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Sicilia: Mi reto es establecer una marca por encima de quienes la dirigen

Para Nina Sicilia, gerente general del comité ejecutivo del Miss Venezuela, y es la filosofía del concurso que dirige, la belleza no lo es todo. Las nuevas reinas venezolanas serán líderes empoderadas: mujeres hermosas, con un propósito, objetivos de vida claros y una sensibilidad social importante

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Esta noche, la primera en la que Nina Sicilia estará al frente del comité ejecutivo del Miss Venezuela como gerente general, se conocerá la nueva ganadora del certamen; un concurso al que en 2018 renunció Osmel Sousa, el artífice de la mejor etapa del certamen, y a quien este año, también, se relacionó con presuntos hechos de corrupción y prostitución que involucraron a candidatas del Miss Venezuela.

Nina Sicilia, Miss International 1985, sabe que fue una grave crisis de reputación y que no ha sido fácil reposicionar la marca. Pero, junto con Jacqueline Aguilera, directora de Imagen, y María Gabriela Isler, directora de Relaciones Públicas y Formación, se ha propuesto trabajar de la manera más transparente posible para fortalecer la que hasta ahora ha sido una de las empresas más exitosas del país. “Mi reto ha sido y seguirá siendo establecer una marca por encima de las personas que la dirigen”, dice quien ha ocupado importantes cargos gerenciales dentro de la Organización Cisneros.

Sueña con hacer del Miss Venezuela un proyecto parecido al del Los Criollitos de Venezuela o al Sistema Nacional de Orquestas. “Algo así como el sistema nacional de la belleza y la integridad”, dice, donde en cada estado haya una quinta Miss Venezuela, que sea una casa de formación integral de niñas y jóvenes. Porque sí, está segura de que cada niña en el país quiere ser una miss por las oportunidades que brinda participar en el certamen.

La belleza importa, sí, pero no lo es todo. La ganadora de esta noche, dice, será una mujer capaz de hacerse escuchar en el mundo. Líder, empoderada, hermosa, con un propósito, objetivos de vida claros y una sensibilidad social importante. Una nueva era ha comenzado.

—Entre las expectativas que tenía cuando asumió la gerencia general y la realidad, ¿con qué se encontró?

—Estaba muy segura de cuál era el trabajo que había que hacer, porque a pesar de no estar dentro, era pública y notoria la manera en la que se manejaban las cosas. Había áreas específicas que estaban personalizadas y cada una de esas personas asumía su rol, tomaba decisiones, controlaba, ejecutaba y avanzaba. Yo estaba segura de que uno de los mayores retos era estructurar una gestión de un modo más empresarial; es decir, el Miss Venezuela es una empresa y, como tal, requiere de planificación, control, organización, ejecución de cada uno de los procesos.

—¿No hubo antes un criterio empresarial?

—Siempre se ha tenido un criterio empresarial porque, a fin de cuentas, el Miss Venezuela es una empresa que requiere un manejo que genere beneficios, pero, insisto, se manejaba de una manera muy personalizada. Mi reto ha sido y seguirá siendo establecer una marca por encima de las personas que la dirigen. Y siempre ha debido ser así. Es una filosofía: las compañías trascienden a sus cuadros directivos y eso no pasaba aquí. Cuando me preguntan por el comité ejecutivo trato de despersonalizarlo porque cualquiera de nosotras, Jacqueline, María Gabriela o yo, puede no estar mañana, y esto continuará. Lo que ha sucedido sin la presencia de Osmel. El trabajo es reforzar la empresa y fortalecer las actividades que se desarrollan.

—¿Ha sido difícil otorgarle ese carácter empresarial al concurso?

—Sí, muchísimo. Porque son muchos años trabajando de una manera muy personal. Y no quiero que esto se entienda como que estoy hablando peyorativamente de Osmel. Todo lo contrario: tiene un gran mérito porque una sola persona y las pocas que trabajaron muy cerca de él alcanzaron el éxito y lo lograron todo. Eso significa tener relaciones, contactos, crear estrategias, generar resultados. Y como siempre lo he dicho, soy la primera que reconozco y aplaudo lo que se consiguió en el concurso durante todos estos años. El certamen ha sido más que una escuela, se convirtió en una universidad de talentos y eso hay que aplaudirlo. Que se hayan suscitado los hechos que presuntamente ocurrieron no debe ser motivo para aplastar todo lo que lograron Osmel y su equipo de trabajo.

—¿Se vio muy afectada la marca?

—Sí. Mucho. Precisamente porque esas personas estaban por encima de la marca. Siento que mucha gente creció a costillas del Miss Venezuela. Y es una posición muy personal que, como gerente, será discutida y revisada. El certamen tiene mucho por ofrecer. Yo aplaudo la iniciativa de los castings regionales, ese gran esfuerzo por conseguir participantes; sin embargo, pienso que debe ser manejada por la organización, porque todo lo que se capitalizaba eran beneficios que quedaban por fuera del Miss Venezuela. Y ahora habla la financiera, esos beneficios deben entrar en la empresa para lograr un flujo de caja holgado que permita contratar personal idóneo y bien remunerado. Y sí, que se mantenga el esquema de intercambios, pero que esa no sea la base para trabajar. La marca debe recuperar su fortaleza y que todo aquel que quiera o pretenda acompañarla sepa que tiene un valor importante.

—¿Qué ha hecho el comité para levantar la imagen del Miss Venezuela?

—Tuvimos una fuerte crisis de reputación y a partir de allí hemos sido muy transparentes. Después de tantos años en la Organización Cisneros puedo decir que lo que ocurrió no es nada nuevo, porque en todas las empresas hay desviaciones de los procesos, del deber ser; hay enquistamientos de alguna persona del cuadro directivo que se aleja de la norma. Y eso lo he vivido yo con el correr de los años en empresas de la organización. ¿Qué hizo el grupo Cisneros con el Miss Venezuela? Revisar los cuadros gerenciales, normas y procedimientos que están siendo desempolvados de ese documento que se llama Manual de ética y conducta. Actualizas, haces cambios y sigues avanzando. Eso fue lo que se hizo. La única diferencia es que el Miss Venezuela tiene una inmensa visibilidad tanto nacional como internacionalmente. Yo pude haber tomado decisiones más trascendentes cuando estuve en la directiva de los Leones del Caracas o en Directv y nadie supo. Aquí la más mínima decisión u opinión es del dominio público, porque la gente se siente arte y parte del concurso, con derecho a opinar, lo que me parece bien. Yo leo todos y cada uno de los mensajes que llegan por las redes sociales y trato de comunicarme cuando las observaciones y comentarios son respetuosos, no fanáticos. Somos una empresa expuesta al cariño de la gente. Nos debemos al público.

—Antes usó la palabra “presuntamente” para referirse a los supuestos hechos de corrupción y prostitución en el concurso. ¿Cuáles son los resultados de la investigación realizada luego del cierre de las puertas del certamen este año?

—El comunicado que se emitió no dijo investigar porque ni la organización, ni el comité ni el personal de seguridad tenemos la facultad para hacer seguimiento a esos presuntos hechos. Eso le correspondería a las instancias jurídicas del país y siempre se realizaría en razón de una denuncia. Hicimos lo que nos correspondía que fue revisar y de allí surgieron todos estos cambios.

¿A partir de las transformaciones que vivió, qué es el Miss Venezuela hoy?

—Sigue siendo el concurso más importante del país, el certamen local más importante a nivel mundial. Es una gran escuela y una plataforma para proyectar a la mujer venezolana, no solo como una belleza, sino como una persona integral que con su voz es capaz de hacerse sentir y escuchar en el mundo. Una mujer que muestra de qué estamos hechas las venezolanas: mujeres trabajadoras, responsables, emprendedoras y con buen humor. Todo eso sumado a la belleza.

—¿Es más que un concurso de belleza?

—Mucho más, sobre todo porque los tiempos han cambiado y el mundo así lo exige. En años anteriores la belleza era lo más aplaudido y cuando en los concursos destacaba una persona por su inteligencia, pues estaba más preparada que el promedio, era vista como algo raro. Hoy en día ocurre todo lo contrario, estamos apuntando a una mujer con cierta formación. Sí, seguiremos siendo estrictos con los requisitos físicos, pero vamos más allá. Exigimos una plataforma intelectual. Jóvenes que tengan más que ofrecer a nivel interior. No pedimos formación universitaria, pero sí queremos una mujer líder, empoderada, capaz de proyectar nuestros valores.

—¿En los próximos años qué va a caracterizar su gestión al frente del concurso?

—Tenemos muchos proyectos que van a requerir años para verlos concretados. Queremos que el Miss Venezuela crezca geográficamente, que se establezca y permee al venezolano, no solamente a través de un canal de televisión o redes sociales, sino que físicamente seamos cada vez más accesibles a más gente. Sueño con un proyecto parecido a Los Criollitos de Venezuela o al Sistema Nacional de Orquestas; algo así como el sistema nacional de la belleza y la integridad, en el que en cada estado, en cada rincón del país, pueda haber una quinta Miss Venezuela, que represente para nuestras niñas y jóvenes un oasis, donde aprendan no solo a maquillarse, a vestirse, sino también donde puedan aprender un oficio, siempre apoyándonos en la comunidad. Queremos estructurar equipos de trabajo en los que las jóvenes consigan aprender un básico de corte y costura, por ejemplo; un básico de cocina, se puedan conectar a Internet, dedicar horas a la lectura. Deseamos que sean casas de formación integral y que, a futuro, allí podamos reclutar a las representantes de las distintas regiones para el certamen. Porque el concurso es como la hallaca, la gaita, el beisbol: es imposible desligarlo del sentir venezolano.

—¿El sueño de cada niña venezolana es ser Miss Venezuela?

—Absolutamente. El sueño de toda niña en el país es ser miss y es el sueño de sus padres, de la familia entera. Porque del concurso han salido grandes personalidades, ha sido una plataforma para dar a conocer mucho talento. Y esa es la fantasía que quieren hacer realidad.

—¿En este contexto, con un presupuesto mermado, cómo será el Miss Venezuela de esta noche?

—La situación del país no está para opulencia; la realidad está para actuar con mucha sindéresis y ponderación, pero tampoco vamos a ceder espacios y a dejar de hacer el Miss Venezuela. Estamos realizando un certamen que no hubiese sido posible sin aliados y alianzas comerciales importantes. Hemos solventado necesidades operativas que sin esos aliados habría sido imposible hacer. Será un concurso dirigido a la familia, un musical grato para todos con recursos limitados y con un gran apoyo de cantantes y del personal involucrado. Las misses tendrán mucho más protagonismo, cosa que se había perdido en los últimos años. No será una producción tan fabulosa, y esperamos, Dios mediante, volver al Poliedro en 2019. Este año decidimos apoyar al talento del país y abrimos el correo talentosmissvenezuela@gmail.com para que todo el que quisiera enviara propuestas. Y tuvimos ofrecimientos increíbles que serán parte de esta noche. Decidimos abrir las puertas del concurso para que todo el talento pueda ser aprovechado en la quinta Miss Venezuela siempre y cuando esté alienado con nuestros principios, valores, metas y objetivos. Todo el que esté alineado con el respeto, integridad y la excelencia será bienvenido.

—¿Satisfecha con el grupo de candidatas?

—El proceso de selección, como muchos saben, fue novedoso. Un equipo multidisciplinario se encargó de revisar más de 1.300 postulaciones que llegaron a través de nuestra página en Internet. Allí pedíamos información personal y profesional de la candidata. No había que venir recomendado por nadie. De esas solicitudes pasamos a 300 y luego a 70 seleccionadas que fueron las que evaluamos presencialmente. Todas ellas pasaron por diversas estaciones de trabajo que incluían maquillaje, foto pose, pasarela. Los responsables de cada área las evaluaban, así como el comité, y de allí salieron las 24 participantes. Fue un proceso muy humano e interesante. Fuimos más allá de buscar chicas bellas.

—¿Y qué espera de la nueva Miss Venezuela?

—Este año implementamos un sistema de votación de tres bloques. En el primero votaron chaperonas, personal de producción, seguridad, estilistas, maquilladores. Hay una planilla con nueve categorías de personalidad que evalúa puntualidad, respeto, orden, manejo de instrucciones y empatía, entre otros ítems. Y belleza, por supuesto. Esos resultados se tabularon y tendrán peso en el resultado, al igual que el segundo bloque, que consistió en una entrevista con un jurado integrado por los representantes de las marcas aliadas del concurso este año. Y finalmente, estará la votación de los nueve jurados esta noche, que valorarán la presencia en escena, la desenvoltura. Todas las votaciones serán ponderadas y de allí saldrá la ganadora. Esto me lleva a pensar que tendremos una mujer hermosa, con un propósito, objetivos de vida claros y una sensibilidad social importante. Así será la próxima Miss Venezuela. La que nos representará en el Miss Mundo.

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