Cómo medir el daño sufrido por la sociedad venezolana en estos convulsos, largos y terribles veintidós años de horror, en los cuales el país transitó por la senda desde el autoritarismo competitivo, pasando por la autocracia, hasta reventar en este tumor en el cuerpo moral del Estado, que ha copado a toda la sociedad venezolana y que no puede definirse de otra manera que no sea la maldad absoluta como política de Estado. Acudimos de manera obligatoria a una escenificación del teatro de la crueldad, cuya puesta en escena presenta un reto al marsellés Antonin Artaud. Vivimos, como lo manifesté en mi última entrega, en los ombligos del limbo, un limbo desde cuyo letargo se corona a una anarquía distinta, servida desde la cúpula de una hegemonía que apuesta al control total y absoluto y a producir un daño en el hombre, en su racionalidad y en sus obras, es decir, producir un daño humano, daño este que fuera definido por el periodista e investigados cubano, Luis Aguilar León, como “daño antropológico”.
Este daño antropológico es el resultado del extravío de la madeja de hilo que nos permitiera como sociedad representada en la figura alegórica de la civilidad de Teseo, salir del laberinto que ha supuesto el naufragio de la escuela, la perversión del lenguaje y la imposición de la neolengua para la dominación, la glorificación, la división y la confusión. En el primer y el ultimo propósito de la neolengua se inscribe la perversa maniobra por lograr una sociedad en hipnosis colectiva y moralmente destruida, una sociedad plena de individuos sin estatura moral dispuestos a darle la espalda a las lecciones de Spinoza por asumir la verdad sin ambages y lograr en medio de un discurso charlatán, vacío y avieso encontrar la forma de reconstruir una narrativa en contra del discurso de unicidad del pensamiento y de su posterior arcaetización, es así como geométricamente deforme desde las escalas morales, el chavismo ha encontrado vértices y pivotes para escalar en medio de esta sociedad en franca agonía. Resulta necesario leer al nunca lo suficientemente bendito Spinosa, “Spinoza, B., & Peña, V. (1996). Ética: demostrada según el orden geométrico. Alianza Editorial.”, pero para leer de manera comprensiva y aprehender las máximas de moralidad se necesita además resolver el daño antropológico denunciado por el cubano Luis Aguilar León, el cual se aplicó al pie de la letra por Chávez, cuando se decantó como socialista en 2006 y comenzó el clímax de nuestra desgracia colectiva, cada vez más inocultable, mas lacerante y menos atendida por el mundo.
Ese reconocimiento del socialismo como una ideología que vinculase de manera sempiterna, a Chávez con Fidel Castro y a Venezuela con Cuba, fluyó inmediatamente; como suele ocurrir en los boleros, eran dos almas gemelas, pero Chávez se subyugó a Castro, Fidel, 28 años mayor que aquel teniente de Sabaneta, logró dominar los ideales de Hugo Chávez con su avasalladora personalidad, respaldado por su narrativa construida de la Sierra Maestra y de una épica igualmente prefabricada de Playa Girón, ambas personalidades narcisistas y mesiánicas – se proponían salvar al mundo- y ambas eran unos psicópatas propios de libro de texto, los llamados “locos morales” o “locos sin delirios”, afectados por lo que la psicóloga Silvana Santoro llama “anestesia afectiva”, a los cuales se les atribuyen los siguientes rasgos presentes en Chávez y en Fidel:
- Locuacidad y encanto superficial.
- Autovaloración exagerada.
- Ausencia de empatía.
- Impulsividad y falta de autocontrol.
- Necesidad constante de halagos.
- Conductas delictivas, pues se sitúan por encima de las reglas.
Ambas personalidades eran una para la otra, sin embargo es menester recordar que al inicio el movimiento chavista fue asesorado por un sociólogo argentino Norberto Ceresole, un fascista consumado, procedente del peronismo de izquierda, Ceresole había sido asesor del dictador peruano Juan Velasco Alvarado, promotor de la causa iraní y propagandista del libro verde de Gadafi. La fórmula transmitida a Chávez por Ceresole, era la de un líder conectado con las masas, organizadas en asambleas populares, con las fuerzas armadas que actuarían como eje de transmisión de las decisiones de un líder máximo. Cuando Hugo Chávez conoce a Fidel se decanta por otra forma autoritaria, el socialismo. Esa epifanía comunista fue ocultada por Chávez, así como lo hiciera su maestro y mentor en 1959, Chávez se disfrazaba de oveja, para controlar al rebaño, el sueño de expandir el socialismo para que lograse sobrevivir se lograba de manera metodológicamente perversa, desde el Foro de Sao Paulo se admitía a las FARC, el ELN, el salvadoreño FMLN, los sandinistas y cualquier organización radical que estuviera de acuerdo con propinarle un mazazo a la democracia. Los venezolanos no tardamos en advertir el inmenso error cometido, el verdadero Chávez comenzó a mostrar sus orejas de lobo al jurar frente a la constitución a la cual sentenció a muerte y con ella a la democracia y la libertad. El camino hacia el proceso de inocular el daño antropológico estaba servido. Desde 1999 y particularmente luego de 2002, Chávez se entregó a los cubanos, así de la unión de Cuba y Venezuela se generarían los nexos para establecer una nueva hegemonía del autoritarismo radical de izquierda.
El daño antropológico propugna la destrucción psíquica, moral y humana del hombre, para ello debe impelirle a todo lo humano un daño profundo, un daño antropológico, a los fines de transferir o vehicular la expropiación de las formas físicas de la riqueza al expolio de las formas individuales que desprovean a la sociedad de identidad individual para así lograr el control social.
El socialismo en cualquiera de sus manifestaciones, colectivistas se estructuran bajo los lineamientos del marxismo, comunismo, nazismo y fascismo, en definitiva todos aquellos sistemas socialistas en los que la individualidad, la libertad y la propiedad privada son sacrificadas en resguardo del colectivo, parten de la misma premisa: destruir la identidad individual, pervertir moralmente a la sociedad e insuflar un daño social que inicialmente se ubica en el terreno de la perversión psíquica:
“… podemos decir que los numerosos lazos afectivos dados en la masa bastan ciertamente para explicarnos uno de los caracteres: La falta de independencia e iniciativa del individuo, la identidad de su reacción con la de los demás, amén de su descenso, en fin, a los de una categoría de unidad integrante de una multitud, pero esta última considerada como una totalidad, presenta aún otros caracteres; la disminución de la actividad intelectual, la afectividad exenta de todo freno, la incapacidad de moderarse y retenerse, la tendencia a trasgredir todo límite en la manifestación de los afectos y la completa derivación de estos actos, todos estos caracteres y otros análogos, representan, sin duda alguna, una regresión de la actividad psíquica a una fase anterior en la que no extrañamos encontrar al salvaje o a los niños, tal característica caracteriza a la masa ordinaria, mientras que en las multitudes más organizadas y artificiales pueden quedar, como ya sabemos considerablemente atenuados tales caracteres regresivos” Freud, S. (2013). Psicología de las masas y análisis del yo. FV Éditions.
Esa regresión intelectual acompañada del expolio del pulso individual son los primeros síntomas del daño antropológico, para lograr eso se utiliza el copamiento impuesto desde la neolengua y la posverdad, el daño antropológico se sustenta en el naufragio de la lengua como herramienta de calificación y posteriormente lograr borra a la escuela como fuente de significación de discernimiento y libre expresión. Para destruir o tomar a la escuela, y trocarla en fuente de creación de acólitos no es necesario mover tanques, ni elaborar planes elaborados, basta con someter al abandono presupuestario y abandonar a la escuela, otorgar bajos salarios, escasa o nula formación docente y bajos presupuestos, de esta manera sobreviene la mengua. Así el régimen crea a un ciudadano pseudo hablante y de alguna manera de lento pensamiento, cuando la educación es vaciada, y falla en poner a la población en posesión de una lengua que le permita informarse y expresarse, solo pueden seguir las pautas lingüísticas que le proporcionan sus entornos autoritarios disponibles, así se pervierte la participación ciudadana y se abandona al ciudadano a la anomia de la escuela y la educación, quedando a merced del mensaje único y avieso del régimen dominante, se toma la palabra con talante democrático, se cercena la capacidad de crear un contradiscurso apropiado para hacerle frente a la mentira oficial.
El daño antropológico subyace pues, en la ausencia de referentes válidos para el habla con talante democrático; en el desprecio por la formación académica, la libertad y el progreso; el rechazo a la lógica, pues esta supone razonamiento y mesura; y el daño antropológico supone formas hiperbólicas y desmesuradas, se pretende abordar las soluciones sin conocer los problemas; finalmente, cubanos y venezolanos tocados por la misma tara del daño antropológico beben de una misma copa la alegría y la amargura. Hacen música de su llanto y se ríen de su música, toman en serio los chistes y hacen de todo lo serio un chiste. Y entre sus pesares no se conocen. Hacen a lo herético sagrado, dicen que no creen en nada pero creen en todo y así no renuncian a las desilusiones, pero no aprenden de ellas. Creen saberlo todo, no necesitan leer, nacen con sabiduría congénita.
Visitar Cuba o Venezuela es toparse con este daño antropológico, creerse capaz de liquidar al comunismo o al capitalismo, en una suerte de elegía al nihilismo, creen en ambos lugares que pueden influir en temas políticos propios de los Estados Unidos y se escandalizan cuando los demás no ven la vida desde el mismo nihilismo y reducción, es allí donde subyace el daño antropólogo causado por el vaciamiento de la escuela y la verdad, por la perversión de la lengua y el expolio del individualismo.
La tara del daño antropológico subyace indemne en la isla prisión, como así llamara Salvador Villa a la isla de Cuba, en su obra Cuba cenit y eclipse y en la demolida Venezuela se presentan indemnes en su síntoma de nihilismo y vaciamiento de referente, en la toma de la educación y de la lengua como mecanismos para la libertad, en la pérdida de capacidades para la construcción de un contradiscurso para enfrentar la posverdad y la arcaetización del lenguaje.
Así, pues, el daño antropológico subyace en el socavamiento de la lengua, hasta provocar la incapacidad para estructurar mensajes divergentes, que indiquen intolerancia con la carga de mentiras y la narrativa vacua desde el poder, los improperios y consignas enarboladas desde la cúspide del poder embridan una buena dosis de este daño en lo humano, que proviene de un acto deliberado, por imponer el control social, así que es falso que exista una parte del país quienes se ríen y se divierte a pesar de la crisis, esa conducta es un síntoma del daño social inoculado, se ríe y se llora en el mismo palmo de confusión causado, por la pretendida y lograda idea de hacernos pensar en masa, de obligarnos al razonamiento colectivo negando la individualidad. Una vez cristalizado este daño, se le saca punta y rentabilidad política al seudohablante y por ende al débil pensador, el ascenso y el progreso no dependen de la formación académica o ciudadana, vienen desde la audacia y lealtad al poder. La tosquedad conceptual consigue finalmente que no se pueda cuestionar el relato oficial del poder.
Finalmente el daño antropológico tiene dos vertientes: el ciudadano que proviene de la derogación de la escuela y de la educación como espacios para la divergencia y que al provenir de esta es presa de cualquier propagandista clientelista, y la segunda fuente más malsana y perversa, aquella que proviene del ciudadano bien formado y preparado, quien decide de manera libérrima encanallarse y asumir las formas de la neolengua y en consecuencia asumir el daño antropológico y restarle importancia, el nihilismo es el causante de esta conducta, aceptar como normal el estado natural de regresión de las cosas y decidir anestesiarse e hipnotizarse, desproveyéndose de su individualidad con conciencia pura, para recibir alguna prebenda pecuniaria en pos de su autodestrucción consciente y su deseo racional, de formar parte del horror.
Esta es entonces nuestra realidad, ningún plan hasta ahora propone resolver el daño antropológico, y no existe libertad ni democracia a despecho de ciudadanos.
“Las palabras son diferentes, pero el objetivo es el mismo. En Venezuela es el ‘pueblo’ y Chávez. En Cuba es ‘la revolución’ y Fidel. Los dos son abstracciones. Ni el pueblo ni la revolución votan, ni tienen otra manera de hacer constar su verdadera opinión.”
Luis Aguilar León
@carlosnanezr
@nanezc
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