Cada cuatro años, el Día del Trabajo -que se celebra en Estados Unidos el primer lunes de septiembre- marca la inicio de la recta final de la carrera electoral por la Casa Blanca.
En pos de la reelección, el presidente Donald Trump llega a este punto en condiciones un poco más favorables que hace unas semanas.
En los últimos diez días, la campaña republicana ha podido frenar una tendencia a alza de Joe Biden, su rival demócrata, desde principios de agosto.
Según el portal FiveThirtyEight, el margen de Biden sobre Trump cayó de 9,3% a 7,5%, una reducción de casi dos puntos. Al mismo tiempo, la aprobación del presidente pasó del 40,2% a fines de julio al 43,2%.
La mayor diferencia (9,6%) entre ambos candidatos se produjo entre junio y julio, y la más pequeña se registró a principios de abril, cuando ambos estaban técnicamente empatados por el margen de error, con Biden solo 3,4% por delante de Trump.
Es prematuro hablar de una tendencia a favor de Trump o de un vuelco en las encuestas, pero las cifras sugieren que los movimientos recientes del presidente pueden haber llegado al electorado.
Y los analistas políticos coinciden en que hay al menos 5 factores que pueden llevarlo a ganar la elección para un nuevo mandato como presidente de EE.UU.
1. El entusiasmo de los partidarios de Trump
Votar en Estados Unidos no es obligatorio, y eso lo cambia todo.
Los candidatos no solo deben convencer a los votantes de que tienen el mejor programa de gobierno o de que serán su mejor representante, sino que deben alentarlos a que salgan de casa (o del trabajo) y vayan a las urnas.
La elección presidencial estadounidense se lleva a cabo en un día laboral (martes) y generalmente requiere paciencia de los votantes que deben esperar en la fila para llegar a las urnas.
En 2020, además de las colas, los votantes también tendrán que afrontar el riesgo de infectarse de covid-19.
No es poca cosa a la que enfrentarse para ejercer el derecho a elegir al próximo representante. Es por eso que las encuestas a menudo preguntan a los votantes qué tan entusiasmados están de presentarse a las urnas. Es en este sentido que los partidarios de Trump superan por paliza a los de Biden.
Cuando el Instituto YouGov les preguntó en julio sobre su grado de apoyo al candidato que eligieron, el 40% de los votantes de Biden dijo que estaban entusiasmados, frente a 68% de Trump.
El instituto también quería saber qué tan motivados estaban los votantes de ir a las urnas en noviembre. Entre los votantes de Trump, el 76% dijo que estaba muy entusiasmados y solo el 11% admitió que podría no asistir. Mientras que en el caso de Biden la proporción era 69-16.
La diferencia de entusiasmo puede ser especialmente decisiva en los estados «péndulo», donde la elección se decide.
Una encuesta publicada por CNN a mediados de agosto mostró que, entre los votantes ya registrados, la diferencia entre Biden y Trump en 15 estados clave cayó a solo el 1%, con un 49% para el demócrata frente al 48% para el republicano.
Dependiendo del estado, los votantes pueden registrarse incluso unos días antes de la votación el 3 de noviembre, pero hacerlo con anticipación es en sí mismo una medida objetiva de entusiasmo.
En 2016, ese habría sido uno de los pilares de la derrota de Clinton, ya que los demócratas alineados con el senador Bernie Sanders no respaldaron su candidatura en las urnas.
Sin la posibilidad de asistir a los mítines debido a la pandemia, en los últimos días los partidarios de Trump han hecho caravanas de vehículos o desfile de embarcaciones en lagos en Florida, California, Illinois, Nueva Jersey y Texas.
2. Trump se vende como «outsider»
«Hasta 2016, nunca había votado, ni me interesaba la política. Pero cuando surgió Trump, sentí que era diferente. Quería apoyarlo, voté por primera vez en mi vida y volveré a votar por él ahora», dice Robert Leeds, de 47 años y residente de Daphne, Alabama, donde Trump ganó en 2016 con el 62% de los votos.
Leeds, que trabaja como carpintero y chofer de Uber, es un ejemplo de un grupo de personas ajenas a la política hasta hace poco que fueron atraídas por Trump al presentarse como alguien ajeno al círculo político tradicional, en inglés «outsider».
Eso fue fundamental para la campaña de 2016. Trump desmoralizó a muchos de los líderes republicanos que compitieron en las primarias contra él: políticos de carrera como Ted Cruz y Jeb Bush.
En ese momento, Trump prometió a los votantes que, de ser electo, drenaría las cloacas de Washington DC, en una referencia a los intereses turbios y opacos contra los que dijo lucharía.
Ahora, a pesar de haber estado a cargo del país durante cuatro años, Trump sigue vendiéndose a sí mismo y siendo visto por los votantes como alguien que penetró el círculo político tradicional, al que algunos estadounidenses han desarrollado aversión.
«Es un hombre de negocios, sabe hacer las cosas. Si todavía no lo hizo, fue porque no lo dejaron. Pero estoy seguro que con Hillary mi vida sería peor», dice Leeds, resumiendo la percepción que Trump lucha por mantener viva.
Al lanzar su candidatura en un discurso en Orlando, Florida, en 2019, Trump dijo que su gobierno estaba sitiado por la «clase política permanente».
«Nuestro movimiento patriótico ha sido atacado desde el primer día», dijo.
La ausencia de nombres históricos en la convención republicana de 2020, repleta de familiares y amigos de Trump, se utilizó para reforzar esta impresión de que Trump es un extraño en el nido.
«En las primarias de 2016, el presidente Trump tuvo muchos problemas con el establishment republicano. Comenzó a abordar algunos problemas del Partido Republicano que habían sido ignorados, como la inmigración ilegal», dijo Michael Johns, uno de los fundadores del Tea Party y partidario de Trump.
«No tenemos ningún republicano vivo, aparte del propio presidente Trump, que tenga mucha popularidad o seguidores. El presidente Bush (hijo) es percibido como alguien que ha hecho cosas excelentes en ciertas áreas, pero también manejó mal muchas otras. Por lo tanto, su ausencia de la convención no es significativa», afirmó.
La Convención Republicana, totalmente centrado en el presidente, contrastó con la demócrata, que tuvo lugar una semana antes y contó con figuras destacadas del partido, como los expresidentes Barack Obama, Bill Clinton y Jimmy Carter, unidos a las más diversas alas de la formación e incluso a los republicanos que rechazan a Trump.
Al mismo tiempo que se presenta como «outsider», Trump pregona que Biden tiene casi 40 años de carrera pública, con seis mandatos en el Senado y otros 8 años como vicepresidente.
Y que a lo largo de este período no produjo un legado destacable. La idea es aumentar el rechazo de Biden en la población.
En 2016 utilizó una estrategia similar contra Hillary Clinton, percibida como aliada de los políticos y las grandes empresas y cuyo rechazo superó el 50% de los votantes a lo largo de la campaña.
3. Desproporcionada presencia en internet
«Escuchen, liberales. Si creen que Donald Trump no puede ser reelegido en noviembre, deben pasar más tiempo en Facebook».
La advertencia proviene de Kevin Roose, columnista de tecnología del periódico estadounidense The New York Times.
Desde 2016, Roose ha estado rastreando manifestaciones de partidos en las redes sociales. Según él, casi a diario las 10 publicaciones de Facebook más populares en la red son todas (o casi todas) republicanas/conservadoras y/o trumpistas.
La inversión de la derecha, y de Trump, en las redes sociales no es nada nuevo.
Hace cuatro años, su estrategia digital fue coordinada por Steve Bannon, quien, además de ser exdirector del sitio web de Breitbart, también fue uno de los nombres detrás de Cambridge Analytica Consulting, responsable de la extracción de datos de los usuarios de redes sociales y el envío de propaganda política a partir de perfiles psicológicos extraídos con la ayuda de estos datos.
En 2018, Facebook anunció que la consultora recopiló datos de manera irregular de 80 millones de personas, 70 de ellos estadounidenses.
Tras el escándalo, la consultora quebró. Pero debido al movimiento de las propias redes sociales, esto no representó un retroceso para la difusión masiva de contenidos de derecha o extrema derecha.
En su artículo, Roose cuestiona si Facebook es hoy el entorno donde se expresa la «mayoría silenciosa» que dará la victoria a Trump en noviembre.
El término «mayoría silenciosa» fue utilizado por primera vez por el entonces candidato republicano Richard Nixon, quien dijo que ganaría las elecciones con el voto de personas que, desde sus hogares en los suburbios estadounidenses, desaprobaban manifestaciones violentas de justicia racial como las que había en el país vivido en ese momento. Nixon tenía razón y ganó.
50 años después, Trump ha repetido que la «mayoría silenciosa» también lo elegirá.
Twitter es un cañón de comunicación directa con el votante. Allí, el presidente mantiene un estilo directo y personal: azota a los opositores, desmiente a la prensa, hace propaganda política e incluso gobierna.
Durante el período electoral, publica cientos de mensajes al día de temas variados.
Biden, cuya cuenta de Twitter tiene casi una décima parte de los seguidores de Trump, se esfuerza por aumentar la agilidad en este tipo de comunicación directa con el votante, pero la mayoría de sus publicaciones aún tienen el estilo de comunicación por encargo que en este entorno tiende a asustar al público y a ser vista como poco auténtica.
Aún en la web, en los últimos años, ha ganado terreno (y seguidores) la teoría de la conspiración de Qanon, que describe a Trump como un salvador del mundo contra una organización de poderosos artistas de Hollywood, políticos demócratas y empresarios satanistas y pedófilos.
Aunque nadie sabe cuán preciso es el impacto de la web de publicaciones virales, internet se ha convertido en un campo de batalla decisivo en las disputas electorales y nada indica que en 2020 será diferente.
4. Sigue marcando la agenda
Votar por correo puede ser un fraude, la violencia en las ciudades se ha salido de control, sus partidarios deberían votar dos veces, habrá una vacuna para el covid-19 antes de las elecciones, quizás sería mejor posponer las elecciones…
Todas estas ideas han sido propuestas o defendidas por Trump en las últimas semanas y de inmediato se han apoderado de las páginas de la prensa y las redes sociales.
Como señaló la revista The Economist, Trump ha demostrado capacidad para dirigir las discusiones públicas, incluso en desventaja en las encuestas.
Si la elección fuera una partida de ajedrez, Trump jugaría con blancas: además del primer movimiento de las piezas, puede estudiar las posibilidades de respuesta del oponente y planificar la réplica con antelación. Una ventaja nada despreciable en una partida reñida como la actual.
Durante las últimas dos semanas lo ha hecho con el tema de la violencia urbana.
En la narrativa de Trump, los alcaldes demócratas han sido cómplices o indulgentes con la violencia provocada por las protestas del movimiento Black Lives Matter.
Además, dice que los demócratas han adoptado planes para retirar fondos de la policía. Y todo esto explicaría el aumento de la delincuencia y eventuales escenarios de caos en algunas ciudades.
Con eso, el presidente atribuyó un problema que ocurre durante su mandato a Joe Biden, quien se vio obligado a condenar la violencia en las calles y a decir que no tiene intención de retirar fondos de las fuerzas de seguridad pública.
Eso deja fuera de foco la pandemia, que cuando lleguen las elecciones habrá matado a más de 200.000 estadounidenses, y la recesión económica.
Trump incluso viajó a Kenosha, Wisconsin, escenario de tensión luego de que la policía disparara siete veces por la espalda a un afroestadounidense.
Expresó su apoyo a la policía y visitó áreas saqueadas en las protestas. Dos días después, Biden fue a la ciudad. Visitó a la comunidad negra y a la familia de la víctima, Jacob Blake, con quienes Trump no se reunió.
Si es cierto que domina la narrativa, dicen los analistas, es demasiado pronto para decir si la interpretación de los hechos que ofrece Trump tendrá un efecto en el electorado.
«Trump establece la agenda de las noticias, pero no necesariamente la agenda de las elecciones. La mayoría de los votantes (90%) no siguen tan de cerca las noticias políticas y se pierden la mayor parte de ellas y de sus anuncios. Solo en octubre será posible determinar el atractivo de esto para el público «, dice Michael Cornfield, profesor de comunicación política en la Universidad George Washington.
5. Dominio de la maquinaria de gobierno
Trump todavía tiene a su favor un elemento que suele representar una ventaja para cualquier gobernante que quiera ser reelegido en cualquier parte del mundo: la máquina de gobierno en sus manos.
En el caso de Trump, en la situación actual, esto se traduce en la posibilidad de determinar la aceleración de la vacuna para el coronavirus y el alcance de las medidas de ayuda de emergencia, lo que ha dado alivio a la economía estadounidense.
Pero también representa la condición de movilizar los símbolos del poder a su favor.
El presidente ha convocado a conferencias de prensa en las que rápidamente anuncia alguna medida ejecutiva y luego se dedica a publicitar su gobierno y atacar al oponente.
Todos retransmitidos en directo por la televisión.
Y no solo es eso. Durante la convención republicana, en un movimiento sin precedentes en la historia de Estados Unidos, Trump utilizó la Casa Blanca como telón de fondo para su discurso de más de una hora como candidato frente a una audiencia de 1.500 invitados.
Para tener una idea de cuán fuera de lo normal está eso, en 1997 hubo una crisis después de que el entonces vicepresidente Al Gore admitiera haber usado su oficina en la Casa Blanca para hacer algunas llamadas telefónicas pidiendo donaciones de campaña.
En 2020, Trump representa al poder ejecutivo y está dispuesto a movilizar el aparato estatal para demostrarle al votante que él se merece otros cuatro años en ese lugar.
Lo dejó claro en su discurso en la convención: «¿Cómo se llama este edificio?», preguntó Trump a la audiencia, refiriéndose a la Casa Blanca. Continuó: «El hecho es que estamos aquí y ellos (los demócratas) no. Para mí es uno de los edificios más bellos del mundo. Y no es un edificio, es una casa, en lo que a mí respecta», dijo, arrancando una ovación.
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