“Quien tiene paz en su conciencia, lo tiene todo”
San Juan Bosco
Gumersindo nació en Las Hernández en 1933, un pequeño y humilde caserío a veinte kilómetros de Porlamar, en la isla de Margarita. Sobra decir que su entorno familiar era sumamente pobre, de 11 miembros, bajo la férrea disciplina de su padre Chico Rodríguez. Cumplido los 15 años se trasladó a Caracas, tal como hacía la mayoría de los jóvenes margariteños que se iban a la capital o los campos petroleros en búsqueda de trabajo o iniciar estudios de secundaria. En Caracas se incorporó rápidamente a la juventud de Acción Democrática y se alistó en la campaña alfabetizadora puesta en marcha por Luis Beltrán Prieto Figueroa, miembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno, que bajo la dirección de Rómulo Betancourt había desplazado del poder al general Medina Angarita el 18 de octubre de 1945.
Derrocado Rómulo Gallegos por el Alto Mando Militar en noviembre de 1948, Gumersindo se suma al activismo clandestino de la resistencia anti dictatorial como miembro del Buró Juvenil de AD, actividad que compartiría con sus estudios de secundaria en la Escuela Miguel Antonio Caro del Distrito Federal. Participa activamente en dos conspiraciones contra la cleptocracia militar gobernante, auspiciadas por su partido y que resultaron totalmente fallidas. Una en octubre de 1951 y la otra en agosto de 1956, esta última bajo la dirección de Carlos Andrés Pérez. Tenía entonces Gumersindo 23 años y acababa de salir de su segunda prisión en la Cárcel Modelo de Caracas. Su partido estaba muy menguado a raíz de la muerte de Leonardo Ruiz Pineda, Alberto Carnevali y Antonio Pinto Salinas, y por el hecho de que la dirigencia nacional se encontraba en las cárceles o en el exilio. Siguiendo instrucciones de Rómulo Betancourt desde el exilio, Gumersindo se traslada al estado Zulia a reorganizar el partido como secretario general. Se trataba de una posición sumamente importante dado el carácter fundamental que jugaba esa región en el espectro sociopolítico del país, habida cuenta de la masiva explotación de petróleo y de la fuerte concentración de clase obrera asociada a dicha explotación.
La actividad partidista de Gumersindo en Maracaibo tuvo muy corta duración puesto que necesitó salir al exilio a principios de 1957. Regresó clandestinamente a Caracas en enero de 1958 para incorporarse al equipo de dirección de AD que coordinaba el entonces joven profesor de historia Simón Sáez Mérida, con quien pocos años después Gumersindo organizaría la primera división importante de su partido. Dos semanas más tarde, se produce la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y regresa al país la mayoría de los exilados políticos, entre ellos, la dirigencia histórica tradicional de AD y prestigiosos líderes de la generación intermedia del partido, tales como Carlos Andrés Pérez, Octavio Lepage, Domingo Alberto Rangel, Jaime Lusinchi y Simón Alberto Consalvi. En la Convención Nacional de AD, celebrada en agosto de 1958, Gumersindo, con 25 años de edad, es electo miembro del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) como secretario nacional de la juventud, a pesar de la insistencia de Luis Beltrán Prieto, feroz opositor de las ideas socialistas, de persuadir a los delegados de la Convención para que no se produjera tal designación, argumentando que él representaba una desviación comunista en el seno de la organización, que debía extirparse cuanto antes. En efecto, Gumersindo había ya manifestado en sus escritos en el diario El Mundo y en el Semanario de la Juventud de AD sus inclinaciones ideológicas por el “socialismo científico” y por el enfoque marxista-leninista como un instrumental operativo de análisis de los problemas y los conflictos sociales dentro de los cuales se desarrollaba la prédica y práctica revolucionaria de la mayoría de la dirigencia juvenil de AD. De igual manera, Gumersindo había iniciado en 1957, durante su exilio en Buenos Aires, el estudio de los planteamientos de Aneurin Bevan (1897-1960), jefe de la izquierda socialista del Partido Laborista Británico, cuyos sólidos argumentos a favor del paradigma de un socialismo democrático de izquierda mantendrían siempre alejado a Gumersindo de toda simpatía con el totalitarismo comunista. Es más, tendría más tarde la oportunidad de ver en pleno funcionamiento, durante su estancia en Londres, en la década de 1960, primero como estudiante de pregrado en Economía en Universidad de Manchester y luego durante su posgrado en la London School of Economics (LSE), la exitosa aplicación que hizo Bevan de sus propuestas para la instauración de una sociedad del bienestar, (Welfare State), como miembro principal del gobierno laborista inglés de la posguerra (1945-1951), de clara orientación keynesiana.
A finales de 1959, diez meses después de haber asumido Rómulo Betancourt la primera magistratura para el período 1959-1964, se concretan los planes dentro de un grupo muy significativo de la alta dirigencia del CEN de AD y de la Juventud del partido para producir una división de la organización partidista, que en palabras del propio Gumersindo “… fuese un movimiento revolucionario destinado a detener la entrega del gobierno a los intereses de la burguesía, rescatara las banderas originales del partido y actuara como una verdadera vanguardia en la lucha por el establecimiento de una verdadera democracia y la construcción de una sociedad socialista democrática basada en la prosperidad, la justicia y la libertad”. La reunión para concretar la división se celebra el 27 de diciembre en la residencia familiar del Secretario General del partido en el Distrito Federal. Asistieron los más autorizados dirigentes de la tendencia divisionista. Entre otros, Domingo Alberto Rangel, Simón Sáez Mérida, Octavio Lepage, Simón Alberto Consalvi, Jesús María Casal, José González Navarro y Américo Chacón. Igualmente, fue numerosa la presencia de los dirigentes juveniles. Entre ellos, Lino Martínez, Carmelo Laborit, Isabel Carmona, Américo Martin, Moisés Moleiro, Rómulo Henríquez y Rafael José Muñoz. Gumersindo que ya se encontraba estudiando en Londres, vino expresamente al país para atender las discusiones y reuniones de sus compañeros disidentes. A pesar de su frontal desacuerdo con lo que ya la mayoría parecía haber decidido de manera irrevocable, Gumersindo tomó entonces la decisión de regresar a su país como expresión moral de su solidaridad revolucionaria con los compañeros de toda una existencia de luchas, sueños y esperanza, es decir, con una generación política a la que sentía pertenecer.
El acto de lanzamiento de la arriesgada aventura ideológica y política que se plasmaría en el MIR—Movimiento de Izquierda Revolucionaria– tuvo lugar en la ciudad de Maracaibo el 9 de abril de 1960, en el cual Gumersindo compartió con Domingo Alberto Rangel la tribuna de oradores. El discurso de Gumersindo fue un ataque virulento y desconsiderado en contra las autoridades partidistas de AD y de la estrategia social y económica que estaba ejecutando el gobierno presidido por Rómulo Betancourt. Poco tiempo después, Gumersindo escribiría: “Lamento profundamente haber participado activamente en el evento de Maracaibo, y en los injustificados términos que lo hice, todo lo cual fue un error del que no podrá redimirme la más severa de las autocríticas”.
En agosto de 1961, la dirección nacional del MIR, bajo la fuerte influencia castro- comunista, y muy atada al poderoso apoyo financiero procedente de Cuba, impone el camino de la aventura insurreccional y la subversión armada. Isabel Carmona, Jorge Dáger y Gumersindo lideran la resistencia interna a la violencia, pero al final la aplastante mayoría de la alta dirigencia decide la suerte de la organización y con ella arrastra al Partido Comunista, que no le quedó otra opción que aceptar la fórmula que como fiduciario soviético le imponía Fidel Castro a través del MIR. Para salvar su responsabilidad ante los desmanes políticos, sociales y militares, que en muy corto tiempo se perpetrarían, Gumersindo renunció al MIR el 14 de diciembre de 1961. En su carta de renuncia puntualizaría, entre otros aspectos, lo siguiente: “Estoy en absoluto desacuerdo con la concepción del partido que se está aplicando en la actualidad y que ha desnaturalizado la esencia con la cual surgió a la vida pública…y se ha convertido en un pequeño grupo sectario, irreflexivo y dogmático, cuya orientación está calcada en los moldes arcaicos y anti históricos del estalinismo, tan sacudidos hoy por la experiencia y la teoría revolucionaria”
Gumersindo igualmente publicaría en el diario La República, en los primeros meses de 1962, una docena de artículos bajo el título “El fracaso de la insurrección”, en los que quedaron explicadas en detalle las advertencias que hizo internamente —y luego ratificó en su carta de renuncia— a la dirigencia del MIR respecto al exabrupto de la estrategia insurreccional y su extemporaneidad. Gumersindo tuvo la gran inteligencia y visión para entender el desatino, y marcar distancia de la lucha armada de nuestra izquierda a finales de 1961. La autocrítica de todos nuestros líderes de la izquierda comunista y fidelista que solo se hizo varios lustros después, entre ellos, con gran honestidad, por Pompeyo Márquez y Teodoro Petkoff —reconocieron que la derrota de la insurrección extremista de los años sesenta era inevitable—, ya había sido advertido con mucha franqueza por Gumersindo en 1961.
Gumersindo regresa a Londres a principios de 1962 para continuar sus estudios en Economía en Manchester University. Lo pudo hacer porque contó con la desinteresada ayuda económica de uno de sus mejores amigos y compañeros de luchas, el empresario margariteño Rafael (Fucho) Tovar. Cuatro décadas después, Gumersindo, siempre fiel a sus amigos, tuvo que ponerse al frente de la familia Tovar para defender, a capa y espada, la expropiación irresponsable del gobierno cleptocrático de Chávez de las prósperas empresas de los herederos de Fucho Tovar, ubicadas en Margarita.
En 1965, Gumersindo concluye su primera fase de estudios en Inglaterra, obteniendo la licenciatura en Economía, y posteriormente se registra en la London School of Economics para realizar sus estudios de maestría en Economía Monetaria y, por último, su doctorado bajo la supervisión del profesor Charles Goodhart, quien para ese entonces era el principal exponente del monetarismo en Inglaterra. Regresó finalmente al país a principios de 1968, con un conocimiento que integraba las últimas prescripciones del enfoque keynesiano con las recomendaciones de la escuela monetarista para el manejo de los problemas coyunturales de una economía abierta, y asume la dirección del Comité de Política Fiscal y Monetaria, que conformaban las altas autoridades del BCV y del Ministerio de Hacienda. De igual manera, se incorpora al trabajo político, de nuevo en AD, al cual se había reincorporado, por decisión unánime de su máxima dirección en octubre de 1965. Como parte de sus nuevas responsabilidades políticas, se encarga en 1968 de la coordinación del programa de gobierno del candidato presidencial Gonzalo Barrios y, posteriormente, en 1973, tendría a su cargo la elaboración del plan global de gobierno de Carlos Andrés Pérez, quien ganaría las elecciones de ese año con casi el 50% de los votos escrutados.
Es muy importante puntualizar que Gumersindo combinó eficazmente su intensa actividad política con el pleno ejercicio de la consultoría económica privada desde su regreso de Londres. Promovió y participó en numerosas inversiones privadas, nacionales e internacionales, y mantuvo excelentes relaciones profesionales con los principales empresarios y banqueros del país. Fue a partir de estas actividades que conformó su patrimonio financiero y nunca estuvo envuelto en ningún escándalo que indicara una transgresión de la ética en el ejercicio de la función pública o de que se haya enriquecido a la sombra del poder o utilizando la influencia de sus grandes amigos en el gobierno.
A principios de 1974, el presidente electo, Carlos Andrés Pérez, lo incorpora a su gobierno como ministro de Cordiplan y jefe del Gabinete Económico. Desde esa posición se pondría en evidencia sus dotes de hombre visionario y eficaz ejecutor, que lo colocan como uno de los forjadores más importantes de la Venezuela moderna. Su jefatura del Gabinete Económico en el primer gobierno de CAP le permitió adelantar programas de extraordinaria importancia para nuestro país, como la nacionalización del sector petrolero, el desarrollo de las empresas básicas, y de los ambiciosos programas de infraestructura, de los cuales todavía hoy medio vive Venezuela. Para no hablar del exitoso Plan de Becas Gran Mariscal de Ayacucho y el sistema de orquestas que fundó José Antonio Abreu, con el decidido apoyo de Gumersindo y Carlos Andrés Pérez. El buen manejo macroeconómico durante ese gobierno conduciría a un aumento sustancial de la posición externa acreedora neta del país al superar las reservas internacionales, y los ingentes recursos del Fondo de Inversiones de Venezuela, el monto de la deuda externa.
A principios de 1989, una vez anunciado el plan económico que ejecutaría CAP en su segundo gobierno constitucional, Gumersindo le escribiría a su gran amigo, el presidente Pérez, una larga carta, con advertencias sobre las consecuencias políticas y sociales del programa de ajustes, así como de los intereses económicos privados que el referido programa tendría que enfrentar para consolidar tales reformas. Tuve la oportunidad de conocer, cinco años después, de manos del propio Gumersindo la referida carta. También tuve la oportunidad de presenciar la respuesta que le dio Pérez a Gumersindo sobre tales advertencias en una cena privada en su honor, que organizó Gumersindo en su residencia en Caracas unos meses después de la salida forzada de CAP de la presidencia. El presidente Pérez señaló, con la contundencia que lo caracterizaba, que su gobierno había ejecutado un programa masivo de inversiones públicas y transferencias sociales directas e indirectas nunca visto en el país, con amplia cobertura regional y con financiamiento externo totalmente asegurado. Y destacó las favorables repercusiones de su amplio plan de inversiones en infraestructura, que lamentablemente fue demorada su aprobación en el Congreso por un grupo de diputados de su partido y de la oposición, debido a que su ministro de Cordiplan, Miguel Rodríguez, se había negado rotundamente y con mucho fundamento a incluir una serie de obras no prioritarias, que beneficiarían a contratistas amigos de los referidos diputados. Reiteró CAP que, a pesar del desfase en las inversiones públicas, la economía había registrado una altísima tasa de crecimiento, cercana al 8% anual. El presidente CAP concluyó su respuesta señalando con mucho énfasis que su salida de la presidencia no se debió en absoluto a la ejecución del Gran Viraje, sino que fue producto de la gran conspiración que pusieron en práctica Rafael Caldera, J. V. Rangel, Arturo Uslar Pietri, Ramón Escovar Salom y otros famosos notables. Gumersindo, cuando le hizo las advertencias a Pérez, pensó y asesoró a su amigo, no como economista, sino como un político ducho de mil horas de vuelo.
Gumersindo murió de manera súbita el 27 de octubre de 2015 en la ciudad de Miami. Eterna paz a su alma.
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