La pandemia de covid-19 ha dejado ya más de 40 millones de personas infectadas en el mundo y más de un millón de víctimas fatales.
Quienes no han sido afectados de manera directa por el virus, probablemente han tenido que hacer cambios en su vida para adaptarse a las presiones familiares, económicas o laborales que la pandemia ha impuesto en un contexto de incertidumbre.
Según un estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 130 países, la demanda de consultas relacionadas con problemas de salud mental se ha incrementado, mientras que los sistemas de salud no dan abasto para responder a esos requerimientos.
Los especialistas hablan de una «crisis de salud mental sin precedentes», donde una de las causas son los altos niveles de estrés.
Tanya Dalton, consultora especializada en productividad laboral, fundadora de la firma estadounidense Inkwell Press y autora de The Joy of Missing Out («La alegría de perderse las cosas»), se ha especializado en el trabajo con mujeres.
En estos meses le ha tocado ver cómo muchas de ellas han aumentado su autoexigencia para responder a las demandas del trabajo y de su vida familiar, particularmente aquellas que suelen ser perfeccionistas y que, por ese motivo,no se permiten fallar.
«Tenemos que ser agresivamente imperfectos», dice Dalton en diálogo con BBC Mundo, refiriéndose a la urgente necesidad de aceptar la imperfección como parte de nuestras vidas de una manera frontal.
No basta, explica, con bajar las revoluciones y reducir el número de tareas. Lo que se requiere es un profundo cambio de mentalidad que permita aceptar la imperfección en nuestras vidas como algo natural.
Y ahora, en tiempos de pandemia, es el mejor momento para hacerlo. «Está bien sentirse vulnerable porque todos nos estamos sintiendo de esa manera».
«En todos mis años de experiencia, he visto cómo ese cambio de mentalidad las ayuda enormemente en el trabajo y en sus vidas», señala.
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Estos son tres simples pasos para ser agresivamente imperfectos y bajar los niveles de estrés, según la consultora.
1. Priorizar lo que es importante y urgente
Se trata de identificar las tareas que nos llevan hacia objetivos a largo plazo y que tienen una fecha límite apremiante.
Para eso, hay que ponerlas en la parte superior de una listay darles máxima prioridad.
El problema es que cuando las personas están corriendo contra el reloj, no queda espacio para innovar o para encontrar soluciones creativas. Ahí es donde entra el segundo nivel.
2. Desarrollar lo que es importante, pero no urgente
En el segundo nivel están las actividades que nos acercan a nuestros objetivos finales porque se centran en la planificación futura y la superación personal, pero no tienen una fecha límite inminente.
Y precisamente porque no tienen un plazo a cumplir de manera urgente, es muy fácil que desaparezcan completamente del radar.
Es importante dejarles un espacio, dice Dalton, porque se trata de las actividades y proyectos que eventualmente aumentarán las posibilidades de un mejor desempeño laboral y personal.
3. Adaptarse (dejando de lado las cosas sin importancia)
En el tercer nivel entran las cosas sin mayor importancia, que no ayudan a alcanzar las metas a largo plazo pero que hacen muchísimo ruido.
Por ejemplo, cualquier tarea cotidiana del hogar como lavar los platos. O cumplir con un compromiso extralaboral simplemente porque nos sentimos obligados a hacerlo.
Por eso, hay ocasiones en que hay que decir que no. «No pasa nada si la cocina es un desastre», apunta Dalton. Si se tiene que hacer más tarde o incluso mañana… tendrá que quedar para después.
Lo bueno de hacer una lista de cuestiones importantes, agrega, es que dejamos de desperdiciar energía pensando en qué viene a continuación y, en cambio, trabajamos por prioridades.
«Centrarse en nuestras prioridades es lo que separa a los ocupados de los verdaderamente productivos», apunta.
«Pasé años sintiendo que todos los días se quedaban cortos. Finalmente me desperté y me di cuenta de que no existe lo perfecto».
«Es hora de liberarse», concluye.
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