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Antirretrato de una dama en llamas

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La dinastía de los Marcos en Filipinas es un reflejo próximo de la corrupción política.

Por ende, Imelda Marcos y su clan protagonizan el documental The Kingmaker, estrenado en el Festival de Venecia y transmitido por Directv.

El filme pertenece a una notable escuela de largometrajes sobre los efectos nocivos de las tiranías en la historia del mundo.

De los últimos trabajos, cabe destacar las contribuciones de The Act of KillingLook of SilenceLa imagen menguante y El silencio de otros, algunos de ellos disponibles en plataformas de streaming.

La película de no ficción fue dirigida por Laura Greenfield, una artista norteamericana egresada de Harvard.

La realizadora lleva dos décadas investigando temas comprometidos del declive de la sociedad del bienestar, como los desórdenes alimenticios, el materialismo histérico en los niños y las influencias tóxicas de la hipercultura de la belleza.

Hasta la fecha, Generation Wealth supone una de las cimas creativas de su obra, al resumir descarnadamente las paradojas de la felicidad en un tiempo frío obsesionado con la imagen, el estuche, la superficialidad consumista.

En el mismo sentido, The Kingmaker desmonta el reinado de las apariencias de un poder envilecido, cuya fuente de origen sigue intacta y a la espera de volver a conquistar la hegemonía de la eternidad.

El lente expande el rostro inflamado por el botox de Imelda Marcos, en los encuadres principales del antirretrato de una dama, negada a reconocer cualquier defecto de su familia disfuncional, semejando la caricatura de una matriarca de telenovela, de serie de HBO en modo Juego de Tronos y Succession.

La tirana goza de libertad por las debilidades de un sistema judicial fraudulento, fácil de comprar y manipular como el tribunal de los sapos rojos.

Su look decadente algo se emparenta con la estética populista y el verbo matriarcal de Cilia Flores.

El dinero saqueado al erario público le permite garantizarse la impunidad y el ascenso de sus descendientes.

Por medio de transacciones opacas y dolosas, la Lady Macbeth consigue financiar la campaña populista de su hijo “Bongbong” al puesto de vicepresidente.

Así, el delfín reparte dádivas y billetes en la calle, prometiendo regresar a la época de terror de su padre.

El archivo contrasta con el discurso de los demagogos, al exponer el expediente de represiones y muertes de los violadores de los derechos humanos.

Las víctimas de tortura, entre ellas maestras y mujeres de la resistencia, denuncian los métodos implementados por los usurpadores, para perpetuarse en el régimen de sombras.

La cacería de brujas purgaba a los activistas de oposición, haciendo imposible la labor de los periodistas.

Semanalmente los militares ejecutaban matanzas selectivas en los barrios de la periferia, con el fin de intimidar a los disidentes y neutralizar focos de descontento, de estallido social.

“La paz” de los Marcos costó innumerables vidas y traumas, todavía sin reparación y compensación.

En una isla levantaron un safari con animales traídos de África, solo para complacer un capricho de Imelda.

La doña alardeaba de sus amistades peligrosas con Fidel, Gadafi, Hussein y Mao, puros campeones en la liga de los genocidios, las guerras y las revoluciones fallidas.

Cuando cayeron los Marcos, la ira de los pobres tomó la bastilla de los oligarcas y los nuevos ricos surgidos al cobijo de la traición, de la colaboración.

Hoy los cohabitantes, los patriotas cooperantes exhiben sus riquezas mal habidas por el globo, financiando candidatos, partidos, marcas y concursos de belleza.

El nepotismo, por igual, es una fuerza planetaria de la dimensión arquetipal de los Marcos.

Actualmente se conoce de las relaciones del presidente de Filipinas, el impresentable Duterte, con la coleccionista de Picasso, de cuadros de Miguel Ángel en Manila.

Imelda quiere ver crecer a sus enchufados. Imagina privatizar con ellos el estado, secuestrar la red de los negocios públicos, rodear a su país de elefantes blancos y jirafas endogámicas.

Por fortuna, The Kingmaker existe para abogar por la clausura del zoológico de los Marcos en Filipinas.

Pero su verdadero encierro es otro cuento.

 

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