¡Unirnos, como una sola familia para enfrentar nuestra realidad! Los que defiendan en primer orden sus colores partidistas, en nuestra hora decisiva como nación, deberán ser relegados. Las fuerzas del bien, donde quiera que nos encontremos, debemos cohesionarnos para enfrentar las fuerzas del mal, que amenazan con extender el cáncer y hacer metástasis en lo que queda de nuestra amada patria Venezuela; y en extenderse también a los países donde ha ido a parar nuestra diáspora venezolana.
Sin rastro de pudor alguno, dichas fuerzas del mal se manifiestan donde nos encuentren vulnerables. La salvación de la familia venezolana, aún dentro del territorio y con ansias de escapar, y la que padece los embates del tráfico humano desde el extranjero, nos obliga a organizarnos y a luchar, más y mejor por nuestra gente. Por nuestra libertad, por nuestra dignidad. Contra la violación que se materializa flagrante. Por el derecho humano a una vida sin persecución ni acoso.
Tenemos que asumir, de manera muy consciente, organizada y contundentemente, la defensa de nuestra gente venezolana. Contra violaciones de sus derechos humanos, que ocurren de manera conocida, e investigar cientos que permanecen en las sombras. Las que se intentan mantener encubiertas, día tras día, y que con complicidad de seudoautoridades explotan a los migrantes en el exterior. Debemos organizarnos y luchar por nuestros derechos humanos.
Nuestra iniciativa Tricolor House se hace solidaria con el caso específico de la que consideramos también nuestra familia, nuestra hija, hermana o nieta. El hecho acaecido contra una venezolana que buscaba trabajar en la Argentina no es, ni debe ser considerado uno más. Por supuesto que es “otro caso más” de los que se suman al extenso expediente de ocurrencias de delitos de pervertidos que se ensañan contra nuestra población joven, vulnerable, femenina y también masculina. Ocurren cotidianamente porque pareciera que sencillamente se está optando por voltear la mirada y acallar las voces del escándalo. Si eso es lo que desean las seudoautoridades, que prefieren no ser emplazadas a una actuación más eficaz frente a la vulnerabilidad del migrante y al delincuente que la acecha, debemos demostrarles que no habrá silencio posible, solo deberá haber justicia.
El migrante, desde la posición necesitada con la llegada a cualquier entorno, reclama compromiso contundente de la institucionalidad democrática: Tribunales de Justicia, Poder Ejecutivo, Poder Legislativo. Bajo la Declaración Universal de los Derechos Humanos, ya se está por demás en retraso, aún ante la lentitud conocida con que actúa el nivel diplomático. El caso venezolano, sobre el deber de proteger, ni siquiera ya quieren discutirlo en los escenarios parlamentarios de algunos gobiernos que se dicen hermanos. En otros, en países donde se dejan vociferar a chauvinistas, se nos expone como calamidad pública, exacerbando al “hombre lobo del hombre” para que aquellos que están más pendientes y al acecho puedan depredar, atacar y sacar algún provecho del ser humano necesitado que ha llegado. Así permiten, seudoautoridades, que se nos trate como menos que a un subciudadano. Se habla ya de bloquear la frontera entre Ecuador con Perú.
Debemos actuar en consecuencia a favor de una solución inaplazable en lo internacional, mientras nos organizamos, más y más, para la lucha por la liberación de nuestros territorios. En nuestro caso es Venezuela. Si, Venezuela es nuestra responsabilidad. !Esa narcotiranía asesina y sus cómplices, que nos expelen hacia otros destinos, debe saber que nuestras familias están protegidas en los destinos donde puede trabajar y fortalecerse! Debemos organizarnos a nosotros mismos, a nuestra migración y atenderla. Apoyarla en sus carencias. Elevar su autoestima. Su moral de derecho a la libertad, a la salud y a la seguridad en los territorios democráticos de América donde nos hemos refugiado. Integrarla para que cumpla deberes de ciudadanía donde llegue, siendo un huésped ejemplar. Nuestra Cátedra Francisco de Miranda, creada el 28 de marzo de 2018, se fundó, entre otros objetivos, para ello.
La liberación de tales territorios, prioritaria y precisamente, deberá incluir aquellos que han sido ocupados por entes criminales transnacionales de la droga. Desde los que se dedican al cultivo hasta los que realizan la compra y procesamiento de la misma. Los que jefaturan su comercialización, a los que hacen del lavado de fondos provenientes de ese tenebroso mundo sus fuentes de riqueza. Adicionalmente se deberán rescatar de las actividades de explotación y control mafioso las riquezas minerales, como lo es el caso de Guayana, en territorios que se han explotado destruyendo la naturaleza de manera salvaje, violando los derechos humanos de sus poblaciones aborígenes autóctonas come es el caso de las etnias de los pemones.
Las familias honorables de cada nación, y entre naciones hermanas deben comunicarse y entenderse para, por encima de fronteras partidistas o de justificaciones en ideologías supuestamente inaccesibles a la comprensión del común de los mortales, impedir que se sigan asentando economías del narcotráfico en nuestra región. Acostumbrando cada vez más a funcionarios civiles y militares, de gobiernos temporales o dictatoriales permanentes, pasan a tener narcoventajas del dominio de la situación que conocen y manejan con cada vez mayores finanzas, relacionamientos y contactos internacionales, y poder politico internacional. Si no, veamos el caso de Alex Saab y las derivaciones que se dan mediante complacientes administraciones del Estado seudodemocrático. Las garantías al procesado se convierten en complicidad de las mafias delincuentes desde los niveles más altos hasta los más bajos. Cohabitar y cohonestar con prácticas mafiosas, sabidas y comprobadas, y más que corruptas, terminan siendo narcoestados con sus empleados politicos de las que son sus benefactoras.
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