Ayer los estadounidenses terminaron de votar para elegir el nuevo presidente que regirá los destinos de la nación norteamericana para el período 2021-2025.
La propuesta demócrata de Joe Biden – Kamala Harris busca retomar la agenda globalista de la administración de Barack Obama – Joe Biden desarrollada entre 2009 y 2017.
Si resultasen electos Biden y Harris, la razón de ser de la República de Estados Unidos cambiaría a la del Estado de Bienestar.
Biden es un político de centro que facilita el triunfo en la carrera presidencial de 2020. Sus casi 50 años de vida en la política americana permiten ocultar el montaje del Estado Benefactor. El verdadero exponente de este Estado dentro del Partido Demócrata ha sido Bernie Sanders, quien perdió las elecciones primarias no solo porque la pandemia del covid-19 no permitió concluir ese proceso, sino por el acuerdo al que llegaron los Clinton y Obama en febrero: Biden sería la mejor opción al no representar una amenaza para el electorado americano.
Una supuesta elección entre Sanders y Trump hubiese inclinado la balanza a favor de la reelección del presidente porque la mayoría de los estadounidenses no comparten los valores del socialismo.
Los Padres Fundadores de Estados Unidos establecieron en la Declaración de la Independencia de 1776 “que todos los hombres son creados iguales, que su creador los ha dotado de ciertos derechos inalienables, entre ellos la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”.
El principio de que el Estado asume un conjunto de decisiones y acciones con el fin de satisfacer las necesidades básicas de la población a través de la redistribución de la riqueza y la inversión del gasto público para la creación de felicidad de los ciudadanos es contraria a la razón de ser de la República de los Estados Unidos de América.
Por ello, la fórmula Biden-Harris está pensada para hacer la transición de los valores republicanos a los del Estado Benefactor, es decir, de la búsqueda de la felicidad individual a la dependencia estatal de bienestar social. Además, buscarán recuperar el legado globalista de Obama: el pacto climático, el acuerdo comercial transpacífico –parte esencial del «eje estratégico» en Asia– y la apertura diplomática con Cuba. Todos desmontados por Trump durante su gobierno. Hay que incluir el regreso a la Organización Mundial de la Salud, que Estados Unidos abandonaría en julio de 2021 por considerarla el presidente un instrumento de China.
La agenda republicana defiende el Estado-nación. Asimismo, protege los principios sobre los que dieron origen a Estados Unidos hace 247 años: la libertad, la igualdad de oportunidades, la vida y la felicidad. Mientras que la demócrata instalará el Estado Benefactor que con el tiempo hará que Estados Unidos pierda la esencia del legado de los Padres Fundadores, el capitalismo emprendedor. Adicionalmente, el gobierno interviene en la economía menos que en la mayoría de los países avanzados, y hasta ahora los principales programas sociales como la atención médica universal no están tan profundamente arraigados como en otras partes.
Por ello, el futuro del capitalismo emprendedor estadounidense está en juego.
Una vez que las sociedades descubren que el Estado es el que proporciona la felicidad tienden a destruirlo, lo que conducirá al declive económico y a perder la hegemonía mundial.
En Estados Unidos se debate la República contra el Estado Benefactor.
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