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La verdad y la mentira en un juego de espejos: The Undoing de HBO te hace cuestionar el sentido de lo que crees 

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Nicole Kidman se aleja de sus habituales papeles para crear quizás uno de sus personajes televisivos más interesantes: The Undoing de David E. Kelley y Susanne Bier es un recorrido por los secretos inconfesables, pero también, lo que nos hace intentar no comprender el alcance del mal interior. Con un reparto de lujo y una producción de extraordinaria factura, HBO apuesta al thriller para cerrar un año de formidables producciones originales.

Hitchcock habría querido filmar la premisa de la serie The Undoing, la nueva producción de HBO, basada en el libro You Should Have Known de Jean Hanff Korelitz: después de todo, cumple varias de las premisas esenciales de sus películas más famosas. Una esposa hermosa y en apariencia frágil (esta vez pelirroja) que se enfrenta a la amenaza de una verdad potencialmente destructora, un marido apuesto y siniestro que desaparece, un asesinato provocado por una situación confusa, un hijo que lleva a cuestas las consecuencias de lo que pudieron haber hecho  — o no —  sus padres. Pero, además, la serie profundiza en un elemento que el maestro del suspenso apreciaba de manera especial: la oscuridad que vive en cada uno de nosotros. The Undoing es una serie que está más interesada en lo que no se muestra, que, en las acciones evidentes de sus personajes, de modo que nada es lo que parece y quizás, eso es un mayor triunfo.

Se trata, además, de una historia en cada personaje debe enfrentar un juego de espejos emocional. Hay un doble rostro (tanto psicológico como moral), para cada uno de ellos. Grace Reinhart Sachs (Kidman) es una terapeuta que aprendió a reconocer la mentira, la duplicidad y, sobre todo, las manipulaciones a fuerza de escuchar a paciente tras paciente, ocultar sus dolores y miserias con todo tipo de trucos psicológicos. Kidman tiene una larga trayectoria en personajes cuyo mundo interior les desborda y les somete. Mujeres que además, deben batallar con la presión interna del amor y de las relaciones que le rodean. En The Undoing lleva el espectro del dolor a otra dimensión y crea un personaje que se cuestiona, pero a la que vez, es un reflejo de un tipo específico de arrogancia moderna.

Grace intuye las dobles caras, los dobleces en las versiones de las historias, los pequeños fallos de lógica y de argumento, lo que le ha convertido en una autoridad sobre el tema. La actuación de Kidman (contenida, fría y por momentos, irritante) tiene un cierto parecido con la que ofreció en la película de 1997 La invasión, en la que también interpretó a una psiquiatra incapaz de ver la verdad en sí misma de la misma manera implacable, en que la hace con otros. Pero mientras la Carol Bennell del fallido remake de La invasión de los ladrones de cuerpos era una criatura bidimensional y apenas un recurso para sostener una trama débil, la Grace de The Undoing tiene la firmeza y la frialdad del acero pulido. La actriz sabe que todo alrededor del personaje sostiene el argumento y brinda sus mejores recursos para hacerla creíble.

Y es sin duda, lo creíble y lo engañoso, lo que hace de Undoing un elegantísimo thriller de suspenso que desde sus exquisitos créditos de entrada, tiene toda la disposición de jugar con la atención del espectador. Como la historia de suspenso psicológico que es, la serie está profundamente interesada en cuestionar cómo esta mujer brillante, de una capacidad intelectual que desconcierta pudo  — ¿podría? —  haber sido engañada por su esposo, interpretado por un formidable Hugh Grant. El actor, que deja muy atrás sus papeles de comedia ligera, sus icónicos diálogos torpes e incluso, su humor sarcástico para mostrar un tipo de maligna autosatisfacción brillante.

Su Jonathan Sachs es un triunfador nato, una fuerza meditada y pulida bajo la cual parece ocultarse una perturbadora consciencia del desastre. Con su quietud aparente, la sonrisa fría y la mirada imperturbable, el personaje recuerda al Reynolds Woodcock de Daniel Day — Louis en la brillante El hilo fantasma de Paul Thomas Anderson. Solo que en lugar de la obsesión por el control de Woodcock, Sachs mide  — ¿midió? —  cada uno de sus pasos para crear una imagen retorcida y sólida sobre su inocencia. Y lo hizo, frente a los ojos Grace, que ahora le mira a la distancia de una desaparición inexplicable, cada vez con mayor atención, que trata de enfocar su intuición implacable en el hombre que conoció  — ¿creyó conocer? —  por años.

Por supuesto, la serie juega con la ambigüedad: la pareja atraviesa quizás el mejor momento de su vida y cuando la tragedia llega, la ruptura de la perfecta fachada que ambos muestran, es un golpe de efecto que el guion de David E. Kelley y Jean Hanff Korelitz analiza desde cierta quietud inquietante. La lujosa puesta en escena de inmediato construye el mundo de los Sachs a través de la belleza impecable de un Manhatttan ideal, en la que el matrimonio es un ejemplo de éxito y prosperidad. Sobre todo Grace, que acaba de publicar un libro y que de pronto, está muy cerca de ser una celebridad útil. Una de las tantas en una ciudad acostumbrada a los productos baratos y sin duda, a los escándalos inmediatos. Resulta casi burlona la manera como la serie enfoca la atención en como el personaje es considerada una autoridad en el arte de descubrir la mentira, cuando ahora, debe enfrentar de hecho, la posibilidad de todo lo que creía y que hasta entonces, había considerado cierto, se venga abajo.

Pero, la premisa no se limita al juego del gato y el ratón, entre la esposa que intenta saber la verdad, proteger su estilo de vida y el amenazante villano de exquisitos modales con el pudo haber vivido y que durante la ausencia, es más temible en los recuerdos idealizados. Toda la acción gira también en la posibilidad de lo que escogemos no saber, lo que nos hace mirar al otro lado en medio de la oscuridad de nuestra y en especial, lo que decidimos ignorar. Grace puede no ser tan inocente como parece y Jonathan, tampoco el malvado de opereta que el argumento muestra en la versión de la prensa sensacionalista.

El secreto está allí: ¿Grace se negó a admitir que su esposo era algo más de lo que soportaba mirar? La cuestión se plantea varias veces y en momentos distintos de la trama, en especial, a medida que las evidencias apuntan que Jonathan puede ser culpable pero además, haber sido protegido por su entorno. Grace entonces deja de ser la víctima propiciatoria para ser en realidad, un testigo despiadado, la mujer que decidió en qué creer y en qué no, para sostener la versión sobre la realidad que pudiera sustentar su exitoso estilo de vida.

La serie avanza con enorme cuidado sobre pistas falsas hasta crear una cadena de eventos extraños que combinados entre sí, termina por ser algo más duro de asumir y de analizar. ¿Grace negó la mayor parte de su vida que el hombre al que amó —¿ama?—  apoya y sostiene frente al público, puede ser en realidad un criminal de una crueldad inquietante. Pero de serlo ¿en qué posición queda Grace? Para el tercer capítulo, ya la serie ha dejado en claro que los cuestionamientos se multiplicarán y se harán más elaborados, complicados y dolorosos de sostener.

Las narrativas falsas de los personajes se superponen a las reales y es entonces, cuando el guion hace gala de un exquisito instinto para la trampa y el engaño. Hay un núcleo de negación perpetua que hace de la historia un espiral de descubrimientos siniestros, en especial cuando Grace deja claro que sería capaz  — ¿fue —  de hacer cualquier cosa por mantener a salvo a su familia. El esposo ausente se convierte en un símbolo de todos sus deseos frustrados y su necesidad de proteger al hijo de ambos, se convierte en su prioridad. ¿Qué esconde Grace y qué desea siga oculto? ¿Lo hizo antes? ¿Lo hará después?

The Undoing es una retorcida búsqueda de razones para decir la verdad y para mentir: desde Grace, que debe admitir que el renombrado doctor al que idealizó y el que encumbró, es quizás un monstruo capaz de abusar del poder y de matar, hasta todos quienes le observan, que deben discernir si detrás del rostro frío y hermoso de la terapeuta se esconde algo más, la serie es un tránsito entre lo que creemos pudo ser y la frialdad de los hechos. Lo real, lo falso y los que se esconde debajo de la apariencia, es un juego cada vez más retorcido que hace de cada capítulo de la serie, una búsqueda afanosa sobre el motivo real que nos impulsa a creer en quienes nos rodean y brindar un voto de confianza. Algo que la serie logra con un lúgubre pesimismo y una inquietante mirada acerca del bien y del mal contemporáneo. ¿Quienes somos cuando nadie los mira? Grace se lo pregunta mientras piensa en Jonathan, desaparecido y sin rostro. Y es la misma pregunta que la producción logra que los espectadores se hagan también.

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