Los bomberos libaneses extinguieron este viernes las últimas llamas del enorme incendio declarado en el puerto de Beirut, que destruyó una importante reserva de ayuda humanitaria y avivó el doloroso trauma de la explosión de principios de agosto.
En medio de depósitos derrumbados por la gigantesca deflagración del 4 de agosto, pero aún llenos de mercancías, los bomberos, encaramados en grúas, lanzaban chorros de agua para impedir un rebrote del fuego, constató un periodista de la AFP, mientras flotaba en el aire una espesa humareda blanca.
El fuego se originó el jueves en un almacén del Comité Internacional de la Cruz Roja con importantes reservas de comida y ayuda, incluyendo miles de paquetes de alimentos y medio millón de litros de aceite, según un comunicado de la organización.
«Nuestras operaciones humanitarias pueden verse muy afectadas», añadió la Cruz Roja, refiriéndose a su ayuda en Líbano o en la vecina Siria.
La Defensa Civil libanesa aseguró en un comunicado este viernes que el fuego había sido extinguido, y que estaban en curso operaciones de enfriamiento para evitar un rebrote del incendio.
«Reparaciones»
El incendio hizo que espesas columnas de humo negro fueran visibles el jueves desde varios puntos de la ciudad, sembrando el pánico entre la población.
El gobierno señaló, en informaciones preliminares», que unos trabajadores estaban utilizando una sierra eléctrica y las «chispas» provocaron el inicio del incendio.
Este incendio recordó a los libaneses la funesta jornada del 4 de agosto, cuando se produjo una terrible explosión en el puerto, provocada por un incendio en un depósito que almacenaba nitrato de amonio.
El siniestro dejó al menos 190 muertos y más de 6.500 heridos y devastó partes importantes de la capital de un país ya muy golpeado por una grave crisis económica y política.
La tragedia atizó la indignación de la población, que padece desempleo y una desvalorización de su divisa, y que desde hacía tiempo ya denunciaba la incompetencia y la corrupción de la clase dirigente.
Desde el 4 de agosto ha sido sobre todo la sociedad civil, las ONG y los voluntarios quienes acudieron en ayuda de una desvalida población, mientras que las autoridades eran criticadas por su escasa movilización ante este drama.
«Una repetición del 4 de agosto»
Antoine Assaad, habitante del barrio de Mar Mikhael cercano al puerto y devastado por la explosión, sigue asombrado por la falta de medidas de seguridad, y relata escenas de caos vividas el jueves en su entorno.
«Lo que pasó ayer es una repetición del 4 de agosto. La gente vivió el terror, ayer, y huía como podía«, afirma.
La enorme explosión del 4 de agosto fue provocada por una cantidad importante de amonio de nitrado almacenado desde hace seis años sin medidas de seguridad, según confesaron las propias autoridades.
En el depósito había unas 2.750 toneladas de este fertilizante químico, también utilizado como componente de explosivos.
«El incendio del jueves no puede en ningún caso justificarse», afirmó el viernes en Twitter el primer ministro libanés designado Mustapha Adib, que intenta formar nuevo gobierno después de que el precedente dimitiera tras la explosión.
Adib pidió a los responsables que rindieran cuentas, para impedir que se reproduzcan semejantes dolorosos acontecimientos.
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