“No, no hay”, repite una y otra, y otra vez, la señora Rosalía Jerez de Zola cuando le preguntan por medicamentos. Con su día a día sin poder vender medicinas en su negocio familiar de la esquina inicia el documental Está todo bien, del cineasta venezolano Tuki Jencquel, que se exhibirá en la edición 16 del Festival de cine venezolano. El año pasado participó fuera de competencia. Ahora, luego de haberse paseado por más de una decena de festivales internacionales, compite en la categoría largometraje documental que se creó este año.
El cierre forzado de una farmacia por la escasez de medicamentos es sólo la punta del iceberg. Francisco Valencia, director de la Coalición de Organizaciones por el Derecho a la Salud y la Vida (Codevida) va de un lugar a otro, se reúne con personas, habla por teléfono; siempre está en movimiento. “Tiene que ser en pequeñas cantidades, porque sino piensan que uno es bachaquero”, dice en la cinta. No quiere vender nada, solo está intentando ingresar medicinas a Venezuela.
Está todo bien (2018)
Tuki Jencquel
Género documental – 70 minutos
Proyección: del 11 al 23 de septiembreEntradas en Trasnocho Cultural
En medio de un hospital descuidado el médico Efraím Vegas, mientras atiende a un paciente, le pregunta a un colega si le subieron el sueldo, que quizás alcance para dos harinas, le dice. Se ríen, están bromeando, pero realmente no pueden comprar mucho más allá ni en el momento de la grabación del documental entre mayo de 2016 y agosto de 2017, ni ahora en 2020.
En casa Rebeca Dos Santos, paciente oncológica, publica en redes sociales el medicamento que necesita para continuar con su tratamiento para la leucemia. Y Mildred Valera, también con cáncer, le pregunta al médico en una consulta qué pasa si no consigue la medicina. “Puede volver la enfermedad”, le contesta.
Son cinco personas, cinco historias que le ponen cara a las cifras de la Encuesta Nacional de Hospitales, a la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, a la crisis humanitaria compleja que hay desde 2015 y al declive sostenido de la salud pública en Venezuela. Era lo quería mostrar el director Tuki Jencquel (Caracas, 1974).
“Yo quería documentar una realidad que se estaba viviendo en el país y también crear conciencia de la situación. Quería que se viera como una película, donde sigues la historia de unos personajes y no necesariamente un reportaje que te llene de información, sino que fuese más una historia con unos protagonistas y ofrecer una experiencia como la puedes tener con cualquier película”, explica desde Alemania, donde reside desde hace dos años.
Pero la crisis ha sido negada una y otra vez por los voceros oficiales. Y eso también lo muestra el documental en un debate en la Asamblea Nacional en 2016. Los integrantes del Polo Patriótico dicen que no existe, los parlamentarios opositores reclaman con pancartas en el hemiciclo -porque ser mayoría no significa que se pueda hacer algo al respecto. La negación deriva en el título de la película Está todo bien y en un segundo nivel narrativo, dramatizado, en el que los cinco personajes están en un teatro, actuando su vida, mostrando sus dilemas cotidianos.
“Si no hay crisis y todo es una mentira, entonces todos los venezolanos son unos buenísimos actores; es como darle la vuelta a esa negación de la vuelta”, indica Jencquel.
Está todo bien ha tenido más presencia en el exterior que en Venezuela, donde ha tenido algunas muestras y conversatorios, afirma el director. Se estrenó en Sheffield Doc/Fest en Inglaterra en 2018, llegó a las salas de cine de Alemania y estuvo en festivales europeos como el Festival Internacional de Documentales de Derechos Humanos 2019, Festival Internacional de Cine Documental de Múnich 2019 y el Festival Internacional de Cine Documental Millenium en Bélgica.
Incluso fue transmitido por la DW en español en formato adaptado para la televisión en 2019. Con la cadena alemana, además, el director realizó en junio de ese año, por encargo, el documental Petróleo y ruina: el éxodo de Venezuela, sobre las causas de la migración venezolana, disponible en Youtube
“No sé si le ha faltado espacios en Venezuela, pero sí ha tenido poca difusión. Pero también entiendo que, a lo mejor, si uno vive en Venezuela no necesariamente quieres ver un documental sobre la triste realidad venezolana. Pienso que funciona mejor para un público extranjero”, dice.
Aun así, asegura que quiere hacer continuar haciendo cine en Venezuela y sobre Venezuela. Considera que el documental es un género que hace falta y que es importante. De este género rescata que se puede hacer “sin mayor complicación”. “La ficción requiere más recursos, más personas que trabajen contigo, necesitas actores, un equipo técnico. En el documental, como lo he estado practicando, lo puedes hacer casi solo, o con la ayuda de dos o tres personas en el campo y luego en posproducción. Pero eso en ficción creo que es impensable”, indica.
Aunque no descarta realizar algún trabajo de ficción. “Yo hice cortos de ficción antes, no quiero engavetarme. Me gusta el cine, me gusta contar historias. Me interesan las personas complejas, con contradicciones; en realidad eso es lo que siempre estaría buscando al contar una historia documental o de ficción”.
Actualmente trabaja en un documental sobre su madre, Jacqueline Jencquel, conocida en Francia por su lucha para legalizar el suicidio asistido, en el que el cineasta lleva varios años y que aún está en filmación.
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