Cuando escribo estas líneas se ha evidenciado, nuevamente, que la gran mayoría de los venezolanos estamos convencidos de haber llegado al término de una larga etapa, más que de desgaste, de guerra de exterminio de la narcotiranía de Maduro contra la gran mayoría buena y libre de la nación que le repudia. Dicha tiranía nos ha sometido a la violencia de la represión directa e indirecta, desde su aparato de Estado criminal que secuestra a Venezuela. El habernos llevado a la miseria a una nación que antes sonreía a cada rato, ahora con hambruna, enfermedades, ha tenido como consecuencia una masiva migración que ya se acerca a los 8 millones de venezolanos. Según los propios promotores de la consulta que se está llevando a cabo por estos días, se ha afirmado que la misma sería la última oportunidad de intentar, por medios pacíficos-constitucionales, un cambio e inicio de transición hacia la recuperación de la democracia en este país.
Hace relativamente pocos años, al término de la vida de Hugo Chávez Frías, anunciada en marzo de 2013, se intentaba la posibilidad de generar una transición pacífica que favoreciera el escenario de la política, de la discusión entre venezolanos, civiles y militares, para un aterrizaje un tanto forzoso sí, pero sin estrellarnos. Se buscó la aceptación del otro, como vía para poder sacar adelante a Venezuela. Superar falsas creencias, sobre dogmas socialistas del capitalismo como el lobo feroz y del “nuevo socialismo del siglo XXI” como la oveja noble que pastaría en los prados de la bondad de super regidores de todo cuanto existe desde los campos del Estado.
Nuestras Fuerzas Armadas, convertidas de ese modo plural al singular de “Fuerza Armada Nacional Bolivariana”, comprometida así no con todo el país, sino con la revolución. Sus protagonistas golpistas, los nuevos ricos, asestaron entonces sí un duro y exitoso golpe a los sueños de miles de familias que, aunque pobres durante la “cuarta república”, pensaban con razón que podría lograrse una mejor Venezuela. Vía el uso indiscriminado de todo el poder de un aparato político-militar petroestatal, ideado desde La Habana, se usó más bien como respuesta a la crisis del “modelo socialista mundial que tanto les afectaba, y que ellos vendieron a la inversa como “crisis mundial del capitalismo”, redisfrazando la vieja idea desde su carnavalesco “Foro de Sao Paulo”.
Hoy, cuando concluye la quinta parte del presente siglo XXI, en medio de una gravísima situación de pandemia y del asomo de una consecuente recesión, Venezuela se ve así misma rebasada por las realidades mundiales. Nuestra patria está siendo presa fácil de toda clase de mafias y criminales. Hoy el fenómeno de la migración desde cualesquiera sitios en crisis en el mundo nos coloca a la nación venezolana en el escenario internacional como aquella de la cual regresan decenas de miles de ciudadanos de origen europeo, de los que antes migraron por guerras y pobreza con la Primera Guerra Mundial (1914-1918) , la Guerra Civil Española (1936-1939), la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Así mismo, por situaciones de pobreza, guerras, dictaduras y narcotráfico desde Colombia o Perú. Desde islas como la propia Cuba o República Dominicana. Desde Centroamérica, o del Cono Sur, etc. Ello nos hizo a Venezuela lugar predilecto de inmigración, con lo cual crecimos en nuestra población durante esa primera mitad del siglo pasado y hasta los años ochenta a las más altas tasas del mundo.
La Casa Tricolor es la inspiración de rebeldía con esa bandera de libertad que ideó Francisco de Miranda. La que tiene que ser una casa mundial de unión con Venezuela para que devolvamos a esta “tierra de gracia” el sueño de una nación que sanará y se fortalecerá. Desde cualquier lugar que se encuentre, incluso internamente en Venezuela, bajo nuestro apoyo inteligente desde el exterior, construyamos de nuevo nuevamente la casa de unión, la casa de todos los que queremos: libertad, justicia y prosperidad para vivir en paz. Convirtámonos en una Casa Tricolor o Tricolorhouse, e incorporémonos por este medio a la lucha estratégica, cultural, reflexiva, desde donde sea que estemos.Que donde esté una venezolana, un venezolano, esté la hermandad, la fe, y un hogar de amor y libertad para prepararnos para ese tiempo cuando el ¡Arquitecto del Universo, que todo lo diseña en su tiempo y en el espacio perfectos, nos devuelva a nuestra Tricolorhouse, Casa de la Libertad”.
[email protected]/@gonzalezdelcas
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