La memoria histórica de los pueblos es una suerte de vacuna contra el virus del engaño y la manipulación de conciencias por parte de los mercaderes de naciones.
Aún está fresca la ocasión cuando el presidente Donald Trump presentó su balance anual de gestión ante el congreso de los Estados Unidos de América. Conocido como el “Estado de la Unión”, considero pertinente recomendar, respetuosamente, que los votantes norteamericanos vuelvan a verlo y reflexionen antes de emitir su voto. El mensaje, después de tres años de gobierno, llevado a cabo el 4 de febrero de este año 2020, cuando la gravedad de la amenaza mundial del virus chino no se había verificado como tal, comprueba de la propia afirmación del presidente Trump que el presidente chino Xi Jinping no le advirtió debidamente sobre la verdadera dimensión del problema existente en la ciudad capital de la provincia china de Hubei: Wuhan.
Ubicada en la región central de China, y con una población de unos 11 millones de habitantes, Wuhan permitía conectar sin escalas con 109 ciudades como Roma, París, Londres, Nueva York, San Francisco, Moscú, Tokio, Seúl, Bangkok. El movimiento de pasajeros de 2019 al 2020 rondaría los 30 millones de personas, de no haberse producido tal crisis.
Basado en las primeras evidencias, que luego se corroboraron, se conocía en China la rápida transmisión de la enfermedad de persona a persona, desde mediados de diciembre del año 2019. Lo que no se controló y advirtió debidamente en viajeros que por tanto produjeron involuntariamente la expansión mundial de los contagios. Es el presidente Trump el que mediante una orden ejecutiva decide prohibir la entrada al país de cualquier extranjero que hubiera estado en China en las dos últimas semanas, además de indicar la cuarentena obligatoria a los ciudadanos americanos que ingresaran al territorio, para luego cerrar todo vuelo comercial procedente de ese país.
Entre tanto la Unión Europea, según el “Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades» expresaba hacia el 3 de febrero de 2020, a través de su directora ejecutiva Andrea Ammon, que el coronavirus estaba bajo control en Europa, donde se registraban para ese momento 25 casos.
Al hacer un poco de memoria sobre los hechos acontecidos en Estados Unidos, y en el mundo, para esos tiempos del 4 de febrero de 2020 cuando Trump se dirigió a su nación desde del Congreso, queremos sugerir también al pueblo americano que evalúe al mismo tiempo el desempeño de la clase política dirigente del partido opositor. El mismo que dedicó horas interminables para intentar desacreditar al presidente Trump mediante una amenaza de juicio de destitución (impeachment). Empecinados en un propósito sin evidencias realmente existentes, utilizaron grabaciones de llamadas telefónicas o supuestas conspiraciones con Rusia que intentaban producir realmente la afectación de su persona y cargo, bajo una administración que ha entregado inocultables e impresionantes resultados positivos de gestión para el beneficio de su pueblo americano. Ello solo ha permitido dejar al desnudo la crisis de este partido, el cual se ha venido radicalizando hacia orientaciones socialistas, frente a verdaderas amenazas internacionales desde el Oriente Medio y China.
La responsabilidad es asumir ahora lo que nos queda por hacer a cada uno de nosotros, de acuerdo cómo entendamos que nos afectará directa, o indirectamente, para bien o para mal las verdaderas preferencias del electorado estadounidense; lo que será verificado en pocos días. La gestión Trump-Pence y su equipo, versus repetitivas informaciones amañadas por medios tarifados y encuestas destinadas a mediatizar el libre análisis de la calidad de gestión por ellos entregada.
No deja de ser sospechoso el excesivamente fuerte combate que han dado contra Trump un conjunto de actores internos e internacionales, para detener su avance en el logro de mejoramientos de la economía y la robustez americana. De las alternativas en lo social vía creación de empleos y atención a aspectos centrales del derecho a la vida, a la educación, a una segunda oportunidad para redimir a prisioneros dentro del sistema penal americano, y la seguridad y defensa de su país. Para suplantarlos intentan una fórmula Biden-Harris del partido opositor, cuya gestión nos muestra un Congreso de representantes manejado para la idea de liquidar al adversario mediante su descalificación por destitución. Habría que preguntarse si merecen ser votados y están cumpliendo con el pueblo americano al no exigir responsabilidades a China, y al no investigar serios indicios que han vinculado al ex vicepresidente Biden con presuntamente obtener por vía familiar beneficios durante años para favorecer contrataciones con empresas chinas y ucranianas, entre otras.
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