Un niño británico de 10 años de edad recaudó, hasta el momento, cerca de 100.000 dólares para donar a un hospital de la ciudad donde vive durmiendo en una carpa en el jardín de su casa. Ya van más de 200 noches de la iniciativa para homenajear a un amigo muy querido que falleció de cáncer.
El desafío que se impuso el pequeño Max Woosey, de Braunton en Devon, Reino Unido, fue inspirado por su vecino Rick, de 74 años, que murió de cáncer el pasado febrero. El hombre le regaló su carpa antes de morir y le dijo: «Prométeme que vas a vivir una aventura aquí».
La idea de cumplir su promesa y recaudar dinero para donar surgió cuando, una vez declarada la pandemia, el centro de salud que se ocupó de cuidar a su vecino hasta el último día tuvo que cancelar sus eventos benéficos. El niño escribió en la página JustGiving: «Estoy juntando plata para el North Devon Hospice debido a que todas las personas que trabajan ahí cuidaron a mi amigo y le permitieron quedarse en su casa sus últimos días, en compañía de sus amigos más cercanos. Era su último deseo».
El campamento del niño
El campamento comenzó el 28 de marzo. Continúa hasta el momento con un nuevo objetivo: instalarse allí por un año para lograr recaudar más fondos. Entrevistado por el periódico local North Devon Gazette, el pequeño Max dijo sobre su vecino: «Era un hombre increíble. Una persona que estaba en forma y era muy divertida. Las únicas veces que lo vi adentro de su casa fue solo porque estaba mirando rugby por televisión. Nos hicimos buenos amigos».
Stephens Roberts, director ejecutivo del centro de salud, aseguró que «Max es un héroe». «El coronavirus fue un golpe. Hubo un aumento en la demanda de atención, pero una fuerte caída en nuestra capacidad de recaudar fondos. Colapsamos. Por eso, el dinero que Max ha recaudado es muy significativo porque nos permite seguir cuidando a la población local en este momento de gran necesidad», señaló Roberts a la gaceta de Devon.
El niño solo entra a su casa para hacer la tarea, comer y bañarse. El resto del día lo pasa en la carpa donde tiene sus historietas preferidas y una linterna. De acuerdo con la BBC, Max contó que lo peor de la experiencia hasta ahora fue el clima y haber encontrado un hormiguero justo debajo de su carpa: «Ahora ya no me asusto con las tormentas. Disfruto cuando el clima golpea el techo de tela y cuando empiezo a escuchar temprano a los pajaritos».
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