“Ningún hombre puede
ser dueño de otro”.
Epicteto
No hay mejor hora que aquella en que vemos libertar a los presos inocentes. Todos los presos políticos o políticos presos, son inocentes. Es decir, el adjetivo político conlleva la noción de inocencia. De allí que todo aquel que por razones políticas sea encarcelado o perseguido, o de algún (cualquiera sea) restringido en el ejercicio de sus libertades públicas, es inocente.
De manera que así se trate de indulto procesal o indulto simplemente, la realidad fáctica o de los hechos nos indica, que nunca debieron ser detenidos, apresados ni amenazados con prisión. Excarcelados o liberados, caigo en la cuenta de que son, sin duda alguna, víctimas inocentes de un régimen que no acepta la disidencia, el pensamiento distinto, la confrontación democrática.
Aun en mi condición de abogado, debo asumir que estamos ante una situación política, no jurídica. Incluso así, celebramos la libertad de todos los excarcelados, en el entendido de que ello no libera de responsabilidad al “gobierno”, a esa cosa aposentada en Miraflores que al día de hoy, lleva asida al poder veintiún años, siete meses y dos días. Una verdadera desgracia chavista, una maldición inmerecida, un castigo innecesario. Terrible tiempo, tortuoso y dañino de una pesadilla coloreada de un rojo alarmante destruyendo al país. Este dolor debe acabarse. ¡Por Dios!
La responsabilidad del “gobierno” es consustancial con su nivel oprobioso de arbitrariedad y recurrente violación grave de los derechos humanos. Civiles, militares (activos y en situación de retiro), parlamentarios, y otros tantos venezolanos de distintas
Condiciones, han sido víctimas de atropellos, cárcel, persecución y destierro.
En una prisión abierta se ha convertido nuestra realidad. Un paisaje de puñales, un valle de balas de ida y vuelta, un eco perenne de sirenas, en eso ha trocado la cotidianidad de los venezolanos. ¡Qué duda cabe! Todos estamos en libertad condicional.
Dijo bien quien afirmó “la libertad es un bien que no tiene precio”. En El Quijote se lee:
“—La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres”.
Hoy día en el proceso penal se prevé el indulto pendiente el juicio. Pero no conviene detenernos en diatribas ni discusiones bizantinas, cuando en realidad lo que importa es la libertad de los inocentes, cuyo único delito es pensar distinto, o como en el curioso caso de la honorable señora Antonia Turbay, ser vecina del comisario Iván Simonovis. Kafka debe estar retorciéndose en el lugar donde está.
Se castiga por hechos, no por intenciones, El pensamiento no delinque (cogitationis poenam nemo patitur) Y al parecer, para el sistema de justicia venezolano, el discurso político de la oposición es un crimen. Dicho de otro modo, todos los opositores estamos reñidos con la narrativa chavista, con sus giros lingüísticos, con su lógica del discurso… todos somos semiológicamente culpable.
Hoy es imposible ocultar que las aludidas liberaciones son medidas políticas, que al propio tiempo comportan la aceptación de la violación de los derechos humanos de los detenidos, perseguidos y amenazados. Es preciso no haber nacido en un país, padecer de un resentimiento muy arraigado o ser bien despreciable para odiar a su gente e incurrir en prácticas semejantes.
No es necesario ser un erudito, ni un avezado académico, tampoco un Kelsen ni Justiniano para entender que esto es una terrible pesadilla, saldremos de ella.
Procuremos entonces entender la democracia como la rectitud de conciencia como base del sistema, la honestidad como norma permanente, la pulcritud en las ideas y en las formas de comportamiento. Conscientes de la democracia, los pueblos deben saber ejercerla y defenderla y sostenerla y conocer las ventajas de ella sobre otros sistemas de gobierno.
No hay democracia sin partidos políticos, cuya actividad implica, necesariamente, debatir ideas, discutir con el adversario, ponerse de acuerdo, parlamentar, y ello solo se logra en libertad. No cabe en democracia la existencia de presos políticos.
Lamento no haber visto a mi país en la lista de los excarcelados. Ya llegará la hora en que podamos hablar de heroísmo sin delito, de gloria sin sangre y de victoria sin lágrimas.
Pero así como a la libertad, te siento más cerca, quiero abrazarte como nunca antes, como ha debido ser siempre. Darte el abrazo que mereciste, aquel que no debí dejar de darte en todo momento. No me he ido de tu lado, y aunque no haya hecho lo suficiente, creo estar haciendo algo para que regreses y tenerte de nuevo. En ti mis hijos contigo, prometo tratarte mejor. Gracias por volver. ¡Venezuela!
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