Ni el chavismo ni las opciones opositoras vigentes. La mayoría de venezolanos ha dejado claro su hastío y descontento con el plantel político actual. Frente a las posibilidades de votar en las elecciones legislativas o en la consulta popular planteada por Juan Guaidó, ganó el rechazo a ambas.
Con 41,84%, la negativa a participar en ninguna de las dos venció al 30,18% de ciudadanos que votaron en los comicios y al 27,98% que respondió a la consulta de la oposición.
Pero, pese a estos resultados, tanto el líder del régimen, Nicolás Maduro, como presidente interino de la República, Juan Guaidó, lejos de hacer autocrítica y preguntarse por qué sus conciudadanos se alejan cada día más de ellos, se congratularon por sus particulares logros.
El chavismo: perder para ganar
La coalición oficialista Gran Polo Patriótico, con el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela a la cabeza, se hizo con 4.317.819 votos, 1.307.429 menos que en los comicios legislativos de 2015. Pero, esa pérdida de afectos no parece importar al chavismo, ya que los sufragios logrados le sirven para recuperar la Asamblea Nacional.
La abstención, que rozó 70%, favoreció al partido de Maduro, frente a las elecciones de 2015, cuando la alta participación lo dejó fuera de juego en beneficio de la oposición.
Desde la jornada electoral del pasado 6 de diciembre, el chavismo no dejó de pregonar su gran triunfo, tras lograr 91% de los votos de una escasa y mutilada participación. Los simpatizantes de la mayoría opositora se quedaron sin opciones para votar, al ser inhabilitados sus líderes más fuertes, lo que auguraba, inevitablemente, el triunfo oficialista.
Pero el chavismo no solo perdió más de 1.300.000 votos, sino que también se quedó sin el apoyo de una parte de emblemáticos políticos de la izquierda venezolana, como el secretario general del Partido Comunista de Venezuela, Óscar Figuera.
Desmarcado de Maduro, Figuera aseguró que Maduro desarrolla una política contraria al compromiso y el acuerdo del presidente fallecido Hugo Rafael Chávez Frías. «Hay una deriva totalmente contraria a lo que fue el compromiso del presidente Chávez con nuestro pueblo».
En la misma línea, se posiciona Ares Di Fazio, secretario general de Tendencias Unificadas Para Alcanzar el Movimiento de Acción Revolucionaria Organizada, y Rafael Uzcátegui, secretario general del Patria Para Todos.
Ambos consideran que el régimen se ha escorado hacia una política alejada de la revolución y cada vez más próxima al capitalismo y al neoliberalismo.
Pero nada importa al chavismo, ni la pérdida de votantes ni de apoyos políticos, si el objetivo está conseguido: volver al Parlamento.
La realidad opositora
El comportamiento de la mayoría opositora al concluir la consulta ciudadana impulsada por Guaidó apenas difiere del de sus oponentes: celebración por un dudoso éxito que proclaman sin pudor, pese a las numerosas críticas recibidas en redes sociales.
Guaidó soñaba con largas colas de votantes durante la jornada del sábado, única fecha en el que los venezolanos tuvieron la opción de depositar su papeleta de forma presencial.
Sin embargo, tal y como captaron los objetivos de las cámaras, la realidad fue bien distinta. Igual que en las elecciones, los escasos ciudadanos acudieron a los puntos de consulta a cuentagotas, sin tumultos, sin largas filas, sin aglomeraciones.
Y así quedó reflejado en los datos de participación anunciados al cierre de las urnas: 5.794.267 votos, es decir, 456.813 sufragios por debajo de los emitidos en las legislativas, lo que supone una diferencia final de 2,2% menos en el total del padrón electoral.
Por el momento, los organizadores solo brindaron datos parciales de las respuestas obtenidas en la consulta virtual, con un resultado a su favor de alrededor de 99%, a la espera de escrutar los votos emitidos de manera presencial, que podrían modificar el porcentaje.
Pero, aun en el mejor de los casos, suponiendo que todos los votantes hubieran otorgado su confianza a Guaidó, habría perdido 1.933.758 votos, respecto a las elecciones legislativas de 2015, cuando obtuvo 7.728.025.
Ni siquiera la facilidad de poder participar desde el exterior y el interior del país de manera virtual toda la semana -un sistema que, según los organizadores del evento, reportó fallos por los cortes de electricidad y la mala calidad de las conexiones- y presencial el sábado, animó a los venezolanos a renovar su confianza el opositor.
Pese a estos resultados, la oposición celebró la consulta, igual que el chavismo el día de las elecciones, un éxito que 41,84% de los venezolanos, que rechazaron participar en ambas propuestas, no logra comprender, un alto porcentaje que reclama autocrítica por parte de quienes dicen representarlos.
Un rechazo anunciado
Los venezolanos quieren cambio, lo pregonan cada vez que tienen oportunidad, y así se lo transmitieron semanas antes de las elecciones, a través de Twitter, a Maduro y a Guaidó. Durante varias jornadas hicieron primera tendencia en la red social la etiqueta #Nieleccionesniconsulta, que ambos líderes ignoraron.
Con la actitud festiva y triunfal que los dos mostraron la última semana ante los medios de comunicación y sus simpatizantes, parecen dejar claro que lo que importa es continuar en el foco, con o sin apoyo popular.
Pero al margen de si les gusta o no la postura adoptada por los venezolanos, el mensaje contundente: ni chavismo ni oposición vigente.
Quieren caras nuevas, opciones distintas, un abanico de posibilidades entre las que elegir, sin imposiciones ni palabras vacías.
Los ciudadanos que no votaron en las elecciones legislativas defendidas por el oficialismo ni participaron en la consulta propugnada por Guaidó son mayoría y han dejado claro que abogan por una tercera vía. Lo dicen los números. Unos números que, aun sin ser para celebrar, a muchos les parecen inflados, tanto por un lado como por otro.
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