Melania Amorim estaba comenzando su carrera como ginecóloga y obstetra en Brasil cuando se le presentó su primer caso de embarazo en una adolescente.
Era una niña cuadripléjica de 13 años que había sido violada en el patio de su casa mientras su madre trabajaba dentro.
Había sido llevada a un hospital para que le practicaran un aborto. Pero ninguno de los médicos que estaban de guardia quiso llevar a cabo la terminación del embarazo.
«La madre de la niña era lavandera y la había dejado tomando el sol en el exterior. Con el ataque quedó embarazada», le dice a la BBC la doctora Amorim.
«En el hospital, nadie quiso tocarla. Dijeron que se oponían a los abortos. Yo era muy joven, pero llevé a cabo la operación. Estaba totalmente convencida de que estaba salvando la vida de esa niña y que era su derecho como víctima de una violación», agrega.
La doctora ha trabajado con niñas y adolescentes embarazadas durante más de 30 años y se especializa en casos de menores que quedaron embarazadas luego de ser violadas.
Cuatro casos de violación al día
Brasil quedó conmocionado por el controvertido caso de una niña de 10 años que tuvo un aborto después de ser repetidamente violada por un tío.
Ocurrió en la ciudad de Sao Mateus, en el estado sureño de Espíritu Santo.
El caso ocupó los titulares de los medios después de que la niña fue llevada a un estado vecino para someterla al procedimiento.
Sus detalles personales fueron filtrados en Internet por un activista de extrema derecha.
También hubo intentos de bloquear el aborto en la corte y protestas de grupos religiosos, algunos activistas incluso trataron de entrar al hospital donde estaba la niña internada.
La ley brasileña solo permite la terminación de un embarazo en casos de violación o cuando la vida de la mujer está en riesgo.
Un juez ya había permitido que la niña de 10 años, que había sido abusada por su tío desde que tenía 6, tuviera el aborto.
La doctora Amorim dice que este tipo de situaciones médicas no son inusuales.
El sistema de salud pública de Brasil, SUS, registra en promedio seis abortos diarios de menores de entre 10 y 14 años.
Las estadísticas de violencia sexual son igualmente impactantes: según datos recogidos por la ONG brasileña Foro de Seguridad Pública cuatro niñas menores de 13 años son violadas cada hora en el país.
Embarazos peligrosos
«Ellas llegan al hospital desconcertadas y aterrorizadas por todos los eventos traumáticos que han experimentado», explica la médica.
Amorim dice que siente una mezcla de «perplejidad, asombro, disgusto e indignación» por los intentos para evitar que la niña de 10 años tenga el aborto.
Los embarazos a esa edad son considerados extremadamente peligrosos.
Un estudio de Unicef encontró que las que dan a luz antes de los 15 años tienen cinco veces más probabilidades de morir durante el parto que las mujeres en sus 20 años.
Un estudio publicado en la Revista Estadounidense de Obstetricia y Ginecología realizado con jóvenes embarazadas en América Latina, encontró que las niñas de 15 años o menos tienen más probabilidades de desarrollar anemia severa y enfrentar un mayor riesgo de hemorragias postparto.
Peligro para el bebé
También hay más probabilidad de muerte neonatal. Melania Amorim señala que el embarazo en jóvenes de entre 10 y 15 años tiene alto riesgo de preeclampsia y eclampsia, que son trastornos que causan un aumento en la presión arterial y que pueden llevar a un coma.
Los bebés de estas niñas no suben de peso. Hay restricción en el crecimiento, debido a la estructura del cuerpo de las niñas, y por lo tanto, muchos nacen prematuros», dice la doctora.
Los embarazos en niñas menores de 13 años incluso tienen más riesgos debido a que sus cuerpos todavía se están desarrollando.
«Sus cuerpos y órganos internos todavía no están desarrollados. No tienen, por ejemplo, una pelvis totalmente formada y esto evita el progreso del trabajo de parto», explica.
La doctora Amorim, que también es profesora de la Universidad Federal de Campina Grande, dice que el aborto legal es mucho más seguro para estas niñas que el parto.
«El parto conlleva riesgos para cualquier mujer, en cualquier etapa. Para una niña, es mucho más peligroso», explica.
«Un aborto en casos legales, con monitoreo médico, es mucho más seguro que un parto para estas niñas».
«Lo peor sería un aborto inseguro, al cual la mujer tendría que someterse escondida», agrega.
La médica también indica que los estudios con mujeres de países donde el matrimonio infantil todavía se permite muestran que los casos de niñas con lesiones internas entre la vejiga y la vagina son frecuentes.
«Quedan embarazadas y tienen un parto sin asistencia médica o con asistencia pero sin acceso a una cesárea. El bebé entonces rasga todo internamente».
Melania Amorim también trabaja con víctimas de violencia sexual.
Como ginecóloga, ha acompañado a víctimas cuyas edades van desde los 6 meses hasta los 92 años.
«No hay edad que nos proteja de la violación. Las mujeres no estamos protegidas en ningún grupo de edad», expresa.
«Cuando una niña es muy pequeña no se embaraza. Pero muchos casos de abuso comienzan en esa etapa y continúan hasta cuando la niña comienza a ovular y, desafortunadamente, resulta en embarazo», agrega.
«Muchas niñas no son conscientes de que tienen derecho legal a un aborto»
No todos los casos de embarazo terminan en aborto.
La doctora dice que algunas menores víctimas de violación llegan al hospital poco tiempo antes de que sus niños nazcan.
«Muchas niñas no están conscientes de que por ley tienen derecho a un aborto», dice Amorim.
Recuerda el primer caso de muerte materna que atendió cuando tenía sólo 17 años y todavía estaba en la escuela de medicina.
«Era una niña de 13 años que murió debido a un aborto clandestino. Y lo triste es que tenía derecho a un aborto legal», dice.
«Ya he tratado casos de embarazadas de 10 años con eclampsia quienes han tenido que ser intubadas después de casi morir como resultado de convulsiones severas».
«Ninguna de ellas murió. Pero el riesgo de muerte en casos de eclampsia es alto«.
Un caso diferente
La doctora Amorim cree que el caso de Sao Mateus difiere de los otros que ha visto durante su carrera, principalmente debido a la revelación del nombre de la víctima y del hospital donde la niña iba a someterse al aborto.
«Este tipo de aborto está garantizado por ley y debe respetarse el secreto y la confidencialidad», señala.
«La revelación necesita ser investigada. Es una situación muy seria. ¿Cómo pudo tener acceso a sus datos la persona que filtró la información de la niña?».
El embarazo de la niña de 10 años fue descubierto el 8 de agosto, después de que fue llevada a un hospital en Sao Mateus.
La noticia del caso provocó un debate nacional que incluso involucró a ministros del gobierno.
La controversia se intensificó después de que los médicos de un hospital público en la capital estatal, Vitoria, rehusaron realizar el aborto el 14 de agosto, a pesar de la orden judicial, bajo la premisa de que la gestación superaba el límite de 22 semanas recomendado por el Ministerio de Salud brasileño.
Recuperación y arresto
El hospital en Vitoria indicó que la decisión de no realizar la terminación fue tomada «sobre una base técnica y no tuvo interferencia ideológica».
La niña finalmente tuvo el aborto en Recife, a 1.650 km de distancia, tres días después.
«Cualquier hospital que trabaje con mujeres embarazadas tiene la obligación de realizar un aborto legal. Ellos esperaron la autorización judicial en Espirito Santo y cuando llegó, alegaron que el embarazo estaba avanzado», indica Amorim.
Se informó que la niña «estaba bien». Su tío fue arrestado el 18 de agosto después de haber huido a un estado vecino.
La doctora Amorim señala que es esencial que la niña, igual que otras víctimas de abuso sexual, reciba atención psicológica.
«La violación te deja una marca para siempre. Estas niñas llegan al hospital traumatizadas. Son niñas, no madres», indica.
«Ellas no quieren el fruto de la violencia en sus úteros».
«Si reciben todo el apoyo, volverán a recuperar sus planes y su dignidad».
A pesar de décadas de ser testigo de una realidad traumática, Melania Amorim no ha perdido el sentimiento de indignación con cada nuevo caso que encuentra.
«Pensarías que después de tantos años en este trabajo, nos acostumbraríamos. Pero con este caso en Espirito Santo, la indignación no es sólo por la violación y el embarazo», dice.
«La niña fue violada durante años y sufrió una nueva violación cuando la sociedad trató de quitarle su derecho legal a un aborto».
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