En las ultimas semanas 5 médicos de Anzoátegui han muerto en la lucha contra el coronavirus y los pronósticos es que lastimosamente la cifra podría aumentar; van 5 y el gremio médico en Anzoátegui se viste de luto; van 5 y ninguna autoridad, o quienes se hacen llamar como tal, abren la boca para decir o proponer algo.
Y mientras la usurpación, como era de esperarse, se queda con los brazos cruzados, en los hospitales de todo el país los médicos venezolanos se siguen exponiendo en su diario combate en contra del covid-19.
A la hora de escribir este artículo se contaban 5 médicos, solo de Anzoátegui, fallecidos. Sin embargo, la cifra a nivel nacional es más grande, más aterradora y más cruel; sin duda, quienes poseen el poder dejaron solo a los galenos, a las enfermeras y demás trabajadores sanitarios, dejaron que lucharan sin los equipos adecuados y la protección necesaria.
En acciones como estas vemos el verdadero rostro del régimen venezolano. Observamos la real dimensión de un sistema que no le importa nada, ni nadie, que solo vive para aprovecharse del poder y enriquecer a sus altos funcionarios a cuesta del dolor, el hambre y la muerte de todos los ciudadanos.
Lo que estamos viviendo con la pandemia es la multiplicación de la política de desdén e irresponsabilidad que por 20 años ha dominado la política venezolana con respecto a la salud de la ciudadanía. No es para nada nuevo la insensatez y pasividad de un régimen que le tiene sin cuidado la integridad de los ciudadanos.
¿Cómo esperar algo distinto de aquellos que por dos décadas enviaron a la ruina a todos los hospitales del país? ¿Cómo esperar buenos oficios de aquellos que han arrestado, agredido y torturado a los médicos por el simple hecho de pedir insumos y mejores salarios? ¿Qué podíamos aguardar de un modelo que prácticamente dejó morir la red ambulatoria de toda la nación? ¿Creían que iban a dar la cara los mismos que se gastaron millones en los módulos de Barrio Adentro, 90% de los cuales están abandonados? ¡Señores! A la usurpación no le interesa, ni nunca le ha interesado, la vida de los venezolanos.
Y hoy, ese régimen es el único culpable de la muerte de decenas de médicos, enfermeras y demás trabajadores sanitarios que se han expuesto en los centros de salud atendiendo a los pacientes de covid que llegan, todos los días, por centenares a los centros asistenciales a lo largo y ancho de Venezuela.
Miraflores decreta días de duelo por la muerte de sus «camaradas», no obstante, no dice nada por el personal de salud fallecido, no hace nada por preservar la integridad de esos hombres y mujeres que se enfrentan a una enfermedad atroz que ya ha enlutado a muchísimas familias en todo el país.
Miraflores debería destinar, por lo menos, una quinta parte de todo el dineral que gastan en sus maquiavelismos políticos para la dotación de equipos de bioseguridad, para la realización de jornadas permanentes de desinfección en las áreas médicas expuestas al virus chino, y donde por lo general se infectan los valientes médicos venezolanos.
Si la situación sigue así, Maduro será el único responsable del genocidio médico más grande de la historia, ya que será una decisión suya el de permitir, por inacción y apatía, el contagio de quienes laboran en los centros asistenciales. Él llevará sobre sí el peso de todas esas muertes y se sumarán a las miles que ya lleva a causa de la represión y las torturas.
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