasa de interés real = Tasa de interés nominal – Inflación
Esto significa que si se paga por los ahorros una tasa de interés nominal anual de 12%, pero la inflación anual fue de 30%, la tasa de interés real fue negativa: 12% – 30% = -18%, lo cual significa que se perdieron en el año 18 unidades monetarias por cada 100 unidades ahorradas y esta situación conduce a la quiebra de los ahorradores, pero beneficia a quienes tomaron el dinero de los ahorristas a crédito, pues su deuda real de capital disminuyó en 18%, que como se ve es un juego de suma cero, pues lo que pierden los ahorristas lo ganan los deudores y los intereses que paga el deudor lo ganan los bancos, quienes en el mediano plazo también resultarán descapitalizados y quebrados por efectos de la inflación y otras malas prácticas financieras.
Tal como ocurre con tasas de interés y salarios, con los precios sucede igual por los efectos inflacionarios, de modo que si un comerciante compra un producto por 100 unidades monetarias y lo vende por 200, pero cuando va a reponer su inventario lo debe comprar en 300, también termina descapitalizado y arruinado por la inflación y por esa razón, los gobiernos a través de los bancos centrales deben garantizar la estabilidad de los precios y el mantenimiento del valor de la moneda; pero si no pueden cumplir con sus funciones, esos entes no tienen razón de existir, pues no pueden seguir inundando impunemente a los mercados con excesos de liquidez y aplicar devaluaciones recurrentes, lo que hace perder el valor del dinero y que se generen crisis económicas permanentes.
Las metodologías y factores usados para calcular los índices de inflación no son universales, exactos ni oportunos, pero además pueden ser manipulados y por lo tanto es conveniente usar otros métodos para determinar las magnitudes reales, que consisten en utilizar una unidad de medida de valor relativamente estable como es de preferencia el oro, de tal forma que precios y salarios se puedan comparar en relación con el oro o en su defecto, con los precios de un producto de primera necesidad como es la carne de res, de tal manera que por ejemplo, pudiera establecerse como salario mínimo real mensual de subsistencia, una cantidad de 60 kilogramos de carne de res, lo cual significa que si su precio internacional fuera de 5 dólares, se podría hablar de un mínimo salarial de 300 dólares mensuales, independientemente de la fluctuación del tipo de cambio y de esta forma se podrían estabilizar tanto precios como salarios que se ajustarían periódicamente, basados en el precio corriente de ese alimento o si tomamos al oro como activo de referencia, de manera que si se usara un precio de 1.800 Dólares/Ozt, se podría establecer como salario real mínimo mensual fijo 1/6 de onza troy, que serían 5,18 gramos de oro.
Por supuesto que esta sugerencia para los montos de salario real mínimo mensual del ejemplo anterior expresado en 60 kilos de carne de res o en 5,18 gramos de oro es general, porque la cantidad de carne u oro que se fije como salario real mínimo y estable depende del país, la productividad y la concertación honesta entre las partes involucradas, quienes deben buscar la equidad entre ellas, en una relación ganar-ganar.
El falso axioma de creer que siempre “más es mejor que menos» se conoce con el nombre de «supuesto de insaciabilidad», lo que distorsiona la ley de oferta y demanda, convirtiendo en una utopía la creencia de auto regulación de precios por las fuerzas naturales del mercado, pues desencadena perversiones tales como: la especulación, el consumismo y la neoesclavitud, entre otras distorsiones, siendo por ello necesario la participación activa de los gobiernos para supervisar asuntos, tales como son: precios, salarios, inflación y especulación y así evitar situaciones irracionales, como las que ocurren con oferentes de alimentos, quienes prefieren botar a la basura los bienes de consumo al llegar su fecha de vencimiento, en vez de disminuir los precios y hacer ofertas, para que los ciudadanos los puedan adquirir.
Otra situación de falta de equidad y racionalidad económica se presenta en países donde los salarios reales son tan precarios, que en algunos casos son menores a 1 dólar mensual, lo que genera pobreza extrema e infra esclavitud, con un salario mínimo real mensual que representa menos de 180 gramos de carne de res, pero los gobiernos permiten y promueven que los productores exporten los productos que la gente no puede adquirir, porque su salario mensual no les alcanza para comprar ni un kilo de harina, con lo cual los trabajadores no logran recuperar su energía vital y de esta manera, esos seres humanos subalimentados no pueden ser productivos y terminan enfermos y desnutridos o se ven obligados a emigrar a otros países, donde son maltratados, explotados y humillados por sentimientos xenófobos, siendo que esta situación de irracionalidad económica es una neoesclavitud y es producto de “la ley del embudo” al querer cobrar precios internacionales en divisas pero pagar salarios nominales en moneda nacional carente de valor.
Un ejemplo típico de manipulación en las funciones de oferta y demanda, donde se distorsionan las fuerzas del mercado, se puede observar con las materias primas, porque los especuladores para obtener grandes beneficios con la fluctuación de los precios, ofrecen bienes o monedas ficticias (futuros, derivados, criptomonedas, etc), que se adquieren utilizando un dinero que no existe (créditos usando la reserva fraccionaria), lo que ocasiona una falsa abundancia nominal y euforia temporal, que arruina a los productores reales, quienes terminan dejando de producir, lo cual genera escasez por contracción de la oferta real (ejemplos: petróleo y oro, con precios por debajo de sus costos de producción).
Por el uso del supuesto de insaciabilidad, los oferentes de bienes y servicios tratan de incrementar sus precios ad infinitum, buscando la máxima utilidad y a su vez los consumidores se ven obligados a buscar el incremento de sus ingresos, siguiendo los aumentos de los precios nominales, lo que genera desequilibrios e inflación, que se mide con herramientas: inadecuadas, inexactas, manipuladas y desfasadas, como son el Índice de Precios al Consumidor (IPC) y el Deflactor del PIB.
Esta tendencia de incremento de cifras nominales, hace que los bancos centrales cada vez generen e inyecten más dinero al mercado o emitan piezas monetarias de mayor denominación y que los bancos comerciales produzcan más dinero de la nada al otorgar créditos sin regulaciones ni límites, generando una liquidez monetaria exponencial, acción que por la ley del PIB marginal decreciente produce: contracción de la producción, recesión e inflación o deflación (dependiendo de si la moneda del país es considerada “de reserva”).
Con esas acciones económicas irracionales personas, empresas, bancos y países terminan endeudados, arruinados y quebrados, mientras crecen en cantidades astronómicas las cifras nominales manejadas por la economía, creyendo ingenuamente que esto es riqueza, aunque no existan incrementos de producción.
Por tales razones, en vez de usar precios y salarios nominales que solo indican cantidades monetarias sin significado, es necesario entender y usar precios reales y salarios reales, los cuales se miden con relación al precio de otros bienes o activos de referencia y son los verdaderos portadores de la información relativa a la escasez, para evitar que los incrementos de los salarios nominales, se conviertan en decrementos de los salarios reales o que los ciudadanos se endeuden cada día más o emigren, buscando obtener mayores salarios reales.
Como ilustración de lo dicho anteriormente, en vez de considerar un salario mensual nominal mínimo adecuado, como la cantidad de dinero que resulta de aplicar el índice de inflación a un salario mensual nominal anterior, sería más sensato establecer que el salario mensual real mínimo estable se midiera como la cantidad constante de kilogramos de carne de res o la cantidad constante de gramos de oro que se puede adquirir con el salario mensual nominal.
A la vez, los precios reales de los demás productos y servicios también deberían indexarse al precio del bien o activo de referencia y todos los ajustes de precios y salarios se deberían concertar de forma periódica, basados en los costos reales.
En conclusión: ingreso nominal es la cantidad de dinero que se recibe, mientras que ingreso real es la cantidad de bienes y servicios que se puede adquirir con el dinero recibido y por tanto, un incremento del ingreso nominal, no representa siempre un aumento del ingreso real y por esa razón, los incrementos nominales de precios y salarios sin una concertación honesta entre las partes involucradas para mejorar o al menos mantener el poder adquisitivo que representa el ingreso real, solo generan ilusiones monetarias de corto plazo y más entropía económica.
Por otra parte, independientemente de si el dinero es analógico (billetes y monedas) o es digital (bits y bytes), es necesario que este dinero se respalde con oro, para controlar la sobreemisión de liquidez, pues como lo ha demostrado la historia de miles de años, el oro mantiene inflaciones promedio bajas y permite que esa figura monetaria honesta cumpla con sus funciones de ser: unidad de intercambio, unidad de cuenta y unidad de mantenimiento de valor.
Observación final: bancos comerciales como el Venezuela están facilitando la apertura online de cuentas en divisas según convenio cambiario N° 1, pero aún no hay un pronunciamiento oficial respecto a cómo disponer de los fondos en divisas de las cuentas del anterior convenio cambiario N° 20, cuya custodia es responsabilidad del BCV y por otra parte, se ofrecen opciones para que los clientes depositen y vendan sus divisas, pero no para comprarlas o adquirirlas por taquilla y también, las transferencias desde cuentas en divisas se acreditan en moneda nacional a las cuentas receptoras, lo cual no pareciera ser una práctica apropiada, pues para salir de la crisis actual se requiere de reglas claras, honestidad, transparencia y confianza en el sector financiero, tanto público como privado, para no seguir con más de lo mismo.
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