El mejor programa de gobierno está encarnado en la Constitución Nacional. Veamos qué dice el artículo 102 de la carta magna vigente que establece como “un derecho humano y un deber social fundamental la educación para todos los venezolanos”. El año pasado había leído varias propuestas que nos ayudan a comprender la significación y trascendencia del concepto Educación con Calidad, uno de esos libros me lo obsequio el padre Luis Ugalde: “Educación para transformar el país”.
Es un esfuerzo extraordinario en el que participan 30 ciudadanos muy calificados para hablar de esta materia y cuando uno escudriña capitulo por capitulo, no puede caber lugar a dudas que la educación con calidad, es la buena educación que se imparte, es la educación que permite cumplir uno de los derechos básicos de un niño venezolano y que así como anteriormente hablamos del número de barriles de petróleo que tenemos de reserva y cuantificamos las reservas que tenemos en gas, los venezolanos también tenemos que entender que la educación prestigiosa, la educación con calidad, la educación buena, es un bien público y que por lo tanto es una de las responsabilidades que tiene que asumir “como función indeclinable y de máximo interés el Estado venezolano” .
Es de derecho legítimo que todo niño, que todo joven, que todo venezolano, desde la etapa maternal hasta el nivel medio, inclusive, disfrute de una “educación integral de calidad”. Y eso es lo que la gente reclama en los barrios, cuando en una escuela, por ejemplo, de Casalta, en la parroquia Sucre de Caracas, las aulas no tienen suficientes pupitres, el agua potable no llega regularmente y pasa a ser una causa de deserción escolar; o es lo que denuncian los ciudadanos vía responsabilidad social, cuando en una escuela de Carúpano, en el estado Sucre, no hay maestros suficientes o están en nómina, pero faltan a sus obligaciones con alta frecuencia, o sea, cobran pero no trabajan. O es la denuncia que hacen los pedagogos o licenciados en Educación cuando se quejan de que están ganando salarios paupérrimos o las protestas de los estudiantes porque no tienen libros, no cuentan con una computadora, no comen completo o no tienen cómo trasladarse a sus respectivos centros de educación por las fallas del transporte.
Cuando estábamos presos en la cárcel militar de Ramo Verde debatíamos sobre la obligación del Estado de garantizarle a todo ciudadano el derecho a recibir una educación integral de calidad y Daniel Ceballos leía el artículo 103 de la Constitución, se me ocurrió hacer un gesto con el dedo índice de mi mano derecha y señalar hacia la planta baja del edificio carcelario donde estábamos reducidos a prisión. Les quería hacer sentir que ahí estaban dos madres que con menos de veinte años de edad ya habían traído al mundo seis criaturas y que por lo que nos habían relatados esas dos muchachas, detenidas en la Cárcel Militar de Ramo Verde, muchas veces no sabían ni siquiera con quién estaban sus hijas.
En ese sentido cabe aquí una pregunta: ¿se cumple en la realidad la Constitución Nacional? Si anualmente están naciendo más de 100.000 niños, paridos por madres adolescentes, ¿quién nos garantiza que esos venezolanos disfrutarán de ese derecho básico desde la etapa maternal, que estarán adecuadamente alimentados, que serán atendidos en instalaciones educativas en buenas condiciones, con aulas iluminadas, con pupitres, con sanitarios, con agua potable, pizarrones electrónicos y algo vital, educadores con vocación para el oficio, bien formados y mejor remunerados?
Cuando uno analiza estos cuadros, concluye que vivimos en dos Venezuela diferentes, porque desgraciadamente no todos tenemos las mismas oportunidades, y la igualdad de oportunidades, que desde el punto de vista principista debería ser una vía expedita para la justicia social, porque en este mundo usted puede ser blanco, negro, católico, agnóstico, pobre o rico, pero debe tener la oportunidad de recibir servicios de salud y una educación que le permita desarrollar sus habilidades y transformarse en un patrimonio fundamental de la nación, porque si ese niño o ese joven es educado tal cual como lo manda la Constitución Nacional, Venezuela contará con talento humano, que estará en capacidad de lograr el cometido de desarrollar integralmente nuestra economía.
Pero la verdad, lo que nos dicen los hechos, es que hay niños venezolanos que pueden ir a escuelas, donde reciben una educación, digamos que aceptable, donde es insignificante el ausentismo de los educadores, en los que aprenden a hablar inglés, que participan en actividades de cultura y de deporte, mientras que en la otra Venezuela hay millones de niños que deben pasar por encima de aguas pestilentes para ir a sus escuelas porque las alcantarillas están rebosadas de aguas negras, que tienen que pasar las alcabalas de los grupos delincuenciales que los amenazan y que lo menos que reciben es eso que llaman educación con calidad.
Esa es la realidad que estamos llamados a superar.
@alcaldeledezma
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