En las condiciones del país se tiende únicamente a observar lo que está mal, y con razón: el semáforo que no sirve, los huecos en las aceras, las alcantarillas tapadas. En efecto, son cientos los problemas que agobian a los caraqueños y el panorama se torna gris. Pero en medio de la opacidad destacan los colores de los murales caraqueños.
El arte en la cotidianidad nutre el espíritu de la ciudad. Los representantes delstreet art, unos más jóvenes que otros, se apropian de una superficie y la convierten en su lienzo.
Esa apropiación está penada por la ley en algunos casos porque se trata de propiedad privada, y no puede ser intervenida por terceros. Sin embargo, ese es el lugar de los grafitis: la calle. En consecuencia, tradicionalmente los artistas salen a pintar en la noche y cubren sus rostros.
Muchos prejuicios se crearon en torno a ellos, el mayor: son unos delincuentes que destruyen el paisaje de la ciudad. Esta imagen ha ido cambiando no solo en Venezuela, sino también en todo el mundo. Los murales ahora son parte del patrimonio de importantes metrópolis como Berlín, donde los restos del muro que dividía la ciudad ahora son un museo al aire libre. En Inglaterra la obra preferida por el público británico, según una encuesta en 2017, es precisamente un grafiti, Girl With Balloon, realizado por Banksy.
El sreet art en el país ha disminuido por la misma crisis: los materiales no se consiguen o son muy costosos, y muchos artistas han migrado. No obstante, aún se crean murales en Caracas y en el interior del país. El apoyo institucional en algunos momentos ha estado presente, pero no es una constante.Generalmente son las alcaldías las que borran los murales.
Es un arte expuesto a la erosión, no solo de la naturaleza, sino también de los propios ciudadanos. Además, denuncian que son víctimas del hampa y de la extorsión por agentes policiales. A pesar de esas trabas, sus obras se consideran impactantes y no pasan inadvertidas para los transeúntes.
Murales y comunidad
Jesús Briceño Reyes y Dagor son dos artistas que han trabajado en comunidades, junto con la ONG Haciendo ciudad. Ambos han tenido la oportunidad de viajar e incluso vivir una temporada en el extranjero. Sin embargo, decidieron retornar al país y continuar aquí sus trabajos.
Briceño es licenciado en Artes Pláticas del Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón, hoy Unearte. Vivió cuatro años en el Reino Unido, donde cursó dos maestrías en Goldsmiths University of London y University of the Arts London. Su interés radica en la aproximación a las personas a través del arte. “El mural es la punta del iceberg. Por debajo hay un trabajo increíble con la comunidad”, dice sobre su experiencia en el proyecto que se realizó este año en la Escuela Comunitaria Luisa Goiticoa, en la avenida Andrés Bello. Un mural gigantesco diseñado por los mismos estudiantes del colegio por el aniversario de Caracas.
Dagor es licenciando en Informática, pero su profesión es el arte callejero.Desde los once años de edad empezó a grafitear. Acaba de finalizar la muestraVisus en el Museo Carlos Cruz-Diez. Logró llevar a 30 niños de Petare a ver su exposición. Algunos de ellos nunca habían salido del barrio y mucho menos visitado un museo. “Trabajo el color y las formas geométricas, por lo que los murales resultan bastante atractivos para la comunidad. Mi propuesta gira en torno al abstraccionismo geométrico de la tipografía”.
Recovecos artísticos de Chacao
Saz Oner y Flix han realizado gran parte de su trabajo en Chacao, su municipio de crianza. El street art se puede observar en el suelo de un centro comercial, cabinas telefónicas de Cantv, postes de luz y hasta hidrantes. “Al intervenir el espacio urbano intento romper la monotonía del gris de la ciudad. La calle es el escenario en el cual protagonizamos nuestras pequeñas historias”, reflexiona Flix.
De nuevo, mediante la abstracción geométrica, pretenden transformar la realidad del espectador. “Hay muchos lugares que son ignorados por los transeúntes, pero cuando pintas allí, le das color, descubres la belleza de ese rincón y la enalteces”, agrega Saz Oner, que participa en el Salón Jóvenes con FIA 2018.
Canibalismo social
La imagen que identifica a Okso es la vaca Cleta. Se inspiró en el “mal de las vacas locas”, que se conoció hace 25 años, para crear su famoso personaje. Esta vaquita azul se puede observar en toda Caracas, del este hasta el oeste. Si bien hace unos años había una rivalidad entre ambos extremos de la ciudad, ahora ha disminuido considerablemente.
Vive entre Caracas y Maracaibo. Estudió también en la Armando Reverón y lleva más de 20 años en el oficio. “El street art me permite ser mi propio galerista y tener un alcance masivo. Uso la vaca Cleta como una metáfora para denunciar los cánones impuestos por la sociedad”.
Por su extensa trayectoria, siempre lo contactan jóvenes que quieren consolidarse como artistas urbanos. El mensaje para ellos es ser constantes. “Si nosotros pudimos hacerlo, ellos también. Así llegue un punto en el que tengamos que trabajar con témpora por lo difícil que es conseguir los materiales”.
Reivindicación de lo venezolano
Badsura escogió su nombre artístico como respuesta a los detractores del street art que consideran que este tipo de expresión es una basura. Su corriente actual es el realismo. En las paredes de Caracas se pueden observar sus retratos de figuras venezolanas emblemáticas: Simón Bolívar, Simón Díaz, Jesús Soto, Fruto Vivas, Oscar de León. La elección de cada uno de estos personajes responde a su objetivo principal: reivindicar la idiosincrasia nacional.
Se considera un expositor de calle y ha participado en festivales internacionales en América y en Europa. “Las obras en los museos tienen un tiempo de exposición. Igual pasa en la calle. Un mural vive hasta que la realidad así lo decida”.
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