Ryan Gosling, el aclamado actor canadiense que inició su carrera en un programa infantil –Mickey Mouse Club, donde también aparecían Justin Timberlake, Britney Spears y Christina Aguilera-, cumple hoy 40 años de edad.
Hijo de una secretaria y un trabajador de una fábrica de papel, Gosling creció bajo los cánones estrictos de la religión mormona, pero ya de pequeño supo que quería dedicarse a la actuación, una profesión más liberal que aquellas con las que soñaba su familia. Cuando tenía 21 años de edad se lució en The Believer, en el que interpretó a un joven judío neonazi. La película ganó el Gran Premio del Jurado en el Sundance Festival y fue su bautismo de fuego en el cine independiente.
Su popularidad creció enormemente con su papel en Diario de una pasión (2004), de Nick Cassavetes: protagonizó una intensa historia de amor con Rachel McAdams, con quien empezó llevándose mal y terminó teniendo una relación amorosa que duró tres años. Sus otras parejas famosas fueron Sandra Bullock, Blake Lively, Olivia Wilde y Eva Mendes, con quien está en pareja desde 2011 y tiene dos hijos, Esmeralda Amada y Amada Lee.
Gosling ya estuvo dos veces nominado al Oscar, la primera por Half Nelson (2006), película de Ryan Fleck en la que interpreta a un joven profesor de historia en una escuela secundaria de Brooklyn que es adicto a la cocaína, y la siguiente por La La Land (2016), un trabajo por el que se quedó con la deseada estatuilla que otorga la Academia de Hollywood y también ganó un Globo de Oro. En la exitosa comedia musical de Damien Chazelle (que recaudó más de 450 millones de dólares en todo el mundo) funcionó muy bien su química con Emma Stone, actriz con la que también trabajó en la comedia romántica Loco y estúpido amor (2011) y el noir ambientado en los años 40 Fuerza antigángster (2013).
Unos años antes, en 2007, había protagonizado Crimen perfecto, un thriller en el que su antagonista es nada menos que Anthony Hopkins, con quien se mide en un duelo judicial que de algún modo también se transformó en batalla estilística: Gosling se formó con los parámetros del Método de Lee Strasberg y el veterano actor galés es un profesional de formación clásica.
Más cerca en el tiempo, a Gosling lo convocaron para producciones de gran volumen como La gran apuesta (2015), mordaz repaso de la crisis que explotó en Estados Unidos en 2007 donde estuvo rodeado de una compañía de lujo -Brad Pitt, Steve Carell, Christian Bale-, Blade Runner 2049 (2017), continuación de la famosa película de ciencia ficción de Ridley Scott estrenada en 1982, y El primer hombre en la Luna (2018), en la que encarnó al célebre astronauta Neil Armstrong.
Admirador confeso de Gary Oldman, su universo personal y su alcance profesional no se restringen al cine: Gosling también abrió un restaurante marroquí (llamado Tagine) en Beverly Hills y fundó con su amigo Zach Shields la banda de rock Dead Man’s Bones, de actividad intermitente.
A continuación, una selección de cinco películas en las que Ryan Gosling estuvo involucrado, disponibles en diferentes plataformas de streaming:
Blue Valentine, una historia de amor (Derek Cianfrance, 2010)
Crónica desoladora de la desintegración de una pareja, esta película premiada en el Festival de Sundance fue rechazada inicialmente por muchos productores, demoró años en encontrar recursos financieros y después de un rodaje exprés y muy barato para los cánones del cine norteamericano se transformó en un éxito internacional. La historia oscila entre dos tiempos narrativos, el presente continuo de poco más de veinticuatro horas en el que Dean (Ryan Gosling) y Cindy (Michelle Williams, nominada a un Oscar por labor) se enfrentan al momento más crítico de su vida en común y una serie de flashbacks que cuentan cómo se conocieron y fueron felices durante una época en la que todo parecía más fácil de lo que terminó siendo. La fortaleza más evidente de Blue Valentine es el gran trabajo de sus protagonistas, algo ligeramente empañado por una puesta en escena artificiosa y manierista que subraya la cursilería de algunas escenas.
Drive: acción a máxima velocidad (Nicolas Winding Refn, 2011)
Gosling es aquí un hombre sin nombre ni pasado muy claro que se gana la vida conduciendo automóviles en escenas de riesgo ficticias -las de la industria de Hollywood- y también en otras mucho más reales -las que protagonizan malhechores que lo contratan por su admirable habilidad al volante-. La película, que tiene un arranque demoledor, cruza con bastante eficacia la estética de los polar franceses capitaneados por Jean-Pierre Melville en los años sesenta y el clima de thriller norteamericano de los setenta y ochenta. Igual que en La La Land, Gosling consiguió el papel después de que otro colega famoso (Hugh Jackman en este caso) lo rechazara. La interpretación de Ryan se nutre de la sequedad del Alain Delon de El samurai y el estilo de Steve McQueen de Le Mans. Y sus rivales en la historia son de fuste: Albert Brooks, Ron Perlman y Bryan Cranston (Breaking Bad).
Lost River (Ryan Gosling, 2015)
En su debut como director y guionista, Gosling resistió la tentación de sumarse al elenco de esta historia estrenada en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes y que la crítica trató mayormente con desdén. Es cierto que a la narración le falta algo de fluidez, pero también es verdad que la película tiene una enorme potencia visual (muchos planos parecen obra de un Edward Hopper en plan pesadillesco) y un ritmo por momentos frenético. La perspectiva onírica del cine de David Lynch es el modelo más evidente de esta ópera prima cuya historia se desarrolla en un mundo en ruinas, acechado por una profunda crisis económica y moral provocada por bancos e inmobiliarias caracterizados por un apetito voraz por las ganancias. Funciona mucho mejor cuando prevalece el espíritu macabro y surrealista que la línea políticamente correcta de un guion algo pretencioso y explícito.
La La Land (Damien Chazelle, 2016)
Aun cuando no era la primera opción para el papel -Damien Chazell había pensado originalmente en Milles Teller, quien ya le había rendido muy bien en Whiplash-, Gosling se luce en el papel del pianista de jazz que sueña con llegar a la cima. Este virtuoso intento de recuperación de la alquimia formal del musical clásico se desmarca de los productos resueltos centralmente en la sala de montaje que copó al género en los últimos años: La La Land dialoga con Cantando bajo la lluvia, Un americano en París, Grease y Moulin Rouge y se entiende bien con todas. La química con Emma Stone -que ganó un Oscar y un Globo de Oro por este trabajo- se fue elaborando paso a paso.
Dos tipos peligrosos (Shane Black, 2016)
Con Russell Crowe como socio, Gosling se anima a ponerse en la piel de un antihéroe al borde del ridículo y exhibe una novedosa destreza para jugar al slapstick. La historia de esta buddy movie llena de desventuras bizarras está ambientada en Los Ángeles de 1977, una urbe castigada por un tráfico imposible, una polución venenosa y una notoria degradación social. El detective Holland March que interpreta Gosling no controla su relación con el alcohol y tiene un vínculo algo inestable con su hija, una sagaz adolescente encarnada por Angourie Rice. Es muy divertido que estos dos beautiful losers terminen investigando casos tan importantes: el asesinato de una actriz porno, la desaparición de una joven y finalmente una grandiosa conspiración que involucra a la industria del cine para adultos, al negocio automotriz y hasta al Departamento de Justicia de Estados Unidos.
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