En la actualidad, bendecidos por pertenecer a la «era de la información», los conocimientos son cada vez más independientes de la edad, donde incluso los mayores tienen mucho que aprender de los jóvenes, que por su adaptabilidad pueden integrarse más rápidamente al tsunami informativo que pareciera arrasar con el tranquilo mundo de antaño.
A pesar de esto, muchos están atrapados en la oscuridad, sin poder controlar las emociones y, lo que es peor, sin la perspectiva de la temporalidad de lo que sucede. Sólo podemos darnos cuenta de nuestros errores cuando es demasiado tarde y ya no tienen solución. La juventud criolla ha dejado, en su mayoría, de recorrer con esperanza ése trayecto tan motivante que traslada la adolescencia a la madurez prudente y juiciosa.
La atesorada juventud venezolana transita por ése recorrido trashumante, con espíritu de errante migratorio; sin confianza en los logros que estructuren sus vidas, que debieran ser: pareja estable, trabajo duradero dentro de la variedad, independencia financiera y techo con el que poder cubrirse autónomamente. Temas que son fundamentales para la vida de los futuros conductores de todo un país.
El alba está cerca, muy cerca. Venezuela tiene nuevo rostro, otra esperanza. Luego de que muchas convenciones sociales, políticas, morales y religiosas llegaron a su punto de oxidación y creación de más problemas que soluciones, emergió la juventud que usualmente está ahí para muchas veces poner el dedo en la llaga y desenmascarar la hipocresía generalizada dentro de la sociedad. Esa juventud, no tiene precio.
Hoy tenemos un reto, luego de conmemorar la batalla que nos dió el importante sitial en las páginas de nuestra historia, a nuestras generaciones pasadas que lucharon con el mismo ímpetu y la misma gallardía, a nuestros contemporáneos «Próceres del Asfalto» que dieron su vida a favor de una causa justa llamada Libertad, hoy luego de tanto, aceptamos el reto.
Ese reto es de completa trascendencia, un reto en el cual cada uno de nosotros, conductores de esa generación invaluable llamada nuevamente por el destino a reclamar y a defender los ideales de libertad, justicia y democracia de reconstruir el país que nos vió nacer y crecer, y eso será desde sus cimientos más profundos. Debemos tener claridad en eso para no cometer los mismos errores garrafales que desencadenaron en esta hecatombe. Hoy, el reto es gigante y debemos estar a la altura. Yo, tengo Fe en que SÍ lo estamos y estaremos.
@JorgeFSambrano
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