Los socorristas continúan este viernes 4 de septiembre buscando en los escombros de un barrio destruido de Beirut en el que se detectaron latidos de corazón con un escáner, un mes después de la gigantesca explosión del puerto.
Un equipo especializado de socorristas chilenos enviado recientemente a la capital libanesa identificaron el jueves, gracias a un perro rastreador y escáneres térmicos, pulsaciones bajo los escombros de un edificio, lo que da esperanzas de hallar un superviviente de la explosión que destruyó el 4 de agosto partes enteras de Beirut, y que dejó 191 muertos y más de 6.500 heridos.
Miembros de defensa civil y socorristas retiraron con sus propias manos escombros del edificio este viernes por la mañana, comprobó un fotógrafo de la AFP. Por la noche, dos grúas permitieron retirar muros que podían caerse.
«Trabajamos sin descanso desde la noche. Hemos retirado los escombros, pero todavía no hallamos nada», declaró a la AFP el director de operaciones de defensa civil, George Abou Moussa.
El gobernador de Beirut, Marwan Abboud, declaró el jueves a periodistas que podría haber uno o dos cuerpos, y quizás un superviviente, ya que los escáneres permitieron detectar latidos cardíacos.
«Tras haber retirado los escombros grandes, realizamos nuevos tests para vigilar el ritmo cardíaco o la respiración, que revelaron un débil ritmo… siete latidos por minuto», declaró este viernes Nicolás Saadeh, que coordina las tareas de búsqueda entre el equipo chileno y defensa civil. La víspera, se detectó un ritmo cardíaco de 16 a 18 latidos por minuto.
Las tareas de búsqueda son aún más difíciles porque el edificio no es más que una pila de escombros.
Líbano no posee los equipos ni las capacidades técnicas para enfrentar este tipo de catástrofes. Varios países enviaron rápidamente equipos de socorristas y asistencia técnica tras la explosión.
La interrupción de las búsquedas en el edificio por la noche provocó la ira de algunos libaneses en las redes sociales.
El ejército afirmó este viernes en un comunicado que los trabajos fueron suspendidos durante dos horas durante la noche «a raíz del riesgo de derrumbe de uno de los muros fisurados del edificio».
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