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En la peor de las condiciones El cascanueces llega al TTC

De aquella obra hermosamente coreografiada por el maestro Vicente Nebrada apenas queda hoy un remiendo, un montaje apresurado que es un bello esfuerzo y nada más

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“Con aire acondicionado o sin aire El cascanueces va”.

Y la orden de la alta gerencia del Teatro Teresa Carreño se cumplió: hoy se presenta en la sala Ríos Reyna, en la peor de sus condiciones, la edición 22 de El cascanueces, la célebre coreografía del maestro Vicente Nebrada, en esta oportunidad con Rita Dordelly en la dirección artística.

Fue hace aproximadamente 15 días cuando se tomó la decisión, cuentan fuentes del teatro, de poner en escena el clásico montaje de Navidad, basado en el cuento de E. T. A. Hoffmann con música de Tchaikovsky, interpretada por la Orquesta Sinfónica de Venezuela a cargo de los maestros Rodolfo Saglimbeni y Alfonso López Chollett: 8 funciones, todas a las 3:00 pm, que terminarán el 19 de diciembre. Será uno de los pocos años en los que no habrá doble función el fin de semana. “No hay dinero para pagar horas extras a los empleados ni tampoco para costear el refrigerio”, dice un técnico que pide no ser identificado.

Hasta ayer en la tarde, cuando se realizó el ensayo general sin público, algo que no ocurría desde hace mucho tiempo, no se sabía si la Ríos Reyna, ese monumental diseño de Tomás Lugo con 2.320 butacas –donde no se han hecho grandes espectáculos ni actos presidenciales por las pésimas condiciones de la salael último año– tendría aire acondicionado para la temporada de ballet. “Pusieron a técnicos a trabajar corriendo para resolver el problema. Todavía no se sabe si habrá aire durante las funciones. El equipo encargado cuenta que se encendieron dos turbinas”, comenta un músico de la orquesta que también solicita no ser identificado. Incluso se había pensado en alquilar compresores y colocar pequeños aires en el foso de la orquesta para que no fuera tan incómoda la función. “Pero no hay certezas”, dice el músico. “No se pueden poner ventiladores porque las partituras se vuelan”, indica otro.

El aire acondicionado del Teatro Teresa Carreño depende de una fuente que alimenta a Unearte (antiguo Ateneo de Caracas) y a Parque Central. Se ha hablado, recientemente, de independizar el aire del que fuera uno de los complejos culturales más importantes de América Latina, pero ha sido imposible. La única sala que lo logró fue la José Félix Ribas hace unos pocos meses, cuando se decidió que desde allí se realizarían emisiones del programa Con el mazo dando.

Un empleado de la Fundación Teresa Carreño que pide el anonimato afirma que por los pasillos del teatro se comenta que “hubo una inyección de dinero, algunos dicen que desde el extranjero”, para que El cascanueces se montara. Dinero que servirá, agrega, para pagar los pasivos laborales al personal del teatro y el cuerpo de baile.

Hay quienes aseguran que también fue para comprar el aceite que fue robado a principios de año de la base motora de la plataforma de la sala. “Y seguro que se sabe quiénes fueron, pero nadie dice nada. Es toda una complicidad”. La plataforma, por su parte, está curada con un químico para evitar que polillas y jejenes se sigan comiendo la pieza, agrega el empleado.

Y de esa gran compañía que fue el Ballet Teresa Carreño queda muy poco, por no decir nada: “Ya no hay casi profesionales de la vieja escuela. La mayoría se ha ido del país y todo se centra en el ballet juvenil, que tampoco está bien preparado. Se ha creado un mal hábito y todo se tiene que montar en el menor tiempo porque lo importante es que salga. Ya no se cuida la calidad. El reto es presentar y ya”, asevera un ex directivo del teatro involucrado durante muchos años con el montaje de El cascanueces. Y agrega: “Hay mucho desánimo entre los bailarines porque la compañía no funciona; son varios los que están desertando del proyecto. Y ante tanta ausencia, los directores se ven obligados a invitar a bailarines de otras compañías para resolver el tema de los solistas. En el caso de El cascanueces, el nivel del ballet en este momento es semiprofesional”, dice tristemente.

Sin embargo, recalca la disposición y las ganas de ese grupo de jóvenes que, en la peor de las condiciones, intentará aunque con mucho esfuerzo que la obra tenga el brillo de siempre. Será difícil, pero mostrarán su buena voluntad. Nada más.

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