El ch… abismo anuló de facto la Asamblea Nacional de mi país, electa legítimamente el 15 de diciembre de 2015 por mayoría democrática abrumadora. Luego bloqueó la posibilidad de llevar a cabo un referéndum revocatorio en 2016 y, además, tuvo el tupé de postergar ese mismo año las elecciones regionales. No conforme con tales desafueros, recurrentes y de suyos antidemocráticos, instaló una fraudulenta “asamblea nacional constituyente” en 2017 y adelantó a conveniencia las elecciones presidenciales en 2018. Y para más INRI, se apresta a otra farsa electoral que será montada el próximo 6 de diciembre.
Como se sabe y ahora insisto en señalarlo por conveniencia y necesidad históricas, la chapuza electoral que se pretende montar en diciembre hogaño fue recurrida en nulidad según la siguiente información oficial: Tribunal: Sala Constitucional del TSJ; Número de Expediente: 20261; Procedimiento: Acción de Amparo, conjuntamente con Recurso de Nulidad por Inconstitucionalidad; Recurrentes: Andrés Caleca, Egleé González-Lobato (entre otros); Ponente: Juan José Mendoza, Presidente de la sala.
A esta iniciativa cívica se sumaron más de 10.000 voces ciudadanas, en breve tiempo o tiempo récord, en franca solidaridad con la acción legítima intentada, con el sentido anhelo que se detenga la consumación de otro golpe a la carta magna y a lo que queda de ordenamiento jurídico en la República.
No se podrá decir mañana que nos mantuvimos callados ante la nueva amenaza de violación de derechos constitucionales, infligida por el grupo de poder que se halla aposentado en Miraflores, con la ayuda de conmilitones y alacranes dispuestos a picar o morder cualquier locha que se les lance o alguna migaja de pan o quizá un plato de lentejas. Perdón si ofendo a alguna fe religiosa por usar santos alimentos como sustento de mis dichos.
Os recuerdo que Simón Rodríguez instaló una fábrica de jabón y velas en Valparaíso. Yo digo hoy, mi país necesita de velas para la luz entre tantas sombras tenebrosas y jabón para lavar la mugre de la peste que ha ensuciado y envilecido a Venezuela durante algo más de veintiún años de tristezas y calamidades.
Invoco solo por necesidad, la detestable frase de algunos: «por eso estamos como estamos». ¡NO!
Estamos así porque en 1998 la mayoría eligió al desquiciado milico golpista, ruin, mediocre, resentido y delirante, que en mala hora sembró esta pesadilla coloreada de un rojo alarmante y siniestro. Hampa y hambre; tristeza y desolación; corrupción y graves señalamientos de narcotráfico; torturas y muerte.
Los alacranes de esta entrega nada tienen que ver con la célebre y magnífica novela de mi dilecto Rodolfo Izaguirre, cuya lectura recomiendo con absoluta satisfacción. No, claro que no.
Me refiero a los arácnidos que acomodados al poder se aprestan, acomodaticios como son, a presentarse como seudocandidatos a la farsa del próximo 6D, investidos de una ilegítima representación, de un rol que no les pertenece, pretendiendo así revestir de validez un acto violatorio de la Constitución, de varias leyes y de reglamentos electorales, con absoluto desparpajo.
Aludo a los que quieren llegar como sea a ocupar una curul en una espuria Asamblea Nacional, eventualmente elegida con prescindencia de constitucionalidad y legalidad necesarias.
Me refiero a los despreciables que aparecen en una aleccionadora anécdota de Diógenes: Un día Diógenes comía lentejas. Aristipo, otro filósofo que adulaba a Alejandro Magno, le dijo: «Mira, si fueras sumiso al rey, no tendrías que comer esa basura de lentejas». Diógenes contestó: «Si tú aprendieras a comer lentejas, no tendrías que degradarte adulando al rey».
A los alacranes que ignoran el drama de los yukpas que –al parecer– también es un asunto ajeno al Ministerio de Asuntos Indígenas. Eso se llama pasar por debajo de la mesa un asunto de su absoluta competencia.
Desconocen, además, la supuesta intención de eso que llaman “caja CLAP”, verdaderos instrumentos de control social y manipulación política.
Olvidan los alacranes que no es el arroz picado, ni la leche que no es leche ni la harina que no sirve para hacer arepas. Es la bolsa o caja aludida que no debe existir por vergonzoso y deprimente.
No hablaré de las farmacias hoy convertidas en refugios de oración, de la falta de gasolina, del hampa común y de la administrada, de la falta de insumos en los hospitales, antes y durante de la pandemia, tampoco de otros males de parecida o de peor naturaleza.
Deben conocer esos sujetos, que salvo las del PSUV y sus conmilitones, todas (o casi todas) las tarjetas que figuran en la farsa o chapuza electoral del próximo 6D, fueron robadas, despojadas o arrebatadas impunemente a sus legítimos representantes, valiéndose para ello la peste de su propio bufete de Dos Pilitas.
Por ejemplo, la tarjeta del genuino partido político democrático venezolano Acción Democrática, con casi ochenta años de historia, ha sido robada por el régimen, de consuno con alacranes y otros parásitos sin vida propia.
Ha dicho bien el doctor Luis Felipe Blanco Iturbe al referirse a este asunto: “Asco. ¡Qué indignación! escuchar los acordes del himno de Acción Democrática en la radio, invitando a votar por las sabandijas que se robaron los símbolos del partido, a cambio de las limosnas que les echará el régimen más inmundo de la historia. ¿Sabrá el estercolero humano que trafica con ese emblema de dignidad, que están usando la creación de Inocente Carreño y de Andrés Eloy para cometer este estupro”.
El Dr. Leonardo De Sousa, investigador y profesor titular de la Escuela de Medicina de la Universidad de Oriente, núcleo Anzoátegui, comenta que el término escorpión y alacrán se refiere al mismo artrópodo, el escorpión viene del griego, y alacrán viene del árabe, pero se refiere al mismo artrópodo, que por cierto, los alacranes no son insectos sino que son arácnidos.
Según el doctor De Sousa, Venezuela tiene 184 especies distintas de escorpiones. Bueno, a esta cifra habría que añadirle una, cuyas características no es necesario señalarlas.
Cualquier pillo, corrupto o chavista cómplice (valga la redundancia) podrá lavarse las manos, aun la cara, pero nunca las malandanzas de la conciencia, porque hasta allá no llega ni agua ni jabón. Incluso los alacranes.
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