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El éxodo antiguo es la migración forzada de hoy

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Bien conocido es el socialismo por su doctrina, sus ídolos y sus métodos; migran las aves del cielo en busca de alimentos, migran los peces, migra la fauna silvestre, y migran los pueblos cuando son fustigados por los gobiernos en busca del sustento y la libertad de la que se les privó.

El fenómeno de las migraciones en los países bajo régimen socialista es equivalente a una represa con las compuertas cerradas: una vez abiertas y que exista salida, la vida migrará ante la opresión. La diáspora como método de expulsión de los Estados socialistas es lo que se ha venido practicando de forma devota en los países que abrazan esas ideas destructivas a lo largo de la historia.

El éxodo más famoso en la historia de la humanidad está presente en el pueblo hebreo, en ese libro que lleva el mismo nombre para el cristianismo: Éxodo. Contrario a la fauna, es una paradoja que esta población, nos cuenta el relato, no migrara en busca de sustento, sino en busca de libertad, lejos de la esclavitud, hostigamiento al que fueron sometidos hebreros y extranjeros por los gobernantes de ese Egipto imperial, esclavista, adoradores de ídolos de barro y de toda clase, embriagados de vanidad, poder, soberbia y orgullo contra la población.

La historia desde hace más de tres mil años no ha cambiado mucho, los pueblos siguen migrando ante la esclavitud y exigencias a las que son sometidas las poblaciones bajo regímenes personalistas y totalitarios, además de fanatismo colmado de doctrinas contrarias a las leyes naturales de libertad, orden y paz que se nos muestra en las bases de la civilización judeocristiana.

Desde una perspectiva objetiva se puede observar cómo los regímenes socialistas, con sus acciones conductistas y totalitarias de ese proceso político, promueven de manera directa o indirecta las revoluciones rojas de los gulags, guetos, pogromo, campos de concentración, holocaustos, holodomor, genocidios, trabajo forzado, lucha de clases,  limpieza étnica, esterilización, hambrunas,  éxodos, guerras civiles, cientos, miles y millones de refugiados, desplazados; y todas estas variables son mecanismos complementarios en la consolidación del sistema político y la reducción poblacional.

En el mismo orden, buscan estos regímenes el poder total, a toda costa, valiéndose de una revolución, muy bien planificada, que arrastra sistemas de desabastecimiento, carencia de servicios básicos, seguridad y justicia; de la mano de una instrucción pública ateísta, agnóstica con matices “new age” que permea todas las religiones y sus corrientes, incluso las más puras, convergiendo en la adoración al ídolo, culto al líder mesiánico estatal que construyen estas ideologías, en sí mismas globalistas.

Por eso lo hacen todo distinto a las naciones desarrolladas; paradójicamente ellos buscan que la sociedad nade contracorriente al orden que imponen, diferente al orden natural. Las leyes, sus políticas, estatutos, constituciones y regulaciones jurídicas van en detrimento de la vida, el matrimonio, la familia, la fe, la libertad, la inteligencia natural y, por ende, la riqueza, la propiedad de las personas. Por ello suceden las migraciones a niveles sorprendentes para cualquier memoria.

El ser humano, busca por derecho natural y hasta divino su libertad, el derecho a tener una vida satisfactoria para él y su familia, esto es inherente a la condición humana desde el principio; resulta absurdo erigir sistemas que busquen modificar la condición humana como pretenden los sistemas de gobierno, llámense como se llamen, monarquía, progresistas, Estado benefactor, socialistas, regímenes totalitarios, e incluso repúblicas, al menos de nombres muy bien identificados como gobiernos social comunistas.

Cambiar el modo de hacer las cosas es lo que se requiere dentro de las ideas políticas de las naciones, mas por el egoísmo junto con la ambición de poder centralizan, acaparan el poder sobre los medios y bienes de producción en cúpulas; negándose a modificar el modo continuo del pensamiento dialéctico, donde cabe mencionar el “socialismo científico” pregonado por Marx y sus revisionistas, como vienen haciendo las cosas en las naciones de Occidente.

Por eso el resultado inmediato de tales ideas es el éxodo sostenido de la fuga de inteligencia, el capital humano más valioso de las naciones, además, de las inversiones financieras, la productividad, la ciencia, la innovación y la tecnología bajo estos regímenes de ideas socialistas en su estado blando o comunistas en su fase más pura.

Es cierto que en el otrora Imperio egipcio, incluso persa, Grecia antigua, luego Roma, no existía el socialismo de forma nominal, como sistema político; pero si se hace una relación de métodos, políticas, leyes, controles de los sistemas políticos actuales con los de ese entonces,  se observa que hay grandes rasgos y puntos de coincidencia entre los sistemas  basados en estas ideas de gobierno totalitario, que dividen la sociedad en lucha de clases que practicaron y practican la eutanasia, la esterilización de la población no apta para los intereses del régimen, impuestos altos, amplia burocracia, idolatría a sus líderes políticos, hambrunas y éxodos.

En conclusión, todas estas convergencias de penas y miserias que existen en las naciones es a través del levantamiento de doctrinas que decantan en leyes que modifican las costumbres, el modus vivendi, y que, de manera dogmática y hasta religiosa, imponen estos sistemas de pensamiento, dícese científicos, contrarios a la inherente naturaleza humana de libertad con la que nacen todas las personas.

 

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