De la estructura jurídico-política del régimen chavista, la Asamblea Nacional, teóricamente, es el órgano más importante, por todo lo que corresponde a ese poder público. La Asamblea Nacional es el cuerpo legislativo unicameral que reemplazó al Congreso Nacional de Senadores y Diputados estipulado en todas las Constituciones anteriores de Venezuela, desde 1811 hasta 1999, año en el que se aprobó la nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, a la que nos referiremos en adelante con sus siglas CRBV.
La relevancia de la Asamblea Nacional radica en la naturaleza de su misión y en las atribuciones que le confiere la CRBV. En relación con su misión, la AN es: a) el engranaje de la pluralidad, el órgano que reúne en su seno a los representantes de los diversos sectores económicos, políticos y sociales del país; b) el ámbito natural de diálogo entre las diferentes corrientes políticas donde se debaten, acuerdan y aprueban los asuntos más importantes de la nación y c) el epicentro de las acciones dirigidas a lograr el fin último del proyecto político chavista enunciado en el Preámbulo de la CRBV en los siguientes términos: “refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado”. En cuanto a sus funciones, las más significativas son: a) legislar, b) controlar al Gobierno y a la Administración Pública Nacional y c) velar por los intereses y la autonomía de los Estados. Esas facultades están especificadas en los numerales 1, 3, 10 y 16 del artículo 187 de la CRBV.
Ahora bien, el desempeño de la Asamblea Nacional desde enero de 2001, fecha de su inicio, desnaturaliza totalmente su misión e ignora sus funciones. Nada de lo dicho en el párrafo anterior ha sido cumplido y ni siquiera intentado cumplir. No digamos nada acerca del fin último. Esa declaración, como el resto de lo contenido en el Preámbulo de la CRBV, no pasó de ser un mero conjunto de palabras que nadie recordó después. El funcionamiento de la AN ha sido tan anodino que se ha convertido en un cascarón vacío sin contenido ni provecho. Ni siquiera ha legislado. La mayoría de las leyes que aprobó fueron elaboradas por Chávez y Maduro, por expresa delegación de la misma, bajo los supuestos escenarios de emergencia nacional. El control sobre el Gobierno y la Administración Pública y el deber de velar por los intereses y la autonomía de los Estados han sido totalmente ignorados. La única función que ha desempeñado cabalmente la Asamblea Nacional es la de servir de comparsa al Ejecutivo Nacional, vale decir, al Presidente.
Durante el chavismo se han elegido cinco Asambleas Nacionales. En la primera (2000-2005) la oposición obtuvo una representación de un tercio de los diputados. En la segunda (2005-2010) la oposición se abstuvo de participar en protesta por la burda manipulación que hizo Chávez del referendo revocatorio de su mandato presidencial, derecho ciudadano que el propio Chávez se ocupó de incorporar en la CRBV. En la tercera (2010-2015) la oposición logró una representación del cuarenta por ciento. En la cuarta (2015-2020) la oposición conquistó los dos tercios de los escaños parlamentarios, pero la Asamblea fue inhabilitada inconstitucionalmente por el régimen dictatorial de Maduro. En la última (2020-2025) la oposición se abstuvo nuevamente por la acumulación de hechos dolosos realizados por el régimen: el despojo señalado antes, la manipulación de los procesos electorales de alcaldes y gobernadores en 2017 y de presidente de la República en 2018 y los vicios en la elección de la propia Asamblea en 2020.
Sería totalmente ilusorio esperar algo diferente de esa última Asamblea Nacional. Por su composición y por las características de sus integrantes ella será una simple prolongación del Gobierno y del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), organización electoral creada por el régimen y financiada con los dineros públicos.
Por todo lo expuesto concluimos recordando a los legítimos dirigentes de la oposición venezolana, los reconocidos por la mayoría, que esta es la última oportunidad que tienen para unirse y reivindicarse ante la nación, los países que los respaldan y la historia.
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