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A diez años de una inmolación, sigue la sumisión

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Mártir de la propiedad privada

A Franklin Brito, in memoriam

En junio del año 2010, poco tiempo antes de la muerte de Franklin Brito, hacíamos un símil de su caso con el del modesto albañil cubano Orlando Zapata, quien fallecía en La Habana luego de una larga huelga de hambre cuando cumplía sentencia de casi 26 años de prisión por delito de conciencia. Señalábamos que Zapata era el vivo aliento para quienes resistían la peor dictadura contemporánea que se haya vivido en Latinoamérica.

Fue una terrible decisión que tomó por métodos no violentos para sembrar la esperanza libertaria en las propias narices de sus opresores. Sin embargo, precisábamos que era del tipo de acción de protesta simbólica de los que el ya desaparecido Gene Sharp – conocido investigador del tema – aseguraba que aún teniendo gran repercusión nacional e internacional, de momento, no alteraba la posición de poder de la dictadura. Era sí, el punto de partida de lo que él denominaba como una forma selectiva de resistencia a través de la no cooperación y el desafío político que es un objetivo estratégico intermedio dentro de una gran estrategia global.

En Venezuela, Franklin Brito libraba una batalla en un contexto político y social caracterizado por una dictadura disfrazada bajo el cascarón de una constitución ultrajada a más no poder. Decíamos entonces, que su acto de resistencia podía costarle la vida, por lo que convocábamos al respaldo activo de todos aquellos venezolanos que debíamos ver en él el símbolo de una lucha por la restitución de un Estado de Derecho convertido en un trapo.

Fue estéril pedir una efectiva reacción colectiva que pudiese desactivar la diabólica maquinación dirigida a salir de él  a como diera lugar. La fuente de poder de este régimen es la intimidación. En sus genes totalitarios, reside la perversa desmesura de sus abusos y despropósitos de sometimiento del pueblo venezolano.

Esta es una causa que debió y aún debe ser la causa de todos. Es impostergable poner el acento en el rescate del Estado de Derecho para disminuirle la fuente de poder al chavismo. Franklin Brito solo pedía respeto a sus derechos, los mismos que están consagrados en nuestra constitución y las leyes que le permitieran dedicarse libremente a la actividad económica de su preferencia, el respeto a su iniciativa y propiedad privada, todos los cuales tenían que ser garantizados por el Estado; así como los derechos individuales a su dignidad, integridad, y libertad.

Concebimos la resistencia de Brito enmarcada en los supuestos contenidos en el artículo 350 CRBV al desconocer los actos de este régimen que contrariaron todos esos derechos y garantías, menoscabándole sus derechos humanos. Ese, como se dijo, fue un acto de desafío que debemos tomar en cuenta en el contexto de una estrategia global.

Hoy, diez años después de ese fatídico hecho, una Venezuela famélica, desgarrada y desesperada, se extingue. Una forma de materializar la sumisión es desobedecer al régimen; tal como lo proponía Sharp cuando sostenía que toda estructura de poder se basa en la obediencia de los sujetos a las órdenes de los dirigentes. De esa forma, si el sujeto no obedece, los líderes no tienen poder.

De Franklin Brito tenemos un legado de dignidad que debe inspirarnos para comprometernos con nuestro futuro.

@vabolivar

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