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Sobre arena mojada

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No se le pueden pedir higuitos al olmo, ni cultura y formación a las telenovelas locales. ¡Y no es por falta de talento ni ilusión de muchos de nuestros libretistas! Lo que sucede es que los directivos de las televisoras tiemblan ante la palabrita “cultura”. No bien han escuchado el comienzo del vocablo: “cult…”, cuando les entra un ataque de pánico. Para ellos, “cultura” equivale a aburrimiento inmediato, cambio instantáneo de canal, pérdida del rating y de unos cuantos milloncete$$$.

En Venezuela –salvo contadísimas excepciones– las telenovelas persiguen el único fin de entretener. Si van e informan y educan es por pura carambola. Eso no sucede en Brasil. Allá, si bien el propósito principal también es el del entretenimiento, no pierden la oportunidad para ilustrar a su pueblo. Pero lo mejor es que lo hacen con total naturalidad, como quien no quiere la cosa. El televidente nunca se dice: “Ajá, ahora viene la parte educativa en donde me van a dar una clase acerca del cáncer de mama”. No. Eso es tocado en passant:

VERA: (FURIOSA)  A mí esa Marisinha no me gusta para nada. No es porque sea mi hijo, pero Edú se merece algo muchísimo mejor. (MASCULLA, MALIGNA) ¡Yo sé qué es lo que tengo que hacer!

REGINA: ¡¿Qué?!

VERA: Me le voy a presentar allí en donde ella trabaja y el escándalo que voy a…

REGINA: (INTERRUMPE) ¡¿Vas a ir ya?!

VERA: (MOLESTA CONSIGO MISMA) No… hoy no puedo… desde hace un mes tengo cita para hacerme una mamografía y no la voy a perder.

REGINA: ¡Pero se trata del futuro de tu hijo!

VERA: ¡Y también, de mi futuro! Para poderme encargar de Edú, y conseguirle una novia que sea como uno, primero tengo que estar viva. Y a mi edad, y con el historial de cáncer que hay en mi familia, no me puedo dar el lujo de andar cancelando nada. (RETOMA LA FURIA) ¡¡¡Pero mañana!!! ¡¡¡Mañana a primera hora estoy entrando a esa fábrica de espaguetis y la tal Marisinha Teixeira va a saber quien soy yo!!!

Y lo de la mamografía quedó ahí. Suavecito. La información no fue forzada. La próxima vez que veamos a Vera, que en ningún segundo deja de pensar en Marisinha y en Edú y en su plan para separarlos, será en la Unidad de Rayos X de una clínica carioca. Desde allá hará una llamada por su celular; una llamada que la vincule a la trama principal, que es de lo que en realidad trata la telenovela. Y, en eso, llegará una dama muy asustada ante lo que va a ser su primera mamografía. Le preguntarán que si vino preparada para el examen. “Sí, me bañé y me puse desodorante, crema, talco y colonia”. Le dirán que precisamente así no se le puede hacer nada: unos grumitos de polvo perfumado pueden parecer microcalcificaciones de aspecto maligno en la radiografía. Por supuesto que Vera se impacientará y dirá una de sus pesadeces.

VERA: ¡No, no, no, no! ¡¡¡Es que yo no soporto el exceso de ignoracia!!!

Pero ya la teleaudiencia fue debidamente informada. Y seguirá la historia. Con Vera descubriremos todo lo relativo al cáncer de mama, su detección, el tratamiento, la operación, el final feliz… o no, porque ella ha sido maluquísima y ha dado mucho tormento con sus maquinaciones. Pero, todo esto, engranado a la historia central: al “Gran Amor” entre Marisinha y Edú, que es lo que importa.

En Brasil han medido el impacto que estos mensajes formativos tienen sobre los televidentes. Y dicho impacto ha sido grande y positivo. Marisinha sufre un accidente laboral: la máquina para hacer raviolis la atrapa. Edú, que es el héroe, la libera. Corren al hospital. ¡Urgente! ¡La protagonista necesita una transfusión! ¡Edú quiere darle todos los litros que necesite! Pero hay un pequeño inconveniente: ella es O Rh negativo y él, AB Rh positivo. Enamoradísimos, pero él no puede entregarle hasta la última gota de su sangre apasionada.  En tensión, el médico-actor informa: “Nuestro banco de sangre está quebrado; no conseguimos donantes; a cada rato se nos muere un paciente; esto es una tragedia”. ¡Sí lo es! ¡Marisinha agoniza! ¡Edú se desespera! ¡La teleaudiencia gime de la angustia! Y justo antes del penúltimo aliento de la moribunda, aparece Joaquim, el camionero de la empresita de pasta. Él está loco de amor por Marisinha; es la contrafigura masculina y el rival de peso de Edú, y… lo mejor de todo: ¡es O Rh negativo! ¡¡¡Bieeeeennn!!! ¡Y los televidentes pegan alaridos! ¡Marisinha no morirá! ¡Joaquim al rescate! ¡Edú debatiéndose entre el agradecimiento y los celos! ¡Y ese capítulo fue memorable! Al día siguiente, muchas personas, poseídas por el farandulerismo y la generosidad, acuden a su banco de sangre más cercano para depositar una bolsita.

Eso sucede en Brasil. En Venezuela… no. La huella que deja una gran telenovela venezolana es bastante superficial. Es como una pisadita en la playa y la ola que ya la viene a buscar.

@carolinaespada

 

 

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