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Francisco, Joe, Barack, santos para el populismo

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A quien se le ocurre, solo a un malpensado, el casi octogenario, si sustituye a Donald Trump en la Casa Blanca, lo primero que hará, antes incluso de pagarle a sus electores el favor aumentando los impuestos, dejar a la oronda vicepresidenta Kamala Harris sin influencia en los asuntos comunistas de Cuba, Venezuela y Nicaragua, que con mucha habladera y amenazas incumplidas ejercía Elliott Abrams. Por cierto, un venezolano-estadounidense aspira a sustituirlo. Sin olvidar al papa Francisco y su siempre amable disposición a la protección izquierdista, que con Biden tienen valores compartidos y mutua admiración; en lo que “según” significa la oportunidad de mejores vínculos entre Estados Unidos y América Latina, de potencial y democracia sólida. ¡Da risa para no llorar!

Con imaginación especulativa se pensaría que el elegido será Barack Obama, que envejece aburrido sin tener nada importante qué hacer. No estaría mal, para el 44° presidente, la oportunidad de reanudar sus contactos con la televisión cubana (en el castrocomunismo los medios son del régimen), seguir apareciendo en programas humorísticos, tener su propio espacio con traducción simultánea en la televisión venezolana entre La Hojilla, Zurda Konducta, y hasta podría aparecer sonriente al lado del irónico denunciador del mazo. Asesorar a Ortega y su deslucida mujer, cabrona del violento apasionamiento, aconsejarlo sobre el asunto aquél de Osama bin Laden, Managua y el resto de Centroamérica nada lejos para cualquier artefacto volador desconocido.

Todo indica que Joe Biden se dedicará hacer arrumacos a marruñecos comunistas en América y el Caribe, intercambiar chismes y chistes, mientras Kamala Harris con poco tiempo para esos propósitos entre sustituir al 46 presidente cuando se quede dormido, enferme, o corregirlo después que diga alguna necedad, tratando de convencer a CNN, Fox News y otros medios que las pendejadas y somnolencias son maneras de ocultar densos pensamientos, que de tan profundos no hay manera de ocultarlos.

Obama tendrá espacio para tratar de convencer al mundo de que el socialismo y el descaro también tienen cobijo. La política demócrata demuestra inclinación blandengue, de simpatía, con un tembloroso mensaje, “Estados Unidos ya no es el enemigo, ni responsable de los retos que enfrentan los ciudadanos en su vida diaria”, y así negociar con dictadores como lo hiciera Carter y Obama en su estrategia del encantamiento humano y solidario. Buscando –dicen ellos– disminuir el simbolismo de Fidel y Chávez ante las fuerzas de izquierda. David enfrentado a Goliat. Con Francisco, Joe, Barack y la corografía de Harris y Pelosi volveremos a ser testigos de una dramaturgia teatral diseñada como la presenciada en los días de la visita de Obama a Cuba, pero en esta oportunidad incluirá a Venezuela, Nicaragua, Argentina, Bolivia, Perú y Chile, estos dos últimos con su pendejera constituyente.

El tema de los derechos civiles y políticos es tabú para las dictaduras, autoritarismos y absolutismos despóticos; excusándose viles en los derechos de los pueblos a la soberanía, autodeterminación, subsistencia. Dobles estándares en la manera en que juzgan el tratamiento de los derechos humanos en países que con frecuencia se asesina a periodistas, aparecen fosas comunes con cientos de cadáveres, se practica el crimen político, la ejecución extrajudicial, la desaparición forzosa, se reprimen las manifestaciones con gases lacrimógenos, armas de fuego, balas de goma y hasta puede que jamás sus ciudadanos hayan votado en elecciones. ¿Acaso creen que van a convencer a las víctimas de que el sistema comunista socialista es el mejor modelo? Cuando el ciudadano es violado en sus derechos más elementales por el simple hecho de disentir.

Después de ilusorias ofertas engañosas los ciudadanos regresan a su cotidianidad, miseria y hambre, hasta que nuevos guiños, palabras y frases amables aparezcan. Se impulsará el deshielo, gestos cordiales, flexibilización de sanciones, medidas diplomáticas complacientes, declaraciones interesadas como ¡respeten los pueblos, que ellos decidan su futuro!, típico discurso conveniente que continuará con los demócratas. ¿Qué temas siguen pendientes, para quién y para cuándo? Tomará su tiempo, desgraciadamente, esa es la gran incógnita: ¿cuánto? Y quienes permanecen embelesados volverán a la realidad; esperar migajas y limosnas o lo que venga, ponernos de acuerdo y seguir trabajando en lo nuestro, que no es poco. ¡Diferencia entre tiempos históricos y tiempo de vida!

Las dictaduras socialistas del siglo XXI que controlan Cuba, Venezuela y Nicaragua tienen como estrategia la falsificación de la voluntad popular para detentar indefinidamente el poder; tener una oposición de utilería para aparentar elecciones libres es un truco viejo, utilizado por los comunistas.

@ArmandoMartini

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