Primero, lo primero. Los bonos que está pagando el gobierno a los empleados públicos, a los pensionados y jubilados y a los que tienen el carnet de la patria nada tienen que ver con el brinco que pegó el dólar la semana pasada, por mucho que el segundo vicepresidente de Fedecámaras insista en que es demasiado dinero y que la gente “tiende a proteger sus ahorros con moneda dura”.
Eso era antes, señor Cepeda, cuando los empleados públicos cobraban millones en aguinaldos y con todo y eso, no compraban dólares sino que gastaban los bolívares que tenían algún poder adquisitivo todavía. Ahora lo que ha repartido el mandante son migajas que no llegan ni a 2 dólares. Con eso no se compra ni un cartón de huevos.
Algunos analistas económicos indican que lo que sucede más bien es que el régimen está pagando un montón de facturas que tenía pendientes porque quiere estar bien con los acreedores ahora que viene el invento de las elecciones parlamentarias. Esos sí son montos astronómicos que pueden aumentar la liquidez y la demanda de divisas. Pero el pueblo sigue con hambre y ya casi sin esperanzas de ver la luz al final del túnel, ni siquiera medio kilo de pernil.
Así que los empresarios deben dejarse de estar pensando que el aumento del precio del dólar se debe a la limosna que reparte el mandante. No hay aumento de salario mínimo ni bono con nombre cursi que pueda llegarle a los talones de la inflación. Y lo peor es que el régimen sabe que esa campaña que acostumbraba a hacer de repartir dinero a diestra y siniestra ya no les sirve de nada. Pero eso no les preocupa, porque los diputados ya están escogidos.
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En una sola semana el dólar subió un poco más de 25%, eso quiere decir que ya el bolívar soberano es polvo cósmico, como decía el comandante muerto. La inflación de este año casi llega a 2.000% y sigue subiendo. Ya el Banco Central de Venezuela no tiene capacidad de inyectar divisas al mercado para tratar de estabilizarlo y la diferencia entre el precio del paralelo y el oficial se está haciendo más grande cada vez. Lo que entra por las pocas exportaciones de petróleos se va en pagar los giros de la deuda con Rusia y China, así que tampoco de allí se puede sacar mucho.
El régimen no tiene ni la más mínima intención de diseñar políticas económicas dirigidas a enderezar este entuerto. Es más, nunca ha tomado en serio el diseño de medidas para recuperar un sistema económico distorsionado o tratar de salir de la depresión. Al final, los más afectados son los más pobres, que son la mayoría del país. Son los que protestan todos los días en las calles de los pueblos y ciudades. ¿Quién los escuchará?
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