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Las dictaduras al desnudo

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Sin duda alguna cualquiera que se atreva a mirar con una perspectiva de largo alcance tendrá que concluir que las dictaduras en mayor o menor grado están casi todas partes del mundo acorraladas, desnudas y pataleando. No es cierto que el mundo empeora.

Uno de los grandes milagros de la tecnología comunicacional es que no hay secreto social, político, económico, ético, que no sea descubierto rápido y la mayor parte de las veces escandalosamente.

Putin en Rusia utiliza la vieja táctica de envenenar al opositor Navalny y la noticia corre como polvareda por el mundo entero. La autocracia rusa, o como quiera calificarse, parece temblar como majarete, tiene que dar explicaciones al mundo, no pueden hacerse los locos. Esta difícil situación esperemos que se traslade en algún respiro al sufrido y largamente sometido pueblo ruso, una de las sociedades que ha soportado por más largo tiempo ser el conejillo de Indias de las experiencias marxistas. La infinidad de versiones de planificación centralizada desde 1917 para sustituir la propiedad privada, el mercado e inventar una economía próspera, todos han fracasado, la construcción de una industria pesada, la colectivización de la producción agrícola y agroindustrial, el desafío espacial y tecnológico. Un siglo de fiascos repetidos con los famosos planes socialistas y hoy tenemos una economía que ladra mucho pero cuyo tamaño dicen que no alcanza la mitad de la californiana. Podemos hoy acongojarnos en nombre del pueblo ruso no se merecía esa crueldad infinita durante tanto tiempo, más de un siglo. Del hombre nuevo ni hablar, aparecen algunos engendros en algunas partes del mundo que aterrorizan a cualquiera.

Una mirada ampliada nos dice que las dictaduras parecen estar acorraladas, no sabemos cómo ni cuándo caerán, pero todas están en la picota. Lukashenko alardea blandiendo una kalashnikov, diciéndole al pueblo bielorruso que si se atreve les caerá a plomo. No tiene otro argumento frente al surgimiento de una sociedad que nunca desde su creación en 1991 ha tenido libertad pero que conoce, sabe y aspira a vivir como en otros lugares del mundo donde lo más importante es la gente y sus aspiraciones.

En América Latina hemos tenido recaídas en la búsqueda de la libertad, México y Argentina se muestran como nuevos intentos socialistas, algo más blandengues, pero con los errores repetidos de siempre. Acaba Argentina de  dejar en manos del Estado los medios de comunicación, todos sabemos que esta es una señal de que va directo al abismo, luego retornarán  las expropiaciones y sanciones contra la economía privada hasta que la torta sea completa y allí le tocará al pueblo argentino levantarse para superar el populismo-socialismo y buscar de nuevo un camino a la libertad, a la prosperidad del país que un día fue el granero de América.

En México esta vez esperamos que la senilidad de las ideas del presidente más el enfrentamiento de la corrupción se mezclen y generen un antídoto que permita a ese grandioso país levantarse de sus cenizas, dejar de mirar al pasado, la victimización, culpabilización y utilizar todos su motores en pro del México que puede ser, uno de los grandes. Mucho es lo que México puede enseñar al resto de Latinoamérica, esperamos por ese emporio.

La gran enseñanza es reconocer que en estos momentos no hay dictadura oculta en ninguno de los 32 países que están bajo este tipo de régimen, todas están descubiertas, en unas se está luchando, otras aparentan estar apaciguadas, pero es innegable que la tendencia del mundo es erradicar los malos gobiernos, descubrir sus crímenes y trapacerías. Es la labor de hormiga que están jugando los ciudadanos en cada uno de esos territorios sometidos por malas maniobras ya sean militares, policiales, electorales, populismos, narcotráfico y cualquiera otra versión de las aplicaciones antilibertad no liberales…

En todo este contexto Venezuela se convierte en una gran esperanza, no hay basura debajo de la alfombra que no haya sido detectada. Maduro y su combo, Cabello, Padrino, Maikel Moreno y el resto son figuras al descubierto, jefes de la banda siniestra que ha hundido el país en una temporada en el infierno. Están desenmascarados, sus promesas se desvanecen, no pueden engañar a quien les ha visto su verdadero rostro, el retrato oculto de Dorian Gray.

El problema que nos atenaza hoy es el tiempo, cuanto tiempo para cerrar esas pústulas, cuál es el camino más indicado, que obligaciones recaen en manos de los líderes y del pueblo para que se inicie el saneamiento del país. Estas son las cuestiones que deben movernos hoy. Preguntarnos en todos los niveles: ¿podemos seguir sosteniendo salidas particulares aislándonos del resto? ¿Cómo producir la fórmula del brebaje que todos tomemos y nos lleve a la liberación de manos de la banda criminal que nos gobierna? ¿Qué está pasando en Bielorrusia, cuál ha sido la decisión de Tijanóvskaya, cómo ha logrado unir al pueblo tras de una postura de resistencia? ¿A qué le teme Putin para arriesgarse a envenenar a Navalny?

Hasta ahora ningún líder, ni partido alguno ha logrado cohesionar a la gente en torno a objetivos comunes. Fórmulas discriminadoras como jingles no sirven por muy elegantes que sean. El único referente válido que tenemos es la imperiosa necesidad de trazar, diseñar, crear, la fórmula para lograr la unidad, único camino a la salvación y a la extirpación de las fuentes del odio, el crimen, la rapiña, las torturas, el hambre. Cesar la autodestrucción cínica, no juzguemos tanto a los que han convocado el encuentro, no debe importarnos cuán avanzados son, cuán clarividentes.  Lo que podemos exigir es que si se convoca a un debate debe ser sin premisas falsas, los que quieren votar y los que creen en la abstención, los que quieren intervención y los que saben que la fuerza interna es la que debe prevalecer. En esa encrucijada estamos hoy y debemos cerrar filas y comprometernos más allá de nuestros egos y convicciones obsesivas. Todos por la libertad, aprendamos de los bielorrusos.

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