La historia puede revolver muchos conceptos anclados en nuestra mente casi como espectros de la verdad. Por ello es muy interesante hurgar en concepciones que han presidido nuestra manera de comprender. Viene al caso por el encuentro del Régimen con Fedecámaras y el creciente liderazgo que comienzan a atesorar sus representantes.
Inquieta conocer las pretensiones del régimen en su encuentro con los empresarios, hasta ayer uno de sus principales enemigos. Por ello es inevitable preguntarse: ¿puede conciliar un régimen, profundamente unido al castrismo cubano y amparado por Rusia, con una representación empresarial que ha luchado por valores totalmente opuestos: la economía de mercado, el Estado de Derecho, la vigencia de la libertad de expresión y la democracia política?, tal como recordó Ricardo Cusano al final del encuentro.
¿Puede una oferta de abrir la economía zanjar el camino, representar una salida en medio de la represión, la persecución de los oponentes, de sus partidos y la extinción del Estado de Derecho?
Una propuesta muy parecida a la formulada en 1978 por Den Xiao Ping cuando anunció las Cuatro Modernizaciones, lo cual implicaba pasar por una fase capitalista para superar el fracaso económico colectivista y al terminar retomar la tarea de construir el socialismo.
Las Cuatro Modernizaciones se refieren al desarrollo y fortalecimiento de la “agricultura”, la “industria”, la “defensa nacional” y la “ciencia y la tecnología”.
Una fórmula china concentrada en objetivos propios del crecimiento económico con un desapego total de la propiedad privada, la democracia y la libertad de pensamiento.
Este pasaje capitalista del régimen chino no alteró el estatus de los derechos humanos. En tiempos de Den Xiao Ping se siguió practicando una represión sistemática de la disidencia. El sistema de justicia permaneció bajo el mando absoluto del Partido Comunista con sus prácticas habituales, juicios a disidentes, tortura y malos tratos para los ciudadanos bajo custodia. La libertad de expresión, asociación, los medios de comunicación permanecieron restringidos. La práctica religiosa sometida a un proceso de “chinización de la religión”. Numerosos templos, estatuas budistas y taoístas, mezquitas e iglesias sufrieron daños o fueron destruidos a instancias del gobierno. Las autoridades encarcelaron a líderes religiosos no reconocidos por el partido por “poner en peligro la seguridad del Estado”.
Una propuesta china con algunas semejanzas a la emprendida en Venezuela 26 años antes, en 1952, por el general de brigada Marcos Pérez Jiménez. Este militar bajo la consigna de “Un nuevo ideal nacional” impuso un proceso económico financiado por el petróleo, lo que permitió alcanzar el ingreso per cápita más alto de toda América Latina, la construcción de infraestructuras urbanas, e importantes vías de comunicación, la carretera Panamericana, la autopista Tejerías -Valencia. El teleférico de Caracas, Mérida, la Ciudad Universitaria, el Hospital Clínico Universitario, las Torres del Silencio, la autopista Caracas-La Guaira, la Ciudad Vacacional Los Caracas, la represa del Guárico, la colonia agrícola de Turén en el estado portuguesa. En materia de vivienda se construyeron los llamados superbloques para la población más pobre.
Al igual que los chinos en su pasaje por el capitalismo, Marcos Pérez Jiménez mantuvo las mazmorras de la Seguridad Nacional colmadas por sus oponentes. La opinión política fue rabiosamente perseguida por los llamados “esbirros” de su policía política, mientras, construía autopistas, sistemas de riego y superbloques. Nos quedan las imágenes de los héroes defensores de la libertad como Alberto Carnevalli, Leonardo Ruiz Pineda y en lo personal, la memoria de mi padre un margariteño inválido montado tres días en un ring en los calabozos de la Seguridad Nacional.
Pérez Jiménez perdió el poder en 1958. El régimen chino sigue creciendo en un mundo que ignora si sus habitantes son más felices viviendo bajo la combinación inhumana de beneficios económicos a costa de la libertad.
Es tiempo de advertir, sopesar los riesgos de este reeditado modelo chino en Venezuela. Lo cual torna imprescindible unirnos con fuerza para acabar con la falsa creencia de que vale entregar nuestra conciencia y libertad por un plato “suculento de lentejas”, tal como ofrece el régimen chino a su gente. Alerta, es un gran peligro, algo distinto es posible, los venezolanos podemos lograrlo.
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