En el marco de la promoción del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el canal Lifetime estrena Yo soy Lorena Bobbitt, película que cruza la ficción y el documental para contar otras aristas de aquella historia que llegó a la primera plana de los medios mundiales y que ya cumplió 27 años.
El 23 de junio de 1993 la historia de Lorena Bobbitt -hoy Lorena Gallo- se convirtió en la noticia policial del momento y con ella se desplegaron el morbo y la fascinación por los detalles escabrosos: la mutilación genital, los juicios por agresión y violencia doméstica, la explotación del circo mediático y el oportunismo de su transformación en negocio con entrevistas, programas cómicos y películas para adultos. Detrás de todo aquello quedó naturalizado el trasfondo de la violencia de género que en aquellos años no tenía visibilidad pública. El anhelo de esta reconstrucción de la historia, de la que Lorena Gallo es productora y narradora, consiste en desmontar aquellos resortes que convirtieron a la violencia sufrida en una anécdota más del consumo mediático.
La película Yo soy Lorena Bobbit se estrena este miércoles 25 de noviembre a las 10 pm (hora de Venezuela), en el canal Lifetime.
Lifetime realizó la presentación de la película en un evento de prensa que contó con la participación de la argentina Mabel Bianco, presidenta y fundadora de FEIM (Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer), la colombiana Mónica Godoy, antropóloga especializada en estudios de género, Carmen Larios, responsable de contenidos de Lifetime, y la misma Lorena Gallo. Más allá de las definiciones sobre la violencia de género y la difusión de las vías de contacto y ayuda a las víctimas, las claves del evento tuvieron que ver con el rol de la cultura en la desnaturalización de representaciones respecto a la violencia doméstica. Y en esa línea la presencia de Gallo, quien también es activista desde su fundación, cristaliza esta perspectiva en primera persona. Es su voz la que atraviesa el relato de la película, su cuerpo el que aparece como intervención constante sobre la narrativa de los sucesos recreados, su perspectiva la que busca desmontar la construcción pública que tuvo su caso en el pasado.
La peculiaridad del caso Bobbitt-Gallo estuvo determinada, sobre todo, por la desigual construcción mediática de ambos protagonistas. La figura de John Bobbitt, ex marine residente de Virginia, adquirió un grotesco carácter de héroe nacional, luego protagonista de la escena pornográfica, a partir del culto irónico que se estimuló en la audiencia. La figura de Lorena, en cambio, inmigrante latina en Estados Unidos, joven y desprovista de poder, sufrió la desvalorización constante. «Es la diferencia de poder la que sostiene y normaliza la violencia», explica Mónica Godoy, en tanto la mujer es negada como voz autorizada y su maltrato es percibido como algo normalizado.
En ese sentido, Yo soy Lorena Bobbitt busca deliberadamente asumir el punto de vista de quien, después de años de agresiones y maltratos, recurrió a la mutilación como una forma desesperada de defensa. «Fue doloroso ver reconstruidos aquellos hechos de mi vida, pero me parecía importante contar mi verdad de la historia, no solo para mí sino para muchas mujeres que han atravesado por lo mismo y se sienten representadas», destaca Lorena Gallo. «Es importante que todo el que vea la película comprenda lo que significa la violencia de género».
La película contó con un equipo integrado por mujeres en los principales roles. La dirección estuvo a cargo de Danishka Esterhazy y el guion de Barbara Nance, artífices de una historia que recorre los hechos que resultaron el preámbulo del incidente y sus consecuencias judiciales. La película construye entonces una doble temporalidad en la que vemos a Lorena (interpretada por Dani Montalvo) instantes después del suceso, para luego revelar el pasado que la llevó hasta allí, desde el idílico romance del comienzo hasta la violencia que signó la convivencia. Gallo articula su presencia como una persistente intervención desde el presente, quizás por momentos demasiado programáticos, que aspira a conducir la interpretación de la ficción. De alguna manera, la película se piensa más como descargo, quizás menos efectivo que el contundente documental Lorena, estrenado en 2019 en Amazon Prime Video, pero valioso a la hora de recrear desde la ficción los sucesos que siempre fueron relatados.
«Lo fundamental era poner en evidencia que no siempre es fácil ver las señales de alerta, comprender que uno está inmerso en un ambiente tóxico y dañino», señala Lorena. «Los condicionamientos que impone el abusador no siempre se perciben de esa manera y es muy arduo romper el círculo vicioso del maltrato». La construcción de la figura de John Bobbitt (interpretado por Luke Humphrey) es quizás uno de los puntos más enfáticos de la película, modelado como la encarnación de esa figura abusiva y monstruosa. La película no oculta su construcción como disparador de un debate, su recorrido programático pensado para el efecto en la audiencia. En ese sentido es clave cómo la ficción introduce el descreimiento de la familia de Lorena respecto a la violencia que estaba sufriendo, el rol de los policías en el interrogatorio y las preguntas del fiscal en el juicio. Como corolario, en el final resuena la labor presente de Lorena como activista, su recuperación después de la tragedia, y las claves de una vida que puede rehacer.
Como parte de las reflexiones finales del evento, Mabel Bianco destacó el lugar del Ni Una Menos como hito previo al #Me Too, con sus amplias resonancias políticas y sociales. La construcción de relatos que refieran a las situaciones de abuso y violencia de género en entornos familiares sirven no solo para despertar la conciencia de las víctimas sino para visibilizar la situación en el ámbito público. «El valor fundamental de la película y del relato de aquella experiencia consiste en la desnaturalización de la violencia de género, en comprender que en toda relación, dentro o fuera del matrimonio, lo importante es el consentimiento mutuo. Si no hay consentimiento, no es una relación sino un abuso. Y hoy la sociedad es diferente de aquella en la que ocurrieron los sucesos que narra la película, pero debemos seguir trabajando para seguir tomando consciencia».
Por su parte, Godoy destacó la importancia de la empatía con las víctimas cuando ellas se deciden a alzar la voz, lo cual implica una decisión compleja y difícil de tomar: «Lo que plantea la película y lo que afirma Lorena desde su lugar de narradora y protagonista deja en claro que abandonar a un maltratador es un proceso y que seguramente si las víctimas cuentan con el apoyo del entorno y la comprensión de la comunidad les sea más fácil llevarlo adelante. La empatía, la capacidad de escucha y comprensión de las víctimas es esencial para superar las situaciones de violencia».
Noticias Relacionadas
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional