Los hay, desde luego. Los mal nacidos en «revolución» como industriales, empresarios o comerciantes del régimen. ¿Acaso no los hemos visto actuando en cada rincón del país; hasta afuera? Esos que han hecho increíbles fortunas en su inmensa mayoría con empresas fantasmas, de maletín, lavanderías sin jabón, ambulantes, de dólares percudidos.
Pero: ¿Todos los industriales, empresarios o comerciantes son fuerzas económico-productivas del régimen? Por supuesto que no. Como en diversidad de ramas, disciplinas o actividades, para estos ciudadanos el pragmatismo es una marca mayor para su pervivencia. Sin moralinas mojigatas; sin, en su caso, un absurdo humanismo descolocado para la producción, la comercialización, el crecimiento. ¿Hay excepciones? También. Loables.
No obstante, en términos generales, los necesarisímos seres encargados de estos menesteres piensan y actúan de acuerdo estricto a sus intereses. De allí que resulte incomprensible la incomprensión ante la posición de Fedecámaras expresada por su presidente. Mi teoría: empresarios, industriales y comerciantes son como bisexuales. En el sentido de que tiran para uno y otro lado. Allí donde apunte su conciencia. Así, dan una cara cordial al régimen de terror. No porque sean traidores a alguna causa, sino porque lo dicta su sentido pragmático: dólares, importación, tranquilidad mínima en el ejercicio, sin mayor riesgo de expropiaciones (con esta gentuza en el poder nada resulta seguro. Todo se torna riesgoso, movedizo, peligroso). ¿O ellos -los empresarios- no reciben-perciben veladas y explícitas amenazas constantes? ¿Ciertamente se cree que el régimen del terror los deja operar sin fastidio alguno, aunque se saquen la foto del espaldarazo? ¿Cabría entre tanta angustia desesperante de un desenlace que no se concreta, desatender por su parte un llamado a sentarse a posar?
He visto empresarios, incluso de Fedecámaras, accionar, por ejemplo, con el llamado Frente Amplio, ahora parapléjico. ¿Por qué lo hicieron? Porque seguramente percibieron por ahí un camino posible de transitar. Lo que no implicaba, para ellos, enfrentar al régimen despótico poniendo la cara. Hasta ridículo resulta siquiera elaborar mentalmente algo como eso.
Un comerciante del pueblo que habito me brinda la imagen adecuada. Al momento de las votaciones pasadas en los comicios fraudulentos para el supuesto parlamento, me dijo: «Yo votaré. No obligaré a la familia. Iré a votar así sea solo para que me vean. No puedo arriesgar ante ellos el negocio».
Así que tranquilos. Apoyarán el cambio si lo ven cercano, como luce estar. Viable, factible. Verdaderamente posible. Y apoyarán pública y frontalmente a quien esté en el poder y a quien aspire a él con alguna posibilidad. Su trabajo no consiste en hacer política. Un diccionario consultado al desgaire nos lo dice elegantemente en la entrada Pragmatismo: «Posición polit. De aceptar el recorte de las ideas o la estrategia para evitar tensiones o rupturas con fuerzas opuestas» ¿Será que me equivoco y ellos saben más de política que algunos que políticos dicen ser?
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