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La circunstancia electoral

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«Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella, no me salvo yo», escribió el filósofo español José Ortega y Gasset en su libro Meditaciones del Quijote. En dicha obra nos llama a examinar respecto de lo que está en torno al hombre, lo próximo y lo mediato. Lo físico y lo metafísico, vale decir lo espiritual, religioso, filosófico o histórico. Esa circunstancia a la que se refiere Ortega, tiene múltiples dimensiones que determinan su comportamiento y hacen comprensibles eventos y decisiones en un determinado momento histórico. Salvar una circunstancia para salvarme yo, nos apunta. Y esa circunstancia a partir de una cosmovisión y de una realidad fáctica, produce acciones u omisiones, que luego la historia  determina su validez.

Pero bien sabemos que el hombre no está solo en la vida, vive en sociedad. Lo precisó Aristóteles al definirlo como el Zoom Politikon. En consecuencia la sociedad, como conglomerado de hombres, está impactada por las circunstancias culturales, físicas y políticas, por los tiempos en los cuales se desarrolla un determinado proceso sociopolítico.

En ese contexto es importante examinar, ahora, a la luz de los tiempos vividos, durante el presente siglo venezolano, el manejo que socialismo marxista, en el control del Estado, ha hecho de los procesos electorales, muy especialmente los relacionados a la Asamblea Nacional. Dedico estas líneas a dicho análisis, por la proximidad de un nuevo evento electoral relacionado con el Parlamento, y por todo el debate que su ilegal convocatoria y preparación ya ha generado.

Fundamentalmente me voy a referir a dos de los  procesos efectuados y al que está  por realizarse, sin dejar de citar los otros, marcados cada uno por circunstancias distintas.

Comienzo por referirme rápidamente a la primera elección de la Asamblea Nacional, una vez entró en vigencia la Constitución de 1999. Dicho evento se celebró el día 30 de julio del año 2000, en el marco de una megaelección, que incluyó la Presidencia de la República, gobernaciones y alcaldías. Este proceso marcado por el ventajismo y uso abusivo de los recursos del Estado se convertirá en una constante y degenerativa conducta del régimen.

Como diputado en esa legislatura, luego de haber sido integrante de la Cámara de Diputados, viví desde el primer día el cambio radical de un Parlamento democrático a una asamblea sometida a los dictámenes del comandante. La mayoría chavista, soberbia e intolerante,  jamás permitió ejercer control político sobre el gobierno, negando toda investigación o citación a sus funcionarios. Comenzó, entonces,  el hostigamiento físico y verbal a los diputados de la oposición, dejando en evidencia la naturaleza violenta de la nueva dirigencia oficial. Fui víctima de la violencia,  tanto en el seno del hemiciclo, como en las adyacencias del Capitolio, donde el gobierno instaló desde el primer día de sesiones de la nueva asamblea, brigadas de personas pagadas, bajo el nombre de “Círculos Bolivarianos” para ofender y agredir a quienes no respaldábamos las políticas de “la revolución”.

La entrada y salida de los diputados opositores era toda una odisea. La fuerza pública permitía y protegía  aquellas brigadas de personajes violentos, que en cada sesión se apostaban en los alrededores del Palacio  Federal Legislativo.

En esta legislatura se modifica sustancialmente el reglamento interior y de debates con el único objetivo de reducir el rol del parlamentario. Cambios que luego llegaron hasta el extremo de limitar severamente su participación libre en los debates.

La segunda legislatura se elige el 4 de diciembre de 2005. Las fuerzas políticas más importantes de la oposición venezolana decidieron no presentarse. Dominaba un ambiente de opinión hostil a la presencia de los parlamentarios opositores en el seno de la Asamblea, creada por una fuerte campaña de opinión, basada en la falsa tesis, de que la no participación deslegitimaría a Hugo Chávez en el ejercicio del poder. La circunstancia de opinión privó, y sin mayor reflexión sobre sus efectos, se decidió no concurrir. El tiempo determinó que en ese momento histórico la decisión no fue acertada.

Las circunstancias políticas de aquel momento eran radicalmente distintas a las que hoy se viven en Venezuela. Veamos someramente algunas de ellas: 1. Hugo Chávez era un presidente reconocido por la totalidad de naciones de la comunidad internacional. Venia de haber logrado su relegitimación con el referéndum revocatorio de agosto de 2004. 2. La oposición política no gozaba de un prestigio democrático en la comunidad internacional, luego de haberse efectuado en abril de 2002 el famoso Carmonazo. La no participación reforzó la campaña internacional del chavismo contra la oposición, calificándola de “oposición golpista”. 3. El régimen chavista aún cuidaba de las formas democráticas, por lo tanto no habían parlamentarios o políticos presos, inhabilitados, partidos confiscados. Había un ventajismo populista, pero no se había llegado a los niveles de arbitrariedad en los que hoy nos encontramos. 4. El sistema electoral, si bien ya tenía observaciones relativas a la automatización, aún no había pasado a los elementos abiertamente fraudulentos que hoy se conocen. 5. El país contaba con un gran número de medios de comunicación independientes que permitían un  debate político más abierto. 6. La situación económica del país permitía una mayor capacidad de movilización y acción política a la oposición.

En esa oportunidad, quien requería legitimar su presencia en la escena política era precisamente la oposición. Al no concurrir el chavismo reforzó su campaña negativa contra los sectores democráticos.

Luego, en la elección parlamentaria de 2010 la oposición tomó de nuevo el camino de la  participación. Concurrimos al proceso electoral para la tercera legislatura de esta etapa republicana, celebrado el 26 de septiembre de 2010. Aquí el ventajismo fue más abierto, hasta el punto de poner en vigencia la nueva Ley de Procesos Electorales que eliminó el sistema proporcional de la representación, para sustituirlo por el sistema de mayoría basado en la preeminencia de los circuitos sobre las listas. Situación que se agravó por el diseño de circuitos electorales favorables al gobierno. Esta modificación le dio al gobierno una sobrerrepresentación que le permitió un cómodo control de la mayoría.

La presencia de la oposición en esta nueva legislatura fue una repetición agravada del comportamiento abusivo y agresivo contra los parlamentarios opositores. Bajo la presidencia de Diosdado Cabello se modifica nuevamente el reglamento para hacer del foro político de la nación la réplica de un cuartel, con un comandante que anuló el debate y convirtió a la asamblea en una oficina de trámites del Ejecutivo. Es, en este momento, cuando por primera vez en la historia se le niega a la prensa acceder al palco del hemiciclo, y se les confina a ver la sesión en un monitor de TV, colocado en una sala del Palacio Legislativo.

La experiencia de la captis diminution en la que se mantiene a la representación democrática, y la necesidad de convertir a la Asamblea en un verdadero poder del Estado, lleva a los partidos de la oposición a construir una estrategia para lograr la mayoría en la siguiente elección. Es así como usando la tarjeta única de la MUD se concurre a la cuarta elección parlamentaria del presente siglo.

Dicha elección se celebra el 6 de diciembre de 2015. La contundente victoria de la oposición democrática, logrando una mayoría calificada de las 2/3 partes, sorprende a la cúpula del régimen.

Antes que aceptar dicho resultado, y acatar las decisiones de tan importante poder del Estado, el gobierno encabezado ya por Nicolás Maduro,  procede a poner en marcha un plan para desconocer al Parlamento recién elegido.

Dos días después comenzaron un proceso de elección exprés de magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, tomando con dirigentes políticos del gobierno, algunos de ellos parlamentarios, la Sala constitucional. Convirtiendo la misma en una especie de fortaleza o bunker con la cual adelantar toda una serie de acciones políticas, revestidas con el nombre de sentencias, a través de las cuales justifican la actual dictadura que padece la nación. Acto seguido se eliminan, mediante un procedimiento absurdo, por lo arbitrario, los diputados del estado Amazonas, creando un enfrentamiento de poderes, que termina con el cierre y desconocimiento del Poder Legislativo nacional.

No satisfecho el régimen con desconocer las atribuciones de la legítima Asamblea Nacional procede a convocar e instalar una asamblea nacional constituyente, en abierto fraude a la Constitución. Comienza aquí la etapa del fraude abierto de los resultados matemáticos en los procesos electorales.

La elección de la aún vigente asamblea se convirtió en el punto de quiebre para el gobierno socialista. Pasó de ser un régimen populista, hegemónico y atropellante a una dictadura formal, con todas las características que distinguen este tipo de sistemas.

En medio de un cierre técnico y casi fáctico del Parlamento, ocurre el fraude de la elección presidencial de 2018, tal como lo han declarado la mayoría de los países del hemisferio occidental. Fraude que ha generado el desconocimiento de Nicolás Maduro como presidente legitimo de la República.

La sociedad democrática venezolana tiene planteada una querella con el régimen como consecuencia del proceso fraudulento cumplido que aún no tiene solución.

Es en este marco, en estas circunstancias que se convoca la nueva elección parlamentaria. En trabajos anteriores he comentado en extenso todo el conjunto de violaciones constitucionales y legales que dicho proceso tiene ya, antes de su celebración. En los mismos, y en función de esas razones, he sostenido la tesis de que la oposición política no puede avalar con su participación dicha elección.

Hoy la situación es radicalmente diferente a la de 2005. Hoy quien está deslegitimado ante el mundo es el régimen comunista. Hoy quien requiere un aire de legitimidad es Nicolás Maduro. Hoy ya está más que demostrado el desprecio del oficialismo a la institución parlamentaria. No respetaron a la representación de la sociedad democrática con una mayoría calificada, como la ganada en la actual legislatura, menos van a respetar, como tampoco lo hicieron en el pasado, a la bancada que se pudiese elegir en una elección, que ya está manipulada y diseñada para lograr su sometimiento.

Las circunstancias de hoy son distintas a las de 2005 y a las de 2015.  La respuesta está condicionada a esa realidad. De ahí la necesaria unidad de los demócratas en rechazar ese fraude en marcha.

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