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Obreros de Hiram Abif. El ser humano y sus emociones

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(Parte uno)

Con este tema entraremos en el estudio del comportamiento del ser humano en este plano, la vida afectiva, las emociones, vehículo por medio del cual el ser humano canaliza sus afecciones y recibe el nombre de «cuerpo astral».

Este cuerpo es el tercer vehículo si comenzamos a contar desde el «cuerpo físico», no es solo un atributo humano, como no lo es el físico, sino que ese instrumento lo compartimos con el «reino animal» porque los animales también tienen el atributo de poseer sensaciones, de distinta manera, pero son como nosotros los humanos; es decir «seres de sentimientos». Los animales poseen desde rudimentarios sentimientos instintivos hasta los heroicos. El perro es un ejemplo de estas emociones: puede morir ahogado por salvar a su amo. Otro ejemplo, que todos conocemos: la fidelidad del perro hacia su dueño. Es necesario hacer resaltar «el cuerpo astral» en potencia, mas no en acto. El hecho de «sentir algo», no es sentir. Tener sentimientos de odio, rencor, envidia, desprecio, etc. es tener actualizado la parte elemental del mismo. Para poder canalizar la energía de estos sentimientos negativos, es necesario tener sentimientos contrarios como amor, comprensión, inegoísmo, bondad, desprendimiento. Pensar que se tiene estos sentimientos es diferente a creer que los tiene, pero tenerlos es otra cosa. El «sentimiento» es el intermedio entre el animal y Dios. El ser humano es obediente a la naturaleza del ángel o a la bestia, según donde radiemos nuestra conciencia-inteligencia. Puedes ser un antisocial, o autor de una gran sinfonía, todo depende del estado de conciencia que se obtiene y su cualificación. Por lo general, las emociones humanas nos transportan más allá de la mente porque están muy emparentadas con el centro físico y sus derivaciones obedecen a energías secundarias dentro de la estructura total del ser. La máquina psíquica se conecta más fácilmente con la mirada del desprecio y desamor, que producen en las energías negativas, que es contrario al lenguaje poético, musical, metafísica, la estética trascendental, etc. Es infinita la cantidad de seres humanos vivos que se encuentran muertos «para los sentimientos superiores» a lo largo de toda la historia de la humanidad, y hay muy pocos que la poseyeron. Sabemos quiénes la poseyeron porque nos seguimos nutriendo de ellos como el Maestro Jesús, Buda, Krisna, Mahoma, Mozart, Rubén Darío, etc. que llegaron a la cumbre del sentir porque conocieron las «emociones superiores”. Una emoción superior desemboca en una creación superior. Ejemplos de emociones: a) Fallece una persona muy querida por mí. Al saber la noticia se siente un terrible desconcierto, profundo dolor y angustia. b) Se muere un científico y benefactor de la humanidad. No me angustio, estoy emocionado, lamento su deceso, es un lamento controlado, una pena que no me encierra, que me lleva a la reflexión. c) Un lama pasa 20 años a los pies de su maestro para lograr su rapto místico, sin conseguirlo. Un día orando en el templo lo logra, el maestro lo observa. Y cómo sabe que lo logró. Por qué el no está ahí. Por qué está ausente. Se subjetivisó. Se deshizo para el mismo. Ya no está en su sentimiento. El sentimiento lo arrastró tras de sí a otro lado, lo sacó de él. Lo sacó de su persona. Ahora bien: el primero de los ejemplos nos lleva a profundizar en nosotros mismos, arrastrando la conciencia, sumergiéndola en el cieno de nuestro dolor. Nos estanca en el sentir de nuestra individualidad. El segundo ejemplo, nos libera el sentir de nuestra espiritualidad. Y en el tercer ejemplo, nos libera de nosotros mismos. Por lo que, el que es incapaz de liberar la energía de su emoción trascendente, se verá atado por la energía de su pequeño cuerpo emocional.

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