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¿No hay salida? y Piedra de sol

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Por MASATERU ITO

Mi primer destino como diplomático fue México, país con el que Japón tiene las relaciones más antiguas fuera de Asia. Llegué el 20 de mayo de 1965 con tanta emoción que no pude conciliar el sueño toda la noche. No recuerdo quién me lo recomendó, pero empecé a leer El laberinto de la soledad de Octavio Paz para conocer el país y la idiosincrasia de su pueblo. Más tarde llegó a la misma Embajada el Sr. Eikichi Hayashiya, quien con Octavio Paz había traducido Sendas de Oku de Matsuo Basho y pude escuchar de sus labios sobre su amistad con Paz, episodios de la traducción, etc. Aquel entonces el gran poeta se encontraba en la India como Embajador.

Posteriormente me tocó la suerte de ser destinado de nuevo a México en 1983 y en esa ocasión pude por fin conocer a Paz personalmente. Tuve oportunidades de visitarle varias veces en su departamento ubicado en el Paseo de la Reforma, muy cerca de la Embajada del Japón, para consultar sobre los detalles de su viaje al Japón, invitado por el Ministerio de Relaciones Exteriores y la Fundación Japón y también en otra ocasión a pedirle una charla para la colectividad japonesa en México. Asimismo, tuve el gusto de compartir una cena en la residencia del Embajador del Japón junto con su Sra. Marie-José.

Octavio Paz, tras seis meses de servicio en la India en su juventud, llegó al Japón y permaneció cerca de un año como encargado de negocios para abrir la Embajada. Se dice que «¿No hay salida?» es su poema más importante compuesto durante su estancia en Japón (1952) y fue recogido en La Estación Violenta junto con Piedra de sol. Paz manifiesta en La Estación Violenta la gran conmoción interior que sufrió al observar la Europa convertida en ruinas poco después de la Segunda Guerra Mundial y a la vez, por eso mismo, parece que su convicción sobre la fuerza de las “palabras” que liberan al ser humano del yugo se hizo más profunda. Se supone que los nueve años de vida en el extranjero fueron un tiempo muy duro para él y «¿No hay salida?« refleja su oscuro estado de ánimo de aquella época. Pero Paz, reflexionando después más positivamente sobre su experiencia, confiesa: “Aquel tiempo eran los ‘nueve meses’ de gestación en que estaba en el útero materno. He renacido. Al volver a México en 1953, yo fui otro poeta, otro escritor”. Mi traducción al japonés de «¿No hay salida?« se publicó en la revista trimestral iichiko de la primavera de 2014.

En 2014, con motivo del centenario del nacimiento de Octavio Paz, la Embajada de México en Japón, con la iniciativa de la Ministra Consejera Elía del Carmen Sosa Nishizaki, se propuso emprender la traducción de Piedra de sol a la lengua japonesa. Ese año coincide con el cuarto centenario de la llegada del galeón de la misión diplomática japonesa encabezada por Hasekura Tsunenaga que recaló en Acapulco, Nueva España.

Piedra de sol es una extensa y magistral composición de quinientos ochenta y cuatro versos endecasílabos, publicada en 1957 y traducida a numerosos idiomas, pero aún no existía una versión japonesa. Según explica el propio Octavio Paz, el número de versos corresponde a los días que tarda el planeta Venus en realizar la conjunción con el Sol y fue construida a partir de los mitos aztecas del tiempo circular.  Piedra de sol recoge en su esencia las preocupaciones, experiencias, recuerdos y reflexiones políticas, literarias, míticas, históricas y religiosas de su autor.

La traducción era un trabajo colectivo de varias personas, que duró cerca de dos años, mientras tanto también realizamos tertulias para la recitación de sus traducciones en Tokio, Sendai, Osaka, etc., con la participación de la audiencia. Finalmente, el 31 de marzo de 2014, día del centenario del nacimiento de Octavio Paz, se realizó en la Embajada de México una fiesta para celebrar la publicación de la versión japonesa de Piedra de sol. Nos honraron con su presencia el Dr. Donald Keene, gran amigo de Octavio Paz, el Embajador Eikichi Hayashiya y otras personalidades de los círculos culturales japoneses.

“Japón ha dejado de ser una curiosidad artística y cultural: es (¿fue?) otra visión del mundo, distinta a la nuestra pero no mejor ni peor: no es un espejo sino una ventana que nos muestra otra imagen del hombre, otra posibilidad de ser”, decía Octavio Paz.

Donald Keene escribió: “Octavio Paz es un hombre verdaderamente internacional. Amó a México profundamente y era un mexicano auténtico. Descubrió a Bashô, redescubrió a José Juan Tablada, dio a conocer los mitos y la literatura de México al mundo entero y transmitió Sendas de Oku de Bashô a los hispanoamericanos. Es infinito lo que él nos ha regalado”.

Realmente Octavio Paz y Bashô eran idénticos; Bashô pasó toda la vida como viajero o peregrino y Paz era también un viajero eterno que seguía caminando hacia sí mismo. Me siento muy afortunado por haber podido participar en la traducción de «¿No hay salida?» y Piedra de Sol.


*Masateru Ito es traductor de obras clásicas de la literatura japonesa al español y permaneció cerca de tres décadas en países de habla española ejerciendo la carrera diplomática. Fue embajador en Honduras y Venezuela. 

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