Mucho se ha escrito de la Segunda Guerra Mundial, a lo largo de todo el siglo XX se alcanza a observar toda clase de documentos con infinidad de bibliografía, documentales, reportajes, películas, relatos, testimoniales con toda la crónica más densa que se pueda imaginar, mas aún hay cosas que por su naturaleza de información clasificada siguen permaneciendo ocultas para la población mundial. Por tanto, habiendo asuntos de los que “no se habla o no se quiere hablar” por parecer contrario a los intereses del orden establecido por parte de las potencias dominantes, es que el mundo se encuentra en el caos.
De cualquier manera, el fondo del contenido de este tema no busca ser víctima ni verdugo, sino que, por el contrario, busca despertar en el humilde y distinguido espectador ese sentimiento inigualable de autorreflexión, al que los invita la inteligencia frente a estos acontecimientos.
De modo que las poblaciones se preguntan ¿cuál es la causa del nefasto sistema político-económico que mantiene a las naciones sumidas en el caos? Las preguntas y respuestas son múltiples, mas todas son producto de las ideas predominantes en la opinión pública que como bien se sabe, son el reducto de la educación estatal, la prensa, los medios de información que inciden directamente, no solo en las ideas, sino que también en los sentimientos de las naciones y por consecuencia en la conducta de todo el sistema político/económico imperante dentro y fuera de ellas, causa de las miserias que padecen los pueblos.
Paradójicamente, nadie iba a creer que el triunfo de los comunistas, con una disipada corporación de facinerosos que desde Londres armaron toda su doctrina, movidos por concepciones como las de Marx, Lenin, iban a ganar tanto terreno en el mundo, no solo para establecer un nuevo orden político y económico en la Rusia comunista, sino que también iban a cambiar las bases del cristianismo hasta lograr desconfigurarlo en todo el mundo, o como dirían los nuevos intelectuales de la izquierda, deconstruir la sociedad.
En vista de ello, estableciendo un nuevo código de valores y principios de relaciones interpersonales, para así desnaturalizar la humanidad, borrando los signos y valores del cristianismo como variables esenciales de todo el sistema de derecho y de justicia natural para así erigir un nuevo hombre, con pies de barro, sometido al ídolo que para ellos representa el ideal del Estado todopoderoso.
Es precisamente este hecho de los países aliados, el haberse unido a Stalin para frenar las pretensiones totalitarias del nacional socialismo alemán, el que terminó estableciendo cuotas financieras y de soldados, en especial, los más jóvenes, en las que convierten las naciones que logran conquistar, a través de la ideología socialista, comunista y en los matices más blandos, social demócratas y progresistas para la guerra que nunca ha terminado de ejercitar el comunismo internacional, simplemente que ahora no solo lo hace a través de la fuerza y la intimidación que representan las armas.
Sino que lo hacen por vía de la ideología con su propaganda y su sistemático adoctrinamiento vía educación estatal, para luego constituirse en los conductores de las naciones y en sí en el voto popular, para así instaurar el sistema comunista como gobierno mundial con un nuevo orden social como se viene haciendo a nivel continental, internacional y globalista.
En realidad, el mal de los pueblos es por el triunfo del comunismo en la Segunda Guerra Mundial, el éxito de sus valores colectivistas, del sistema totalitario que introducen a través de la democracia, la ideología, el adoctrinamiento en la educación, la subsumisión del derecho colectivista en el ordenamiento jurídico de los países, los partidos políticos de izquierda y es toda esta ideología que incide en todo el tejido social de las naciones.
Además de que, en resumen, esa victoria determinó la repartición de las naciones, como zonas de influencia comunista que en general hoy es en todo el mundo como un eje político, militar y económico internacional; es por ello que existe una representación política socialista en cada una de las naciones, a pesar de lo desfavorable que representan tales ideales para los pueblos del mundo, que hoy padecen hambres y miserias incomprensibles. Por tanto, la respuesta está en desmontar todo el sistema ideológico socialista que ha subvertido los valores de la civilización cristiana, con sus variables de igualdad de género, ideología feminista, entre otros, comenzando por la educación y los medios.
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