En los violentos años sesenta, aun más tarde, mi amigo el poeta Caupolicán Ovalles y yo nos preguntábamos dónde vivíamos. Nos movimos sobre un territorio hostil, siempre andábamos con los ojos bien abiertos. Sin embargo, no logramos escapar a las celdas de la policía política de aquellos tiempos. Hoy, fallecido Caupolicán, escribo estas líneas dedicadas a él por otro poeta, que se marchó, sorpresivamente, el pasado mes de diciembre.
Venezuela ¿dónde está? ¿Qué máscara e han puesto que no la reconozco? ¿Cuál enfermo maquillaje, sobre la herida, tanto tiempo, al descubierto? La prefería unida, y viva, con sus lamentos eternos que hacían cantos al paso de cada corazón. Si de su huella de puñal en el costado salía lamentos, nos dolía. Si su memoria sudaba sangre, nos dolía. Cuando la herida hacía correr su sangre por la inmensa geografía y bañaba el rincón de nuestros muertos, gritaba y nos dolía.
Cuando era un cuerpo vivo que resistía y asía la espada y cantaba himnos y enfrentaba al enemigo, nos dolía. ¿Dónde está ahora que no la encuentro? ¿Quién apagó su voz? ¿Quién quebrantó su espada de luz? ¿Quién sumergió su manto de libertad y la hizo estopa? ¿Quiénes en cual charca pretenden sofocar su corazón? ¿En cuál pelillosa estantería van a esconder su memoria? ¿En cuál barranco echarán sus cantos?
Patria mía, Patria nuestra, ¿dónde regaron tu piel de primavera? ¿Cómo hicieron para desmembrarte y vaciar la miel de tus entrañas vivas? ¿En cuál cueva apagarán tu luz? Te arrebatan tus lirios, empañan el camino de tus pasos, tapan con niebla oscura la verdad de tu horizonte, sofocan tus velas tan de viento, tan de mar, tan de montaña, tan de río, tan de selva. Te dejan en un charco con tu sangre a chorros, con tu sangre de llanto, con tu sangre de luto, con tu sangre.
¿Qué están haciendo contigo? ¿Adónde quieren llevar tus huesos y tus lirios de amor que nacen en ti cada mañana? No podemos dejarte a la intemperie. Hay que recoger tu sangre, sanar tu herida, abrir tu memoria para que corra como corrían tu alegría y tu libertad. Todo de ti lo quiero vivo. Para que siembre y duela. Para que renazca y duela. Para que sea parto vivo y duela.
Quiero, hermano, que todo tenga su rostro. Que cada primavera la nombre, que cada rayo de sol se haga canto en sus auroras. Que la acaricien manos limpias. Que la riegue la inocencia. Que la mantenga en pie la palabra del poeta. Eso quiero hermano, para la patria. Que la vida sea solo vida y sus sueños conformen la eternidad.
Eso quiero, hermano, eso quiero para la patria.
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