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María Beatriz Medina, directora del Banco del Libro: “Necesitamos lectores críticos”

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60 años cumplió el Banco del Libro el 14 de julio. Y son muchos los retos que la institución tiene por delante. Si a principios de la década de los 60 la asociación civil tuvo su origen en la preocupación de que en las escuelas venezolanas no se enseñaba a leer correctamente, hoy en día el objetivo es promover la lectura en los sectores más vulnerables en medio de la vorágine de las redes sociales, una crisis sin precedentes en el país y una pandemia que parece interminable.

En sus primeros años, bajo la dirección de Virginia Betancourt, el Banco del Libro comenzó con su servicio de canje de textos escolares y el diseño de modelos bibliotecarios. Luego, desde mediados de los años 60 y hasta finales de los 70, la institución se enfocó en vincular sus programas con la acción del Estado.

Se crean, entonces, la Biblioteca Mariano Picón Salas, las pedagógicas Daniel Navea, en Caracas, y Ana Emilia Delon, en Ciudad Guayana; comienza el proyecto de las bibliotecas escolares y las unidades móviles de lectura como los bibliobús, destinados a las escuelas, institutos y barrios de Caracas.

Otros hitos del Banco del Libro son la activación del programa de producción de libros para niños de ediciones Ekaré y la transferencia de sus modelos bibliotecarios a las bibliotecas públicas, incluido el Instituto Autónomo Biblioteca Nacional.

Entre los reconocimientos que ha recibido se encuentran el Premio IBBY para Promoción de la Lectura, el Guust van Wesemael, el Premio Memorial Astrid Lindgren del Ministerio de la Cultura Sueco y el Premio Hamdan-Unesco.

«Álvaro Agudo, que fue uno de los directores del Banco del Libro, dijo en el aniversario 55 que el banco ha tenido la capacidad para adaptarse a los cambios que se han generado en estos años. Eso sigue vigente», afirma la directora ejecutiva de la asociación civil, María Beatriz Medina, quien subraya que en la actualidad, en el contexto de la pandemia, a la institución uno de los temas que más le preocupa es mantener la promoción de la lectura en los sectores más vulnerables tomando en cuenta las constantes fallas de Internet.

«Tenemos que ver de qué forma vamos a lograr llegar a los sectores que realmente necesitan un trabajo de formación lectora. El gran reto es cómo llegar. No todo el mundo tiene Internet», explicó.

Para Medina, hoy más que nunca es esencial la formación de lectores pues, advierte, refiriéndose a la superficialidad de las ideas, hay una «epidermis del pensamiento crítico».

«Se necesitan lectores críticos que puedan ser capaces de ubicar argumentos y la verdad, y creo que la lectura de ficción y de libros recreativos e informativos da la posibilidad de tener herramientas para enfrentar cualquier discurso», dijo.

Otra preocupación de la directora ejecutiva del Banco del Libro es la «lectura efímera» en las redes sociales, es decir, la facilidad con la que algunos creen en los fake news y el poco interés en profundizar en la información que reciben. «La lectura tiene esa otra fase que es la escritura. Y cuando lees algunas cosas dices ‘pero Dios mío, cómo esta persona puede escribir de esa forma’. Eso tiene que ver con la proliferación de una lectura superficial, que no profundiza, que cae con facilidad en las noticias falsas. La gente es capaz de repetir y reenviar una información. A eso lo llamo el dedo fácil. Otro ejemplo son esos textos que se atribuyen que si a Jorge Luis Borges, a Gabriel García Márquez o a Carl Gustav Jung».

Sin embargo, Medina considera que la lectura digital es un buen recurso para el aprendizaje. Su única advertencia es que se debe cuidar los derechos de autor. «No podemos eludir el formato digital. Sería ir en contra del desarrollo y la tecnología. Creo que mucha gente lee en digital y luego busca el libro de papel. Con los niños pasa lo mismo. Uno les lee por Zoom o por Instagram y después buscan el libro, con el que tienes otra relación. No soy de las que piensa que el libro digital es una amenaza».

Ante la pandemia el Banco del Libro ha optado por ofrecer talleres como parte de su plan vacacional. Uno de ellos, titulado «Cristales», tratará sobre química recreativa y cuentos para familias con niños de entre 7 y 10 años de edad. Las clases estarán disponibles hasta octubre y se impartirán por Zoom, chat de WhatsApp o Google Classroom. Para informarse sobre las inscripciones dispusieron el correo [email protected].

Está previsto realizar encuentros reflexivos con expertos sobre la promoción de la lectura por Instagram Live, pero todavía no tienen fecha. Entretanto han ofrecido, en alianza con Unión Radio y Fe y Alegría, audiocuentos del proyecto Radio Escuela.

El rol del Banco del Libro en Venezuela, además de la promoción de la lectura, es la formación ciudadana. Esto se ha afianzado desde el conflictivo año 2002, cuando la polarización política y la violencia comenzaron a proliferar en el país. Uno de sus proyectos, Tendiendo puentes, ha servido para promover el respeto y la convivencia a través de la lectura. «Creo, como nunca antes, que es necesario en Venezuela, nos hemos vuelto muy críticos, hipersensibles».

Otro proyecto es Palabras por y para la no violencia, cuya idea es incidir positivamente en los ambientes agresivos dentro de las escuelas.

El Banco del Libro no ha sido ajeno a la crisis. La rotación de su personal, que en este momento es de 10 personas, es constante por la migración. Como institución autogestionaria se mantiene en pie gracias a la venta de libros usados o el alquiler de los espacios de su sede ubicada en Altamira.

Sobre cómo asumirán la pospandemia, Medina recuerda que uno de los sectores más afectados será el educativo, así que será necesario que el Banco del Libro refuerce aún más el trabajo de formación. «La lectura es un eje transversal de la escuela y la vida. Esto habrá que reforzarlo porque quizás tengamos más necesidades y carencias que hace cinco o seis años. Ojalá podamos enfrentarlo de manera efectiva y eficiente».

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