No es novedad ni atrevimiento, ni originalidad perseguir periodistas. Es nota horrible y típica de las dictaduras, pero la historia está llena de novedades, atrevimientos, originalidades, defensa de causas perdidas realizadas por los periodistas. Ellos son fuente de cohesión y sentido para una nación, para un pueblo. Son muchísimo más que informadores, fomentan la discusión, la crítica, la contracrítica y la creación de espacios y personajes.
Hoy se agrega a la crisis general de nuestro país, siguiendo una larga persecución, el final de la edición impresa de este diario El Nacional, en el que muchos nos cobijamos para escribir nuestras locuras, y en el que ahora, en la versión web, nos seguimos cobijando. Es cosa de orgullo.
Mi papá, Juan Bautista, no leía El Nacional. Decía que era un periódico comunista. Leía otro con claro sabor comercial. Ahora esta suerte peculiar de comunistas, o de cualquier cosa, persiguen y saquean mostrando una cartilla de personajes que no tienen ni siquiera distintivos para ser ironizados. No inspiran sino odio y resentimiento en sus bajos estilos de perseguir y saquear.
Esta tragedia destructora seguirá por cierto tiempo con sus personajes insomnes, celosos de miradas o gestos que pueden anunciar al próximo general “alzao”.
Junto con El Nacional, en la web, hay incontenibles, centenares de sitios y publicaciones que mantienen el oficio de periodista con las banderas al viento. Investigan y guardan memorias. No es posible callarlos.
@perroalzao
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