Opositores venezolanos llamaron este lunes a la unidad, negaron legitimidad al presidente Nicolás Maduro e instaron a España y la comunidad internacional a que no lo reconozcan para un nuevo mandato de gobierno a partir del próximo 10 de enero.
En Madrid, el exalcalde de Caracas Antonio Ledezma, Antonieta Mendoza, madre del opositor encarcelado Leopoldo López, y el activista de derechos humanos Lorent Saleh intervinieron hoy en el seminario «Grandes desafíos de Iberoamérica», de la Fundación Internacional para la Libertad, que preside el escritor hispano-peruano Mario Vargas Llosa.
Ledezma, que se consideró a sí mismo alcalde «legítimo», indicó que Venezuela es un Estado «forajido», sin separación de poderes, donde hay una «dictadura» en manos del «hampa organizada», que vinculó con el narcotráfico y el terrorismo. Repasó el colapso económico, social y moral de una sociedad «fragmentada», víctima del «populismo» y de un «eje del mal tutelado por Cuba».
Insistió en la presión internacional para promover el «cierre de la tiranía» venezolana y formar un gobierno de transición democrática con unas elecciones soberanas porque los opositores están «preparados», con acciones conjuntas dentro y fuera del país.
«Maduro no tiene ni legitimidad de origen ni de oficio por fraude electoral y no presenta cuentas en el Parlamento legítimo», dijo en alusión a los comicios presidenciales de mayo pasado y a la Asamblea Nacional. Además es «responsable de crímenes de lesa humanidad», aseguró. Ledezma se preguntó qué más pruebas son necesarias para aplicar «el principio de injerencia humanitaria internacional».
A España le pidió que apoye, al igual que Francia y Alemania -según dijo-, la investigación en la Corte Penal Internacional sobre los supuestos crímenes de las autoridades venezolanas. Invocó a las fuerzas armadas, no para que den un golpe de Estado, precisó, sino para hacer un «desagravio» al pueblo venezolano.
Antonieta Mendoza leyó un mensaje de su hijo, en prisión domiciliaria, condenado a 14 años por instigar disturbios violentos en una manifestación, según la justicia venezolana. Así, López aseguró que fue condenado «injustamente» por denunciar la dictadura, protestar y pedir un cambio pacífico de régimen. Sobre la crisis del país, enfatizó que es «sistémica», una «emergencia social».
Reconoció el esfuerzo de la oposición por reunificarse y alinearse en los últimos meses con vistas a una «transición ordenada e inmediata», con un gobierno de unidad nacional. Asimismo, solicitó a la comunidad internacional que no reconozca a Maduro e incrementar la presión sobre él, pues comenzó «usurpando» la Presidencia y «no fue elegido en comicios libres y democráticos».
Saleh, torturado por el Estado «terrorista», según su testimonio, advirtió de que el odio es la peor manera de servir a un país. «El pueblo venezolano es profundamente pacífico, la tiranía lo sabe y por eso se aprovecha». Pero las tiranías «también sangran, sudan se agotan y se derrotan», afirmó.
Por eso, hace falta «determinación y voluntad política» por parte de España y Europa. «¿Cuántos muertos más hacen falta?», se preguntó en alusión al concejal Fernando Albán, fallecido cuando se encontraba bajo custodia del servicio de inteligencia del Estado venezolano. Según la fiscalía, se arrojó al vacío desde un piso décimo.
Vargas Llosa se refirió a Venezuela como la «tragedia que parte el corazón a todos los demócratas», pues ha caído en manos de «una pandilla de extrema izquierda», que se ha dedicado a «saquear el país y destruirlo sistemáticamente».
Sobre Brasil, comentó que «el pueblo, harto de la corrupción, pedía un cambio radical», en referencia al triunfo del ultraderechista Jair Bolsonaro en las recientes elecciones presidenciales.
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