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Interrogantes de la consulta popular

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La consulta se realizó y fue un éxito. Los venezolanos dedicaron su tiempo a aprender tecnología, los jóvenes adiestraron a sus mayores. El 12 sin temores hicieron presencia en los puntos de libertad, desafiando la represión de las autoridades chavistas y los cuerpos armados, los ciudadanos salieron y expresaron su voluntad.

El régimen observó un perverso silencio, se calló, no mencionó la consulta y le dejó el trabajo sucio a una particular oposición que desencadenó una campaña feroz de desprestigio, avalados por algunos expertos electorales que denunciaban inconsistencias, trampas y engaños por doquier. Una ola de descrédito fue difuminada activamente, con una soberbia sobrehumana llovieron los calificativos contra los miembros del comité: ¿qué nueva imbecilidad se les ocurrirá ahora? Ignorantes, no saben nada de política, cambian diamantes por abalorios plásticos. Irresponsables, están propiciando la tasconsulta. Es una consulta-placebo lo que les están metiendo ¿Cómo se atreven….?

A algunos no les ha quedado más remedio que reconocer que la consulta popular sí logró movilizar, aunque despectivamente señalan que fue en Internet y en algunos sitios. Acusan los resultados de fantasiosos y con mucha autoridad anuncian que no ha pasado nada después del 12, han transcurrido 4 días y no pasa nada. Es la letra de un tango, 20 años de dictadura no son nada frente a una semana para desprestigiar la posconsulta.

Sin embargo, hay que seguir adelante y formularnos algunas preguntas.

La primera que no podemos obviar: ¿por qué salió a participar la gente en medio de amenazas, oscuros presagios y, por otra parte, no le concedieron ni una pizca de valor a las elecciones del 6D, un evento cuya única proeza ha sido abultar las cifras de una fantasmagórica e inexistente participación? Será que los venezolanos son tan brutos que prefieren el camino del fracaso antes que unirse a su ensalzada oportunidad electoral de votar por los partidos confiscados por Maikel Moreno, llevar a la fosforito a una diputación. Reconocer los méritos de la Mesita, que nos duele más que una callosidad en el pie. Profundamente sincero fue el lúgubre responso de Claudio Fermín al conocer en la madrugada del 7D la dimensión de su derrota “Los resultados son simplemente pésimos, no se corresponden con el esfuerzo, empeño y cariño que nuestros activistas, en los más apartados rincones del país, le pusieron a este trabajo permanente desde hace ya tiempo”.

Por qué los venezolanos aceptaron la invitación de un comité formado por ciudadanos sencillos, desarmados, solo con argumentos honestos: “No es una elección, es manifestar ante el país y el mundo nuestra voluntad, lo que aspiramos”. Para los tecladistas fue imposible desacreditar las canas y pulcritud de los miembros del comité, imposible de calificarlos de corruptos, vendidos, aunque ganas no faltaban (perdonen la inmodestia).

El otro tema resaltante que hay preguntarse es ¿por qué las visitas sencillas de Juan Guaidó, mirando a la gente a los ojos, movieron la conciencia ciudadana? ¿Y quizás, por qué el desprestigio propagado por los tecladistas furibundos no sirvió para nada?

Hay muchas preguntas y una convicción. Los venezolanos creen en el poder del voto, aspiran a una oportunidad diáfana para concurrir a las urnas electorales. La consulta popular demostró que el camino es avanzar a unas elecciones limpias y democráticas, probablemente con todos, tirios y troyanos, y que para lograrlo hay que agotar los caminos. La consigna de votar en medio del fraude no funcionó. No es ir a votar como un acto de humillación, es votar como genuina expresión de ciudadanía. No es votar como quiere el cartel madurista, es votar como gente y eso será posible muy pronto, es uno de los grandes augurios de la consulta. La mejor respuesta está en la proclamación de Luis Parra como diputado y de otros sin siquiera estar en el roster.

Hay algunos argumentos que se intentan regar como explicaciones con mucha convicción, como por ejemplo que el fracaso en derrotar a Maduro ha sido porque no hay propósitos comunes, lo cual es cierto, pero lo inverosímil es decir que para crear propósitos compartidos no hace falta la unidad de propósito. Algo difícil de entender. ¿Podríamos tener un propósito común aun sin tener una unidad básica de la oposición? Creo que es hora de examinar algunos argumentos y oír el poderoso razonamiento del padre Ugalde: Nuestra consulta no es para averiguar el ya conocido rechazo al régimen: es para que el mundo y nosotros mismos nos escuchemos en un sí rotundo unitario al cambio.

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