Si el objetivo está claro, en cualquier dominio de la vida, pero sobre todo en el de la lucha política de la vida colectiva, entonces los mecanismos o los medios para alcanzar ese objetivo se pueden hacer efectivos. Ello no garantiza, desde luego, que el objetivo se alcance, pero ayuda bastante. Lo contrario también debe sostenerse: si el objetivo no está claro, bien porque hay varios objetivos compitiendo entre sí, o porque el objetivo se confunde con un mecanismo o medio para un fin, entonces lo más probable es que la referida lucha termine en un fracaso o, peor, en una sucesión de estos.
El objetivo de la hegemonía roja siempre ha sido claro: continuar en el poder, cueste lo que cueste. «Claro» no quiere decir, necesariamente, explícito. El objetivo claro puede envolverse en un sinfín de vestimentas que lo disfracen. La retórica oficialista ha sido habilidosa al respecto. Palabras y expresiones sonoras como revolución bolivariana, democracia participativa y protagónica, soberanía, justicia social, libertad de los pueblos o verdadera independencia, entre otras, han servido para enmascarar el auténtico objetivo, de hecho, el único objetivo claro: controlar el poder.
Despotizar, depredar y corromper, son consecuencias de alcanzar ese objetivo claro. Y para ello no han escatimado nada: elecciones chimbas, tramoyas de diálogos, legalidad de plastilina, violaciones masivas de derechos humanos, repartición de dinero y negocios turbios a diestra y siniestra; alianzas impresentables con la delincuencia organizada, hasta el punto de imbricarse con ella. En fin, ¿qué no han hecho para preservar el continuismo?
Con todo los horrores que implica lo anterior, no se puede negar que el oficialismo ha tenido y tiene un objetivo claro. Objetivo afinado con la experiencia de los patronos cubanos que ya supera los sesenta años. En ese sentido, cuando pienso en los voceros comprometidos con la causa democrática venezolana, me pregunto si habrá un objetivo claro, si más bien no hay diversos objetivos al mismo tiempo, si a veces no se confunden los medios con los fines. Dejo el tema abierto para el paciente lector. Por lo menos hasta una próxima ocasión.
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